El único consejo necesario para tus citas
¿No sería genial que todos dijéramos simplemente "no estoy interesado en ti"? Nos ahorraríamos mucho tiempo, pero es difícil e incómodo decirle a alguien el porqué de por qué no te interesa. Por tanto, ignoras sus mensajes, haces planes a los que sabes que no irás y dejas que tus acciones hablen por ti en lugar de decírselo tú misma.
Berger le dijo a Miranda que el motivo de que en su última cita no la llamara es que "no estaba interesado en ti". Jack Berger y Miranda Hobbs no son mis amigos reales, pero pasé media hora con ellos el 13 de julio del 2003, cuando sonó esta frase. Esta frase que da lugar a un libro y la posterior película (en aquel momento, cuando me entretenía con el episodio semanal de Sexo en Nueva York, no me dejó huella). Sería una década después cuando esa pequeña porción de gran sabiduría reaparecería en mi vida.
Tener citas después de divorciarme casi a los cuarenta me trajo muchas sorpresas, entre ellas el sexting, los mensajes, los correos, agregar amigos o seguirlos. Muchas formas nuevas de ser rechazada, muchas maneras de obsesionarse con ese rechazo.
"No me ha contestado al mensaje en dos días, ¿qué significa?, ¿debería escribirle de nuevo o esperar?, ¿por qué me manda besos pero nunca quedamos?, ¿por qué me agrega y luego no me llama? Si le llamo y me contesta con un correo, ¿es una señal? Me manda un mensaje y le da a me gusta en todo lo que publico, pero cuando le propongo un plan real se escaquea. Ni siquiera estoy segura de que haya leído mis correos".
Mis amigas y yo, mujeres maduras, inteligentes y experimentadas, nos pasábamos horas interpretando estos hipotéticos casos.
Me vi a mi misma en otra relación, y mi cerebro se liberó de la cárcel mental que supone analizar las citas. Fue entonces (¿mejor tarde que nunca?) cuando me di cuenta de algo que hizo sonar la las alarmas. Este es el mejor consejo para tener citas, el único consejo que realmente necesitas seguir.
Si él no dice "claro que sí", pasa página.
Eché la vista atrás y empecé a recordar con una claridad alarmante lo aliviada que estaba Miranda el día que Berger le dio su sabio consejo. En ese momento, yo era joven y estaba con pareja, y no comprendía su alivio. Aunque esta vez lo entendí completamente, experimenté un sentimiento similar y me sentí un poco estúpida al recordar todas las horas que había pasado evaluando lo que ahora era dolorosamente obvio.
Si no te contesta los correos, las llamadas o los mensajes, no está diciendo "claro que sí". Si no tenéis una cita de verdad o si te hace falsas promesas y halagos vacíos, no está diciendo "claro que sí". Tontear, tener citas, mandarse mensajes y el sexting pueden ser divertidos, pero si empleas tiempo en evaluar todo e intentar descifrar qué significa, probablemente solo signifique algo para uno de los dos. Y ese uno eres tú.
La atracción es complicada, pero muy simple. Cuando conoces a alguien que atrae a tu mente, tenéis una primera cita. Cuando tu cuerpo no sigue a tu mente, esa primera cita es la última. Tu versión de alto, moreno y guapo se desvanece y no pasa nada. En los siguientes días, su personalidad lo arruina todo, tu deseo desaparece, así que ignoras todos los sonidos del móvil y las notificaciones, sus mensajes se quedan sin contestar.
Cuando conoces a alguien que atrae a tu mente, tu corazón y tu cuerpo, tenéis citas de verdad, os contestáis a los mensajes e incluso os cogéis el teléfono. Los juegos que un día te entretenían ahora parecen una tontería, una pérdida de tiempo e inútiles. Tu intención es inconfundible. Estás diciendo "claro que sí".
¿No sería genial que todos dijéramos simplemente "no estoy interesado en ti"? Nos ahorraríamos mucho tiempo, pero es difícil e incómodo decirle a alguien el porqué de por qué no te interesa. Por tanto, ignoras sus mensajes, haces planes a los que sabes que no irás y dejas que tus acciones hablen por ti en lugar de decírselo tú misma.
Echando la vista atrás, ahora veo tan obvio cómo algunos ligues, cada uno con sus propios motivos, me han dicho de todas las maneras posibles que no estaban interesados, excepto diciéndomelo directamente (Admito que yo he hecho exactamente lo mismo).
Un ligue y yo nos volvimos amigos después de que nuestra cita no funcionara. Cuando le estaba dando un consejo que me había pedido para una cita, mencioné que, a pesar de nuestra conversación al principio, era obvio que no estaba interesado en mí. Él me dijo que sí lo estaba, pero que no quería involucrarse con mis hijos y mi ex. Si me hubiera dicho eso en aquel momento, sé que, aunque hubiera fingido lo contrario, en el fondo, recién divorciada e insegura, esa honestidad habría sido demasiado para mí. La verdad estaba ahí, pero oculta entre señales confusas, esperando con paciencia y compasión que lo viera por mí misma; y lo hice.
En plena temporada de citas, conocí a alguien cuya verdad estaba al descubierto, puesta ante mis ojos para que no pudiera evitar verla. Este alguien dijo "claro que sí" en todos los sentidos desde el principio. Él me hizo ver muy claro todo lo que antes había estado borroso; me enseñó una lección que, esta vez, no olvidaría.
Hace poco, el antiguo ligue que me pedía consejos se puso en contacto conmigo. Quedó con una chica y se lo pasaron en grande; ella parecía interesada, pero se estaba echando atrás, no hacía planes, decía que no estaba lista... ¿Qué podía significar?, ¿pasaba esto?, ¿quería decir aquello? Me reí y le dije: "Lo siento, pero no está interesada en ti". Resignado me dijo: "Sí, lo sé".
De una manera u otra, en una relación nueva o en un matrimonio de 20 años, todos decimos "claro que sí" o "claro que no" cientos de veces al día de maneras muy distintas. Todos nos merecemos estar con alguien que nos diga "claro que sí".
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'El Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene Martín.