La Crida de Puigdemont: ¿la enésima transformación del espacio convergente?
La corrupción y el proceso independentista han convertido al nacionalismo catalán en un espacio que cambia de siglas casi cada año.
En julio de 2015, CiU se disolvió y se convirtió en CDC. Pocos meses después, concurrió a unas elecciones autonómicas junto a ERC bajo la marca Junts pel Sí. En julio de 2016 CDC pasó a llamarse PDeCAT. En diciembre de 2017, se presentaron a las elecciones bajo la marca Junts per Catalunya. Este sábado se presenta en Manresa la enésima transformación de este espacio, la Crida Nacional per la República, capitaneada por el Carles Puigdemont desde Bruselas, Quim Torra desde la Generalitat y Jordi Sànchez desde la cárcel de Lledoners.
Las distintas mutaciones convergentes le han permitido durante estos años seguir vinculada al poder en Cataluña, a pesar de que paulatinamente se ha ido reduciendo el apoyo a la formación por el lastre del caso Pujol y del 3%. En 2010 CiU tenía 62 diputados en el Parlament. En 2018 JxCAT dispone de 34 parlamentarios, pero sigue en el Palau de la Generalitat.
En un principio, los planes de Torra y Puigdemont pasaban por crear un gran paraguas que incluyera a todas las sensibilidades independentistas. Pero tras el portazo de ERC y la CUP al proyecto, este nuevo sujeto puede acabar convirtiéndose en la enésima mutación del espacio convergente en tres años.
El PDeCAT, receloso de los planes de Puigdemont, aguarda a los mensajes que se lanzarán durante la presentación en Manresa para valorar si se integra o no en este nuevo movimiento. Este sábado se presentarán dos ponencias –una política y una organizativa– cuya redacción ha liderado Sànchez desde prisión y donde se aboga por "forzar un referéndum" e ir más allá de lo que defienden actualmente los partidos del Govern. La formación nacerá como sujeto político en enero, cuando se celebre el congreso constituyente.
No son pocos los que en el PDeCAT ven en el proyecto de Puigdemont una OPA hostil al partido, que todavía conserva cuadros y dirigentes muy alejados del independentismo más hiperventilado que representa el expresident. David Bonvehí, actual presidente del partido, ha deslizado ya sus recelos y aseguró la semana pasada que "no tendría sentido" que hubiese "dos partidos políticos con la misma ideología y gente". Bonvehí, que fue aupado al liderazgo del partido tras los desencuentros de Puigdemont con la anterior líder, Marta Pascal, ha mostrado más recelos de los que se esperaban respecto a La Crida y mantiene diferencias con la vicepresidenta del partido, Miriam Nogueras.
El problema ahora mismo entre los dirigentes es que nadie sabe cuál de los dos proyectos va a ser el caballo ganador: el PDeCAT o la Crida, y por ahora la mayoría se pone de perfil a la espera de que se visualice cuál de las dos es mejor apuesta. La Crida cuenta con auténticos pesos pesados de este espacio que tienen mucho tirón en el independentismo: cargos como Turull, Rull y Sànchez emplazaron desde la cárcel a los afiliados al PDeCAT a sumarse al proyecto, asegurando que no eran incompatibles. La apuesta también cuenta con el apoyo del conseller fugado Lluís Puig, Nogueras y los actuales consellers del Govern Damià Calvet o Miquel Buch.
"Tenemos que ver en qué queda todo, pero las sensación es que Puigdemont quiere ir por libre y a la vez aprovechar los derechos electorales y la implantación territorial del PDeCAT", explicaba el jueves una integrante del Consejo Nacional del PDeCAT que no está alineada con las intenciones del expresident. "Algo parecido a lo que hizo con Elsa Artadi [actual portavoz del Govern] para las autonómicas del pasado diciembre".
Algunas voces consultadas auguran un conflicto entre los dos proyectos y creen que se fragmentará un espacio electoral ya castigado durante los últimos años. "Puigdemont habló de un 'paraguas' del independentismo, pero si crea un partido es distinto y habrá guerra". Otras fuentes, en cambio, le quitan hierro y señalan que al final se pondrán de acuerdo y concurrirán juntos a las elecciones.
La primera prueba de este frágil equilibrio se dará seguramente durante las próximas municipales de mayo: Puigdemont apuesta porque el candidato para Barcelona sea el exconseller Ferran Mascarell. El PDeCAT, en cambio, defiende la opción de su actual candidata, Neus Munté, hasta que el preso Joaquim Forn se pronuncie sobre si quiere presentarse.
La sensación después de consultar con varios miembros del espacio convergente es que tanto La Crida como el PDeCAT se necesitarán uno al otro. Puigdemont necesita el partido y el partido necesita a los miembros que se alinean con La Crida, probablemente sus cargos con más tirón electoral.