Patxi López: "El centro no es una posición política a la que tenga que virar el PSOE"
Por Esther Palomera
Pasen y lean. Aquí Patxi López (Portugalete, 1959), un tercero en discordia que fue el primero en salir al ruedo de las primarias socialistas, tras abandonar las filas del “sanchismo” acompañado de un puñado de fieles al ex secretario general del PSOE.
Olvídense de leyendas urbanas, porque el que fuera presidente del Congreso, lehendakari y persona de confianza de Sánchez niega una y otra vez que alguna vez le aconsejara que dejara el escaño en el Congreso, y mucho menos que si lo hacía le apoyaría, después, en la batalla por el liderato socialista. Entre “su y sa”, busca un espacio con el que reconstruir la unidad socialista. Ahí es nada.
Y para quienes alberguen alguna duda, aclara que nunca antes de que la militancia elija. Partidario de regular las consultas a las bases, anuncia que está a favor de pedirles opinión ya para siempre sobre los pactos postelectorales, una atribución que estatutariamente hoy corresponde al Comité Federal y que, dicho de paso, cada territorio decide a su libre albedrío. Por eso rechaza también de plano que se impongan condiciones al PSC sobre sus alianzas con otros partidos, que no cumplen ni socialistas vacos ni andaluces, por citar algunos.
¿Qué aporta Patxi López al PSOE distinto a Susana Díaz o a Pedro Sánchez?
Yo sé lo que defiendo.
¿Qué defiende?
Un partido unido entorno a un proyecto de izquierdas exigente. Para mí es vital que el PSOE vuelva a recuperar unidad para tener fortaleza. Un partido dividido no es escuchado por la ciudadanía.
¿Y esa unidad no la pueden construir antes del congreso federal?
Los militantes tienen derecho a escuchar diferentes propuestas, a ser escuchados y a elegir y decidir entre las diferentes propuestas y los candidatos que las representan. Será después de que la militancia haya elegido cuando, en un ejercicio de responsabilidad -y en este caso bien entendida- los actores de esas primarias busquemos sumar ideas, voluntades y personas para reconstruir y recuperar la unidad.
¿Cómo puede unir alguien que estuvo hasta el último día al lado del secretario general que más ha fracturado al PSOE?
La fractura del PSOE no fue responsabilidad exclusiva de quien fue secretario general. Todos tuvimos responsabilidad en el famoso Comité Federal del 1 de octubre, que fue un drama desgarrador para nuestra militancia, algo que nunca debió. Hay que ver cómo miramos al futuro y cómo encaramos lo que tenemos por delante. ¿Cómo se construye unidad? Implicando al conjunto de la militancia en un proyecto en el que se pueda creer y con el que el Partido Socialista casi se juega el ser o no ser en el siglo XXI.
¿Hizo usted algo el 1 de octubre para evitar aquello que usted mismo califica de drama desgarrador?
Pues, aparte de que yo intentara algo o no, a veces uno se encuentra con cosas y decisiones ya adoptadas que eran imposibles de cambiar. Por ejemplo, me pareció un error de bulto la presentación de las dimisiones. Si uno tiene una posición política diferente, lo que tiene que hacer es defenderla, defenderla en el Comité Federal.
¿Se refiere a las dimisión de la mitad más uno de la Ejecutiva que precedió al Comité Federal?
Claro, a esa especie de dimisiones preventivas para intentar cargarse a un Secretario General. Oiga, por qué no tiene el debate y luego vemos las consecuencia que se deriven de él. Segundo, yo quería es que el partido tuviera una salida entorno a su posición política, y allí lo que hubo fue más enfrentamientos personales que políticos. El debate no lo tuvimos y mucha gente le achaca a Sánchez que no planteó el debate, pero no lo planteó nadie. Semanas después vimos gente que defendió la abstención como un posición legítima en la que creía, pero que no la había defendido nunca. Seguramente porque pensaron en las consecuencias internas que les podría acarrear. Eso a mí no me gusta en política. Me gusta la gente que defiende aquello en lo que cree, a pesar de que tenga consecuencias internas en lo orgánico. Eso no lo vimos en el Partido Socialista.
¿Qué sintió aquél día cuando vio sacar una urna de detrás de una cortina para que se votara clandestinamente algo que nunca llegó a saberse con claridad?
Que ese no era mi partido.
¿Y no se le ocurrió hacer nada para parar aquella locura?
De hecho, eso es lo que intenté. Yo no me puse en ninguna fila para ir a votar. Intenté, y creo que al final se consiguió, que eso no fuera a ninguna parte. Y se paró.
Cuando Sánchez renunció al acta de diputado el día de la investidura de Rajoy, ¿usted ya había decidido concurrir a las primarias?
No.
¿La decisión de Pedro Sánchez tuvo algo que ver con alguno de los consejos que usted le dio?
No. Ya sé que se ha instalado y no deja de ser una especie de leyenda urbana radicalmente falsa. Hablé con Pedro Sánchez, pero no precisamente de la posición personal que él debía de adoptar en relación a la votación sobre el gobierno del PP. Hablé y hablé sobre el nuevo tiempo que necesitábamos abrir en este partido y de la preocupación que sentía por un partido dividido. En el fondo, te confesaré, tampoco me dio pie a hablar de qué era lo mejor que podía hacer en relación a esa votación. Incluso él se sentó a mí lado cuando votamos en aquella votación el primer “no” al Gobierno de Mariano Rajoy y le pregunté si se había decidido, y me dijo que todavía no. Así que no es cierto que yo influyera, y mucho menos que yo le empujé a abandonar el acta y que le traicioné. Es totalmente falso.
¿Por qué cree que tomó aquella decisión?
Creo que fue coherente. Alguien que ha sido secretario general no puede nunca no aceptar la decisión de un órgano que tiene la competencia de adoptar esa decisión. Siendo secretario general y estando en el Congreso de los Diputados, no puedes más que acatar y votar lo que ha decidido el órgano competente. Si Pedro quería mantener esa posición política que él había defendido hasta el final tampoco podía votar lo contrario. La única solución posible que le quedaba era dejar el acta.
¿Y cuándo decidió usted exactamente presentarse a las primarias?
Después de hablar con mucha gente y que mucha gente viniera a decirme que corríamos el riesgo de ir a un choque de trenes que fragmentara más la situación del PSOE. Escuché a gente en la que creo y en la que confío, que me da confianza. Por ello decidí que quizás era el momento de dar un paso al frente.
¿Cuántos notables le dijeron que no se presentara y tratara de unir con Susana Díaz?
Tú sabes que había quien había elaborado teorías de candidatura única, pero para mí eso más que arreglar la situación era decir a los militantes que por arriba estábamos haciendo una especie de apaño y que no les tendría en cuenta. Que no les íbamos a escuchar y que les íbamos a negar la capacidad de elegir. Y eso hubiera sido peor para la fractura que podíamos vivir en el partido.
En mayo del año pasado, le pregunté a usted por qué, tras acariciar la idea durante un tiempo, en 2014 decidió no optar a la secretaría general. ¿Recuerda lo que me respondió?
Supongo que le diría aquello de que había llegado a una situación personal en la que en vez de competir prefería ayudar.
Exactamente. Y que había que dar paso a una nueva generación.
Claro, ahora ayudar al PSOE se ha traducido en competir en unas primarias para defender algo en lo que creo.
¿Se presenta con la sensación de que puede perder pero luego contribuir desde un espacio propio a la unidad?
Me presento convencido radicalmente convencido de ganar. Por lo que veo en este viaje de contacto con la militancia, la inmensa mayoría de los afiliados quieren a este partido por encima de todas las cosas y no lo quieren roto. La gente quiere verse reconocida en un proyecto de izquierdas, que haga frente a las políticas de la derecha. Ese espacio quizás hace menos ruido que otros, pero es mayoritario en el PSOE.
Si en la era de la posverdad Pedro Sánchez es el candidato de las bases y Susana Díaz de la dirigencia, ¿usted de quién es?
Primero, no se muy bien qué es es la posverdad. Me molesta y me preocupa muchísimo que los grandes gurús de la comunicación digan dos cosas: una, que la razón no vende, y dos, que la verdad ha muerto. Eso quiere decir que es mejor ir con no sé qué tipo de emoción y con el engaño. Cosa que a mí no me gusta nada. Y, en segundo lugar, esa definición de mis compañeros no es cierta. Todos los candidatos somos de la militancia o no seremos absolutamente nada. Porque son los militantes los que van a votar y a decidir.
Pues ese es el relato de Pedro Sánchez, y parece que sigue vivo entre las bases…
Sí, y de hecho lo vemos. Hay una parte de la militancia que sigue haciendo bandera del “no es no”. Es evidente que existe y no lo voy a negar, pero a mí no me gusta mantener lo que ha sido una posición política en un determinado momento de nuestra historia como el proyecto político de los socialistas. Debemos de pasar ya de ese “No es no” al “Sí es sí”, a un proyecto diferente y de izquierdas que quiero que definamos entre todos. Una posición política que se adopta en un determinado momento no es un proyecto político. Por eso quiero también abrir ese nuevo tiempo. Nadie puede convencer a alguien manteniendo permanentemente un no.
En primarias siempre es mejor ir a escuchar a los militantes que moverlos para que vengan hacia ti. Lo ha escrito usted el sábado pasado en Twitter. ¿De quién hablaba?
De mí mismo. He decidido hacer este viaje para ir donde están los militantes. Ya sé que estos son actos menos numerosos, son actos que igual tienen menos impacto mediático, pero son los actos que contienen mayor verdad en el fondo. A veces también son desahogos y críticas muy duras. Pero hay que escuchar y saber tener una respuesta a todo esto porque es verdad que un dirigente también tiene que hacerse cargo de los sentimientos de su gente. Hoy hay sentimientos muy encontrados en la militancia socialista: los hay de rabia, de decaimiento, de desesperación. Pero el mayoritario es la preocupación por cómo salimos de esta y cómo salimos todos juntos.
¿Hay resignación en el PSOE?
No, en ese caso no habría militantes en las agrupaciones dispuestos a seguir defendiendo al PSOE, ni gente que diera la cara todos los días en la calle en una de las situaciones, probablemente, más difíciles de las que hemos atravesado como partido, y hay a miles.
Que el alcalde de Vigo convoque a los alcaldes socialistas en Madrid para escuchar un discurso de Susana Díaz, ¿es un acto de proselitismo?
Hombre, si se hubiera convocado a todos los alcaldes para que el PSOE tuviera una respuesta, por ejemplo, a los congresos que se estaban celebrando esos días, pues se hubiera hecho una convocatoria universal, cosa que no se hizo. Y además se hubiera expresado el presidente de la gestora, que es la voz en este momento del PSOE, ¿no? Lo otro es un acto particular de alguien que convoca a algunos alcaldes para oír a una compañera. Es muy distinto.
¿Se hizo o no se hizo proselitismo?
Bueno, no lo voy a valorar, pero es evidente que lo que vi hablaba más de una precampaña que de otra cosa.
¿Tiene alguna duda sobre la imparcialidad de la gestora en este procedimiento?
No, no, ni quiero entrar en ese juego. Creo que la gestora tiene que ser imparcial, y estoy convencido de que lo será. Y cada candidato debe dedicarse a lo suyo, sin empezar a arremeter contra otros.
Que Mario Jiménez asista a reuniones junto a Susana Díaz para pedir apoyo en algunos municipios de Madrid, ¿es una muestra de la imparcialidad de la gestora?
No me gustaría que esas cosas las hiciera en nombre de la gestora.
Es el portavoz de la gestora.
Él sabrá lo que hace, ¿no? Me gustaría no tanto la imparcialidad de la gestora en su conjunto, sino que algunos de sus miembros fueran conscientes del cargo que ocupan.
¿Se siente representado en los nombres que ha elegido la gestora para redactar la ponencia marco del Congreso?
Sé que eso ha generado debate, pero no me preocupa. No me tengo que sentir representado ahí, sino en la conclusión de lo que decida el Partido Socialista. Todas la direcciones a lo largo de la historia han escogido a algunas personas de su confianza para hacer un texto base a partir del cual los demás podremos enmendar. No me voy a meter en esta pelea que no nos lleva a ninguna parte. Prefiero tener cuanto antes el documento, leerlo con mucha atención y enmendarlo si creo que está equivocado porque voy a seguir defendiendo mis posiciones hasta el congreso. Es más, creo que este congreso no debiera cerrar el debate de los socialistas, debiera abrirlo.
¿Está proponiendo algo?
No, estoy proponiendo que no lo cerremos, que no demos por cercado el documento y que eso vaya a misa, sino que sea el proyecto que los socialistas ofrecen a los progresistas de este país para mejorarlo entre todos.
Pues parece que habrá hasta una guía de oposición que establezca qué pactos sí y qué pactos no debe alcanzar el PSOE y que sea de obligado cumplimiento para quien resulte elegido secretario general.
Hombre, el congreso siempre es soberano para decidir líneas políticas. Pero, en esta ocasión, hay cosas que debemos dejar abiertas para la reflexión del conjunto de los progresistas. Estoy convencido de que el congreso del PSOE no atará a ningún dirigente, sino que procurará definir una política en la que todos nos podamos sentir cómodos e integrados. No he visto nunca en la historia de este partido que cerremos de tal manera las posiciones de los posibles entendimientos con unos o con otros como para que no haya ningún margen de maniobra. Ni lo veo ni lo comparto. Otra cosa son las líneas maestras de por dónde tiene que dirigirse el Partido Socialista. Y espero que, después, haya lealtad al proyecto y a quien sea elegido secretario general. Cosa que, últimamente, ha brillado por su ausencia.
¿Cuándo dejó de haber lealtad?
Cuando se empezó a trabajar para debilitar a nuestros secretarios generales.
¿Cuántos secretarios generales han sido debilitados y por quién?
Un par de ellos.
¿Y quién fue desleal?
Ya está [risas].
“Nunca voy a enfrentar a unos militantes con otros ni a buscar un choque de legitimidades entre diferentes formas de elección y decisión”, ha dicho recientemente. ¿Usted es más de democracia directa o de democracia representativa?
Soy como el propio sistema democrático, capaz de combinar diferentes sistemas de representación y de decisión. Y el propio sistema democrático es capaz de evitar un choque de legitimidades regulando estas cuestiones. La militancia debe ser consultada y debe tener capacidad para decidir en las cuestiones que son de gran importancia, incluso aquellas que provocan una evidente división dentro del partido o generan incertidumbre. Pero creo que hay que decidir cuáles.
Dígame cuáles.
Quiero decir que lo regulemos. Lo que no quiero es que dependa del jefe de turno decidir qué se consulta y qué no. Porque eso no es democracia, eso está más cerca de un cierto totalitarismo mal entendido. Lo mismo que para evitar el choque de legitimidades entre una legitimidad nacida de la militancia cuando elige su secretario general y una legitimidad emanada de la representatividad para controlar al secretario general. Regulémoslo porque yo no creo que pueda haber ningún poder en democracia, dentro de mi partido, que no esté sometido a ningún tipo de límite ni de control. También un secretario general, aunque haya sido elegido por toda la militancia, tiene que tener límites y tiene que tener controles. ¿Cuáles son? Definámoslos. ¿Es el Comité Federal? ¿Es el Comité Federal condicionado a que luego sea la militancia quien respalde la decisión del Comité Federal? Pero lo que no puede ser es que alguna persona tenga esa capacidad ilimitada de decidirlo todo, por todo y para todo sin pasar por ningún tipo de control.
En los estatutos del PSOE están ya reguladas las funciones del secretario general, lo que no estaba eran las consultas a los militantes, como la que convocó, Pedro Sánchez.
Y tampoco lo que te estoy diciendo sobre las legitimidades cuando tienen dos diferentes fuentes porque a veces hemos hecho las cosas llevados por un impulso… Por ejemplo, las primarias. Pero sin regular de verdad las consecuencias. En las anteriores primarias hubo quien dijo ‘quiero que la militancia elija’ y quien de repente dijo, ‘bueno pues va a haber primarias’. Y nos pareció bien que la militancia eligiera pero no lo regulamos. Yo avisé, podíamos ir a un choque de legitimidades tremendo porque si alguien es elegido por todos los militantes, ¿dónde está la definición del órgano que lo controla? Y parte de esto es lo que nos está pasando ahora. Mucho militantes dicen yo elegí al secretario general y, sin embargo, el órgano que es el Comité Federal no estaba legitimado para hacerlo. Yo creo que sí porque es el único órgano que teníamos, pero es verdad que no estaba regulado. Mi modelo de partido es el que combina las dos cosas: la decisión de los militantes y la responsabilidad que tiene que ejercer una dirección o ¿qué pasa? Que las direcciones las elegimos y luego yo todo lo consulto con los militantes, y no ejerzo mi obligación de adoptar decisiones ni de rendir cuentas.
¿El mayor error de Pedro Sánchez fue enfrentar a los militantes con los dirigentes?
Te he dicho que no me gusta hablar del pasado porque errores hemos cometido todos. Pero es evidente que ha habido un divorcio…
Hablar del pasado contribuye a superarlo…
Sí pero como ya se sabe lo que ha pasado, ahora se trata de buscar la fórmula para solucionarlo. Es evidente que ha habido un divorcio en muchos sitios, entre la militancia y sus dirigentes… Y eso es demoledor para un partido. Quiero que deje de haber ese divorcio y, sobre todo, que no se juegue a exaltar ese divorcio.
¿Pero usted es partidario, por ejemplo, de que los pactos postelectorales los decida la militancia o el Comité Federal?
Es que eso ya lo ha hecho una vez la militancia.
Sí, pero no estaba en los estatutos como usted ya sabe, era una competencia del Comité Federal.
Por eso, ahora lo que tenemos que hacer es plasmarlo y regularlo.
¿Está a favor o en contra de que la decisión la tome la militancia o siga siendo como hasta ahora una atribución del Comité Federal?
Si lo ha hecho la militancia una vez ya es muy difícil ir para atrás. Sobre todo si hay controversia no es malo que la militancia exprese su opinión.
¿Por qué cree que Sánchez consultó con la militancia el acuerdo con Ciudadanos, pero no sometió a su parecer la investidura de Rajoy?
Pregúnteselo a él.
¿Sigue pensando que fue un error la abstención?
Sí, como digo es una posición política en un momento determinado. Y en aquel momento, todo el mundo nos decía ‘tenéis que pensar en España y pensar en el conjunto de los españoles’. Y España y los españoles lo que necesitan era un gobierno. Yo pensaba, ya, pero no cualquier gobierno. Y si yo pienso en España y en los españoles lo que pienso es que este país necesita un Partido Socialista fuerte para ser alternativa a la derecha. Porque si la decisión que adoptamos hoy debilita todavía más la posición del PSOE y dejamos de ser alternativa, pues estaremos haciendo un flaco favor a este país. En ese momento, apostar por el país era apostar por el PSOE. Apostar por una decisión que no nos debilitara y que no olvidaran nuestros electores durante mucho tiempo. Y ya no partíamos de diez millones y medio de votos, donde alguna decisión nos hizo ir perdiendo paulatinamente apoyos, sino que partimos de cinco y medio. Y si seguimos perdiendo apoyos nos podíamos ir por el desagüe.
¿Unas terceras elecciones no les hubiesen llevado por el desagüe?
¿Por qué? ¿Quién tiene la bola de cristal para decir que sí? Se manejaban encuestas que decían lo contrario. Y además, es como ahora, cada vez que nos amenaza Mariano Rajoy con que me aprobéis esto o voy a elecciones, oiga mire, chantaje ninguno y el PSOE lo que no puede es tener miedo a unas elecciones. Otra cosa es que no sean convenientes.
El PSOE venía de dos convocatorias electorales, dos derrotas históricas, 90 y 85 diputados ¿por qué cree que les hubiera ido bien en una tercera convocatoria?
No estoy hablando solo de la tercera convocatoria, quizá hicimos algo mal hasta llegar ahí. La decisión que adoptó el PSOE de abstenerse ¿la vamos a pagar o no electoralmente?
¿La están pagando?
Yo creo que no se olvidará tan fácil.
Pues algunos compañeros suyos creen que las encuestas certifican lo contrario y que la oposición útil y la convivencia pacífica con el PP empieza a tener recompensa para el PSOE.
Yo me alegro de que en las encuestas aparezca que subimos un poquito, me parece bien. Pero conformarse con eso no creo que sea lo que tenemos que hacer.
¿Y con qué tiene que conformarse?
Con ocupar el espacio que le corresponde al PSOE. Ya sé que hay muchos compañeros y compañeras que pueden defender que el PSOE tiene que viajar hacia el centro para conquistar. Eso es un error para mí. El centro es una posición política a la que no tiene que virar el PSOE. El PSOE tiene que tener un proyecto de izquierdas capaz de atraer a la centralidad sociológica de este país, que es radicalmente diferente de lo que dicen otros. Incluso he oído que es que nuestros votantes se fueron a la abstención. ¿Y entonces de dónde salen los cinco millones de votos de las formaciones que están a la izquierda? ¿No ha habido ningún votante socialista que se haya ido ahí? Es que como hagamos mal el diagnóstico, daremos mal la respuesta. Yo creo que nuestra gente se ha ido a la izquierda porque quiere tener un referente nítido en la izquierda y ese tiene que ser el PSOE. No una izquierda de pancarta y de megáfono, pero tampoco una izquierda resignada. Suelo decir que entre asaltar el cielo y la resignación hay un espacio para el PSOE. Y cuanta mayor contundencia tengamos en ocupar ese espacio, más se achicará el de otros, mejor será nuestro resultado y volveremos a ser un partido ganador.
¿Cuál debe ser la relación entre el PSOE y Podemos?
Lo veremos en cada momento, ahora no estoy preocupado de eso ni mucho menos. Ya sé que hay quien hace de una de las directrices de su proyecto político la búsqueda de pactos con Podemos o con el PP, yo no. Quiero un PSOE que no tenga complejos en ese sentido, que su definición no sea por lo cercanos que estemos a Podemos o al PP o a Ciudadanos, me da igual. Quiero que se defina por lo cercanos que estamos a los progresistas de este país y a la gente que lo pasa mal. Y por lo tanto, que seamos autónomos en nuestra alternativa, no dependientes de si pactamos con unos o con otros. Yo en eso no tengo ningún tipo de complejo.
¿El PSOE está haciendo frente a la derecha?
El PSOE tiene que intervenir y protagonizar ya los debates de la izquierda, y no sólo en este país, sino del conjunto de Europa. Si seguimos acompañando a las políticas neoliberales que vienen de esa globalización sin reglas estaremos cada vez diluyendo más el proyecto socialista y socialdemócrata. Tenemos que ser capaces de definir la alternativa que haga frente a todo esto que nos cuentan que hacen porque no se puede hacer otra cosa y porque en el mercado son estas las reglas y no se pueden cambiar. Reniego de todo esto, no me resigno, quiero un partido que sea capaz de ser alternativa de gobierno y combata el mundo que nos están imponiendo.
¿Cuándo cree dejaron de ser alternativa de gobierno?
En el momento en el que los ciudadanos se empezaron a alejar del Partido Socialista o que nos empezamos a alejar nosotros de los ciudadanos, mejor dicho. En el momento en el que pasamos de tener diez millones y medio de votos a tener cinco y medio.
¿Como consecuencia de qué políticas?
Como consecuencia de políticas no acertadas. Porque han sido políticas que, en muchas ocasiones, la ciudadanía ha visto como acompañadoras de las políticas de la derecha, no como las políticas transformadoras que hacían frente a esas políticas de la derecha que lo que han hecho ha sido generar sufrimiento en este país. Nos han visto acompañándole pero esto ha pasado en España y ha pasado en el conjunto de Europa. Ha tenido que venir una persona como Martin Schulz, a la que respeto enormemente, con un proyecto netamente de izquierdas, para empezar a recuperar la visualización de una socialdemocracia frente al neoliberalismo. Pero esto ha pasado en otros países de Europa. Hemos acompañado y hemos puesto parches y hemos intentado negociar ciertas rebajas que atemperaran las políticas de la derecha. No, si es que la gente nos quiere haciéndoles frente, nos quiere cambiándolas, nos quieren siendo la alternativa y eso es lo que no hemos hecho.
¿A favor o en contra de que los militantes del PSC tengan que escribirse en un censo electoral previo para participar en las primarias del PSOE?
Es que eso me parece como una especie de voto rogado, justo lo que estamos intentando cambiar y tanto daño a hecho a la capacidad y posibilidad de participación de nuestros ciudadanos. Esto parece que se le está pidiendo a los militantes y que denota un absoluta desconfianza que no comparto en absoluto con los militantes del PSC.
¿El PSOE tiene que aprobar los acuerdos post electorales que decida el PSC?
Algunos quieren poner condiciones al PSC que no tenemos los socialistas vascos ni los andaluces ni los madrileños. No nos vayamos a equivocar y nos pasemos de frenada. No vaya a ser que algunos, haciendo ver que quieren arreglar, lo que quieren es romper. Bueno, pues no estoy dispuesto.
Vamos, que los acuerdos del PSC con otros partidos competen sólo al PSC y no al PSOE.
Lo mismos que otras federaciones también son autónomas. A ver si ahora vamos a ir para atrás.
Estatutariamente no lo son.
Pero ya sabes que las tradiciones muchas veces se convierten en norma.
Suerte y muchas gracias.