Israel aprueba más asentamientos en suelo palestino tras la llegada de Trump
"Las reglas del juego han cambiado con la llegada de Donald Trump como presidente, ya no tenemos las manos atadas como en la época de Barack Obama". Son palabras del vicealcalde de Jerusalén, Meir Turgeman. "Ahora finalmente podremos construir", aclaraba.
No hay duda: estamos en otra fase. Turgeman hacía sus declaraciones apenas unos minutos después de que su consistorio aprobase 566 viviendas en suelo ocupado desde 1967, en la zona oriental de la ciudad que los palestinos ansían como capital de su futuro estado. Las casas estarán ubicadas en Pisgat Zeev, Ramot y Ramot Shlomo. El polémico plan de construcción había sido frenado a finales del año pasado, en buena parte por la posición contraria a más colonias del expresidente estadounidense Obama, que arrugaba la nariz ante lo que Naciones Unidas califica como "una flagrante violación al derecho internacional".
Pero ahora hay pista libre, intuyéndose como se intuye el inicio de una hermosa amistad entre Trump y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. De hecho, anoche, Netanyahu y Trump hablaron por teléfono de la situación en Oriente Medio, sin que hubiese pescozón alguno a Tel Aviv por ahondar en la ocupación en Palestina. 30 minutos de charla "muy calurosa", según el Gobierno de Israel, y tras la que han acordado que se reunirán en Washington en febrero.
Los dos líderes discutieron el acuerdo nuclear con Irán, el proceso de paz con los palestinos y "otros asuntos", informó la oficina del primer ministro, sin aportar más detalles sobre el contenido. "El primer ministro expresó el deseo de trabajar con la visión compartida del presidente Trump para promover la paz y la seguridad en la región", manifiesta el comunicado. Trump invitó al primer ministro a visitar a Washington en una fecha que será determinada los próximos días.
Es la primera vez que ambos mandatarios hablan desde la investidura del viernes de Trump y la conversación ha sido recibida como el comienzo de una nueva etapa que terminará con las tensiones que han protagonizado las relaciones con el Gobierno de Barack Obama.
EL ALA DURA, A POR MÁS
El ala dura del Ejecutivo israelí, que cree que Trump jugará a su favor, intentó que se votara además una propuesta de ley para anexionar la colonia de Maalé Adumim en Cisjordania, como un primer paso de una campaña de anexión unilateral de las tierras que Israel ocupó en 1967. Allá viven casi 34.000 de los cerca de 600.000 colonos que residen ilegalmente entre el este de Jerusalén y Cisjordania.
Netanyahu pidió su aplazamiento, a la espera de reunirse con el presidente estadounidense y establecer las relaciones que van a mantener, hecho que la ministra de Justicia, Ayelet Shaked, ha criticado porque considera que Estados Unidos no debe marcar la agenda israelí. "Tenemos que decir al gobierno estadounidense lo que queremos y no esperar órdenes de ellos", defendió en la radio israelí. Sin embargo, los mandatarios locales, menos diplomáticos, han tenido claro que el nuevo republicano no les pondrá demasiados problemas.
Sobre el conflicto palestino-israelí, y en particular los asentamientos judíos, Netanyahu ha declarado que "nadie más que él y el gobierno del Likud se preocupan por ellos", pero agregó que la construcción en las colonias debe hacerse "con cabeza y responsabilidad".
APOYO INCONDICIONAL
Trump ha manifestado su "apoyo incondicional al país", pero Netanyahu quiere comenzar con buen pie y evitó que se votara la anexión de la colonia, a cambio de prometer que levantará las restricciones para ampliar los asentamientos en Jerusalén Este, uno de los puntos de mayor fricción con la Administración de Obama.
Sobre Irán, Netanyhu adelantó que se centraría en la conversación con Trump en "detener la amenaza que se proyecta del mal acuerdo alcanzado", y afirmó que sigue siendo "el objetivo supremo del Estado de Israel".
El Gobierno espera mejorar sus relaciones con Estados Unidos después de ocho años de altibajos por las críticas de Obama a la colonización judía del territorio ocupado de Cisjordania y Jerusalén Este, y el acercamiento con Irán, con la aprobación del pacto nuclear en 2015 para frenar su programa nuclear.
La derecha más nacionalista israelí ha visto en la elección de Trump una puerta abierta para relanzar la colonización del territorio palestino, y sólo dos días después de su investidura se han disparado los llamamientos para avanzar en este sentido, sin esperar el beneplácito de Estados Unidos.
También esperan que el presidente de Estados Unidos cumpla su promesa de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, sobre lo que la Casa Blanca dijo hoy que están en las "primera etapas" de la discusión.
El alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, aplaudió este anuncio y aseguró que "Trump es un verdadero amigo que cumple sus promesas".
"El anuncio de esta noche ha enviado un claro mensaje al mundo de que Estados Unidos reconoce a Jerusalén como la capital indivisible del Estado de Israel", declaró en un declaración oficial.
El presidente palestino, Mahmud Abás, ha insistido en que instalar la embajada estadounidense en Jerusalén supondría una "agresión" y cruzar una "línea roja" inaceptable para la solución del conflicto.