Las carambolas vascas y gallegas
Los dirigentes del PP suelen hablar sobre la situación política en privado como si fuera una partida de billar. Las bolas azules, naranjas, rojas y moradas. Pues, a partir de este viernes, se suman a la mesa más con motivo de la campaña de las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre que pueden remover (y no sabemos si ayudar a resolver) la interminable partida que se vive en Madrid.
Los presidentes del País Vasco, Iñigo Urkullu, y de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, no querían que el desconcierto del Congreso de los Diputados entorpeciera sus comicios, que desdibujara la batalla en terreno propio. Y es que, sobre todo en Euskadi, se suele votar de forma diferente en las regionales que en las generales. No deseaban que el votante se distrajera con los flashes capitalinos.
No todos los deseos se cumplen. Y las autonómicas se van a celebrar en mitad de un convulso escenario general. Arrancan al poco de la investidura fallida de Mariano Rajoy (PP), salpicadas por el nebuloso intento de Pedro Sánchez (PSOE) de conseguir un pacto con otros partidos para buscar una “solución” y con una polémica que ha sacudido internamente a los populares: el frustrado y criticado intento de llevar al exministro José Manuel Soria al Banco Mundial.
A LA ESPERA DE LOS RESULTADOS
El CIS ha dibujado este jueves un panorama en el que Feijóo logrará de nuevo la mayoría absoluta (40-41 diputados), por delante de En Marea (15-17), PSOE (16), BNG (2) y Ciudadanos (0-1). En Euskadi también volverá a ganar el PNV, con 27-28 diputados, por delante de Bildu (16), Podemos (15-16), PSOE (8) y PP (8).
Todo importa. Las elecciones vascas y gallegas influirán directamente en el panorama nacional, y al revés. La cita electoral ha supuesto un parón en el calendario de investiduras. Durante estas dos semanas no se celebrará ninguna sesión. El rey, de hecho, ni ha convocado ronda de consultas a la espera de que haya diálogo entre los partidos. Las formaciones, a pesar del intento de Sánchez, no quieren extraños movimientos estos días que afecten a sus votantes.
Por lo tanto, los posibles pasos -profundos y dolorosos- que podrían ayudar a desencallar la situación no llegarán como mínimo hasta después del 25 de septiembre. Ese nuevo capítulo, ya con los resultados en la manos, durará poco más de un mes. La fecha tope para que un candidato intente la investidura es el 31 de octubre, cuando se cumplirán dos meses del intento de Rajoy. En caso de que nadie lo logre, se disolverán las Cortes y los españoles tendrán que votar en diciembre -la tercera vez en un año-.
EL ANSIA/NECESIDAD DEL PP DE LA MAYORÍA ABSOLUTA EN GALICIA
En este choque de bolas habrá variantes por los votos, los intereses personales y las necesidades de alianzas. Primero, el resultado electoral. Para salir fortalecido de estas elecciones, Rajoy necesita que el PP gane con mayoría absoluta en Galicia -el famoso escaño 38-. De esta manera, podría lanzar el mensaje de que los ciudadanos le apoyan y que quieren gobiernos estables -ese es el principal argumento que está lanzando Feijóo en la campaña-. Una victoria también supondrá que el líder del PP gallego se mantenga en Santiago. Siempre ha sido uno de los favoritos para liderar el Partido Popular y el cuestionamiento de la figura de Rajoy aparece y desaparece por días. Todavía resuena en su cabeza la frase de Feijóo de que lo de Soria era “difícil de entender”.
Feijóo y Rajoy
En cambio, si el PP no logra la mayoría absoluta en Galicia, se abrirá la posibilidad de que la izquierda se una -PSOE, En Marea y BNG- para ocupar San Caetano. Los populares intentan evitar a toda costa esta situación y trasladan una imagen radical y dividida de esta opción. “Un Gobierno de 42 partidos”, critican los sectores de derechas. Para la izquierda, en cambio, supondría arrebatar al PP uno de sus bastiones de poder y sentimentales y reforzar la idea de fuerzas del cambio.
En este juego autonómico-nacional aparecerá como un actor de reparto Ciudadanos. Galicia no es una plaza fuerte para ellos. No han cuajado, tienen problemas internos, ha habido cambios en las listas incluso de las generales desde el 20-D hasta el 26-J. Si logra entrar, podría ayudar a Feijóo. Lo han dejado claro desde la dirección madrileña de la calle Alcalá. Esto supondría tener que volver a trazar alianzas con los populares después de la extraña experiencia de amor/odio del pacto alcanzado para investir a Rajoy.
EL PSOE, LA IMPORTANCIA DE SER SEGUNDO
Sigamos con estas carambolas. Para Pedro Sánchez, las gallegas tienen un significado especial. El resultado será medido externa e internamente. Los socialistas gallegos aspiran a ser segundos, quedar detrás de En Marea sería un duro golpe. Ya lo sufrieron en las generales del 20 de diciembre, pero consiguieron recuperarse en junio y ser ellos los que daban el sorpasso a las confluencias. Pueden verse ahogados dentro de la izquierda o, de repente, presidir la Xunta si son segundos y suman las izquierdas los 38 escaños.
¿Y por qué son tan delicadas internamente para el líder del PSOE? Un mal resultado para Sánchez podría ser utilizado por los sectores críticos para atacarle. Hasta el momento nadie ha pedido públicamente un congreso, pero eso no significa que muchos no lo anhelen. El silencio de Susana Díaz parece hablar precisamente cada día más. La federación gallega está llena de problemas, no tiene líder. Una gestora se encarga de dirigir al partido tras la dimisión de su líder, José Ramón Gómez Besteiro, por su imputaciones en el marco de la operación Pulpo.
En la propia marcha de Besteiro influyó también el clima interno del PSOE. Los barones más críticos mostraron en privado su incomodidad por su colega gallego, que estaba enmarcado dentro del grupo de líderes territoriales que apoyan a Sánchez -Miquel Iceta, Luis Tudanca, Francina Armengol, Sara Hernández-. Además, existe otra guerra de poderes dentro del PSOE gallego, donde intentan desplegar su influencia pesos pesados como Abel Caballero y José Blanco. Este último sigue jugando en las sombras y quiere dominar a su manera el partido en su tierra.
La lucha por la candidatura se dirimió en unas primarias que ganó Xoaquín Fernández Leiceaga, que venció a José Luis Méndez Romeu -el candidato auspiciado por el establishment socialista gallego-. En Ferraz siempre recuerdan que es un ejemplo de cómo ha cambiado el partido frente a los que intentan controlarlo. Un “outsider”, como lo define una de las personas más cercanas a Sánchez. El aspirante se ha acercado a la órbita del secretario general. Por lo que un fallo suyo, se lo atribuirán también a la dirección en Madrid.
Leiceaga y Sánchez
El efecto gallego también influirá en Unidos Podemos. Un suma suficiente de la izquierda dará alas a los de Pablo Iglesias para presionar más a Sánchez para que intente un Gobierno alternativo a Rajoy y se presente de nuevo a la investidura. La tercera posición supondría un jarro de agua fría para las confluencias en su intento de desplazar al PSOE del liderazgo de la izquierda. Además, servirá para calibrar el efecto ante los electores de las fuertes diferencias que han mantenidos las mareas y Podemos para hacer las listas.
¿INTERCAMBIO DEL PP Y DEL PNV?
¡Atención a la mesa vasca! Los peneuvistas parten como favoritos, pero necesitarán apoyos para seguir gobernando. Urkullu tiene la intención de hacerlo con pactos puntuales, pero no le salen las cuentas solo con los ocho diputados del PSE-EE vaticinados por el PSOE.
En Madrid, los nacionalistas vascos tienen cinco asientos en la Carrera de San Jerónimo. El PP y Ciudadanos sumaron 170 escaños en la pasada investidura, faltaron seis para la necesaria mayoría absoluta. Con los cinco peneuvistas estarían al borde de la exigencia constitucional para la Presidencia del Gobierno. En el PNV niegan que vayan a apoyar a Rajoy tras el 25-S, pero en Génova creen que ese escenario se podría despejar por las necesidades posteriores de Urkullu.
Los populares no aspiran a ser un partido mayoritario en el PP, pero quieren jugar esa baza de muleta de Urkullu. El CIS los deja a la altura del PSOE. Antes los socialistas ganaban de largo a los populares en aquella autonomía. Por lo tanto, puede ser un golpe muy duro para Pedro Sánchez, al perder la mitad de los escaños, quedarse solo con ocho y al mismo nivel que los de Alfonso Alonso.
Esta sería otra bala de munición de los críticos del PSOE con Sánchez. Además, Idoia Mendia -la candidata socialista y secretaria general de la federación- forma parte del grupo de barones cercano a Sánchez. Está a favor de intentar un Gobierno alternativo a nivel nacional y piensa que la abstención sería también catastrófica electoralmente para su formación en las vascas. Por lo tanto, también irá de la mano de su líder en la victoria y en el fracaso.
Zabala y Errejón
Las bolas moradas de Euskadi y de la dirección nacional de la madrileña calle Princesa también van a rodar con fuerza por la mesa. El País Vasco se ha convertido rápidamente en un gran feudo para los de Pablo Iglesias, que fueron la fuerza más votada el pasado 26 de junio -la autonomía donde consiguieron mayor porcentaje de papeletas-. La legislatura vasca servirá para ver la fuerza que tienen de influencia con el PNV y las repercusiones a nivel nacional sobre sus posicionamientos en temas soberanistas.
En la sede en Madrid de Ciudadanos afectarán estos comicios para saber si realmente pueden capitalizar el voto más antinacionalista que conseguía UPyD, que no se presenta en esta ocasión. La bola naranja en Vitoria no tendrá mucha fuerza.
Esta medianoche arrancan estas dos partidas. Y la política española se va a dormir cada día envuelta en el kafkiano y aletargado ambiente de los billares de Aki Kaurismäki.