El sueño americano de Anthony Ervin, oro olímpico 16 años después
Ganó su primer oro en la prueba de 50 metros libres en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. Con 35 años —16 después de aquella medalla— Anthony Ervin ha repetido la hazaña en Río, ganando en la final de la prueba más rápida del calendario, y se ha convertido en el campeón olímpico de natación más mayor de la historia.
El regreso de Ervin a la elite no ha sido simplemente la vuelta a la competición deportiva, sino un camino hasta la redención después de una época difícil y confusa para el nadador estadounidense.
DROGAS, ALCOHOL Y DEPRESIÓN
Un año después de ganar el oro en Sidney, el deportista norteamericano participó en los mundiales de Fukuoka (Japón) y repitió triunfo. Sin embargo, a pesar de sus éxitos, decidió retirarse en el momento cumbre de su carrera. A partir de ahí, se vio arrastrado por una espiral de drogas, alcohol y depresión. Incluso intentó suicidarse tomando una sobredosis de la medicación prescrita para tratar el síndrome de Tourette, que le fue diagnosticado cuando era adolescente. Fue una época de confusión y una batalla por encontrarse a sí mismo que describió en las páginas de la revista Rolling Stone y que se incluyen en su autobiografía Chasing Water, publicada en mayo de este año.
Durante esos años locos tocó en una banda de rock, trabajó en una tienda de tatuajes y vendió su medalla de Sidney en eBay para recaudar fondos para el Tsunami de 2004 en el sudeste asiático. Su talante solidario también le llevó a dar clases de natación gratuitas a niños dentro del proyecto Imagine Swimming, una escuela de natación de Nueva York que pretende ayudar al desarrollo intelectual y psicológico de los pequeños a través de este deporte.
En 2011, Ervin decidió volver a entrenar y prepararse para los Juegos Olímpicos de 2012. Sólo pudo quedar quinto en la final de los 50 metros libres, pero la posición era lo de menos: estaba de vuelta y había decidido quedarse. Y cuatro años después de la cita de Londres, el nadador americano hizo lo que nadie había conseguido antes: ganar un oro en la misma prueba, hazaña que ha sido muy aplaudida por compañeros y compatriotas.
¿A POR TOKIO 2020?
Por si todo esto no fuera suficiente, el medallista fue padre de una niña hace seis semanas, mientras se disputaban las clasificaciones americanas para los juegos. El calendario frenético ha impedido al nadador conocerla, pero le ha dado la oportunidad de mandarle un inspirador mensaje. “Quería demostrarle que el sueño americano es para todos, sin excepciones”, decía a la cadena de televisión norteamericana NBC. "Las cosas malas, las buenas, las difíciles, los altos, los bajos, todo ha contribuido a construir la persona que soy ahora”, confesaba.
En el futuro, Anthony Ervin —que concluyó su participación en Río consiguiendo otro oro con el equipo de relevo del 4x100m libres— no descarta participar en Tokio 2020 y dice que, por ahora, se quedará con sus nuevas medallas. De momento, puede añadir un capítulo más a sus espectaculares memorias y compartir los metales con su hija.