Por qué el tráfico sexual infantil puede convertirse en epidemia en los Juegos de Río
En las playas cercanas al estadio olímpico de Río de Janeiro hay niños que venden su cuerpo.
En Brasil, niñas de sólo ocho años se prostituyen, en algo que los expertos califican de "epidemia" y que implica a cientos de miles de menores.
Son niñas como Ana Gabriela, a la que fichó una mujer que le prometió un trabajo en una tienda en la playa durante la Copa del Mundo de 2014, cuando todavía vivía en su ciudad natal, en un estado al lado de Río.
"Al final acabó cautiva en una favela, y obligada a vender su cuerpo en frente del Copacabana Palace, el principal hotel de Río. Tenía 15 años", cuenta Matt Roper, un británico fundador de Meninadanca, una organización que ayuda a las chicas metidas en la prostitución infantil.
El lugar donde obligaban a Ana Gabriela a quedarse, y donde a veces la violaban hasta ocho hombres por noche, se sitúa junto a las pistas donde se realizan las pruebas olímpicas de ciclismo.
Su historia refleja el hecho de que en muchos macroeventos deportivos —como los Juegos Olímpicos— aumenta el riesgo de tráfico sexual, ya que las bandas tratan de aprovechar la afluencia de personas para vender a más chicas.
En 2004, con los Juegos Olímpicos de Grecia se incrementó en un 95% el número de víctimas de tráfico humano y se estima que la Copa del Mundo de Alemania de 2006 produjo 40.000 esclavos sexuales (aunque las cifras no están claras).
Dos chicas a las que acudieron varios traficantes. Foto: Matt Roper
Se puede practicar sexo con niños prostituidos por sólo dos reales brasileños (unos 0,50 euros), según informan las organizaciones. Se dice que este trabajo sexual también tiene lugar en el corazón de los Juegos, incluso en el distrito de la Villa Olímpica, donde se alojan los atletas.
Muchas niñas están empujadas hacia la prostitución por sus propias familias. Luego las bandas las llevan a las grandes ciudades, les prometen trabajo y una oportunidad que les "cambiará la vida".
"Existe la preocupación de que el número de turistas atraído por los grandes eventos aumenta la explotación de mujeres en situaciones vulnerables. Ocurrió durante la Copa del Mundo, y nos preocupa que también vuelva a suceder ahora en los Juegos", afirma Glauce Arzua, representante de las campañas en ActionAid Brasil, que ya ha tratado numerosos casos desde que empezaron los Juegos Olímpicos de Río.
"Las niñas y las mujeres pobres corren un riesgo mayor de acabar involucradas en situaciones de violencia y explotación, encandiladas por promesas e ilusiones de una vida mejor".
Es difícil determinar la magnitud del problema, pero se estima que al menos medio millón de niños se prostituyen, de acuerdo con el Foro Nacional para la Prevención y Erradicación del trabajo infantil de Brasil. "La explotación sexual infantil es una epidemia; es un escándalo que afecta a miles y miles de niñas", asegura Roper.
En Brasil, casi todos los sectores de la sociedad utilizan a niños para la prostitución, explica: "Cualquier persona. Policías, políticos locales, dueños de tiendas, gente pobre… Hasta hemos tenido el caso de un alcalde".
La terrible recesión del país no hace más que empeorar las cosas. "He estado hablando con prostitutas del barrio rojo de Río y decían que en los últimos años ha crecido considerablemente el número de chicas, sobre todo niñas, que ha llegado", señala Roper. "La gente está perdiendo el trabajo, no les quedan más opciones".
Atletas de la Villa Olímpica.
En el caso de los Juegos, comenta, está claro que habrá más chicas que lleguen a Río atraídas por los traficantes con la esperanza de ganar algo de dinero.
"Los traficantes —e incluso gente de a pie que quiere aprovecharse— provocarán un aumento en el tráfico de personas, o un aumento directo en la prostitución, y arruinarán la vida de muchas chicas", zanja.
¿De dónde vienen estas chicas?
Aunque cada caso es diferente, hay un patrón común de chicas procedentes de pueblos pequeños y pobres, a las que acuden los traficantes ofreciéndoles trabajo en una ciudad como Río. "A veces es trabajo en una tienda o en una playa, o a veces es [más abiertamente] una oferta de prostitución", cuenta Roper.
Muchos niños ya han sido empujados hacia la industria del sexo por sus propias familias, afectadas por la pobreza y por una larga historia de injusticia social. "Creen que es normal y que no hay nada malo en ello. En pueblos pequeños, que están en mitad de la nada, es parte de la historia y la cultura. Hay un tipo de aceptación hacia la prostitución infantil".
"Sus madres también lo fueron, así como sus abuelas. Es como algo generacional".
Una niña puede ser prostituta a la edad de 10 u 11 años, afirma. "A los seis años, ya abusan de ellas en casa, así es como empieza todo. Suele ser una forma de iniciarlas".
Dos niñas que fueron prostitutas en la Copa del Mundo de Río 2014. Foto: Matt Roper
Según estudios realizados por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la mayoría son mujeres negras y solteras, pero con hijos. Suelen tener escaso nivel educativo y en muchos casos han sido víctimas de abusos sexuales y de violencia tanto dentro como fuera del hogar, e incluso en la escuela, lo que las hace vulnerables.
Está tan normalizado que los padres conciben a sus hijas como una manera de ganar dinero cuando estas llegan a una determinada edad, y a veces también se pelean con ellas por el dinero. "La queja principal por parte de los padres cuyas hijas se prostituyen es que ellos no reciben dinero", explica Roper, "no el hecho de que se prostituyan".
Los traficantes verán los Juegos de Río como una oportunidad para "ir al interior y buscar a niñas de 12 años que ya estén metidas en el mundo de la prostitución para prometerles cosas y luego arrebatárselas".
¿Cómo son sus vidas?
A Maria, la chica de 15 años que permanecía cautiva en una favela de Río, la maltrataban, la amenazaban, no le daban suficiente comida y le pegaban si no ganaba el dinero suficiente al final de la noche. "Contaba que había hombres que la recogían y luego la tiraban al suelo; una vez la trataron tan mal que no podía andar", explica Roper.
Ha trabajado con chicas a las que han drogado y secuestrado; en palabras de Roper, a una la tiraron por la puerta de un camión en marcha cuando acabaron con ella.
Pero otras trabajan desde casa y por voluntad propia para intentar paliar la pobreza; y "se acostumbran a ese tipo de vida", explica, aunque ellas también son objeto de la violencia.
Roper también ha trabajado con chicas como Leilah, de 12 años, que se dedicaba a esperar en el arcén de la BR-116, una de las autopistas más grandes del país que pasa por Río, y a ofrecerse a los camioneros que pasaban por su zona.
Foto: Matt Roper
"No hay que subestimar la situación por la que están pasando", opina Roper. "Al final es una vida de sufrimiento. Se les trata como si no fueran nada, como si fueran objetos, y los hombres no tienen reparo en hacerles daño".
¿Quiénes son los traficantes?
"Son delincuentes locales —algunas, mujeres— que se mueven en el mundo de la droga y en todo lo ilegal que lo rodea. Son mundos que se fusionan. Si una mujer que trafica con droga conoce a una chica guapa que además es presa fácil, seguro que también conoce los bajos fondos de este mundo".
La mayoría de los traficantes son hombres, pero el 43% son mujeres, cuya labor principal es reclutar a las víctimas, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito de Brasil. Otros estudios indican que se ha producido un aumento del 41% en el número de mujeres traficantes en los últimos años.
Según Roper, las bandas de traficantes de Brasil no están tan organizadas como las del este de Europa, pero "sí que hay una red de personas implicadas en actividades ilegales y la prostitución forma parte de ellas".
Foto: Matt Roper
¿Por qué las chicas no pueden dejarlo?
Muchas no vuelven a casa después de que se las lleven a las grandes ciudades. "Quedan atrapadas en ese mundo, o se les obliga a quedarse o se las vende, incluso al extranjero", explica Roper.
Las rutas del tráfico sexual implican que las niñas que se llevan a Río suelen ser trasladadas a otros núcleos internacionales. "He visto burdeles en Londres y muchas de las prostitutas eran brasileñas; así es como llegan, de una ciudad pequeña pasan a una más grande y luego se las llevan a otro país. Y, una vez en otro país, es difícil salir".
¿Quien utiliza a estas chicas?
No tienen por qué ser los turistas que acudan a ver los Juegos, aunque es posible que algunos de ellos paguen por practicar sexo durante su estancia en Río. "No estamos diciendo que el turismo esté relacionado directamente con la explotación sexual. Pero es cierto que ha aumentado el atractivo para los hombres, lo que hace que las mujeres sean más vulnerables a la explotación cuando son menores de edad y/o explotadas por intermediarios. Y la explotación sexual sí que está relacionada con la forma estereotípica en la que se suele representar a la mujer brasileña".
Sin embargo, según Julie Mollins, de Thompson Reuters, los miedos al respecto son exagerados. "Todo forma parte del estereotipo de quiénes son los aficionados al deporte: enfermos sexuales, fans del deporte desenfrenados que en realidad no están en Río por el deporte, sino para comprar sexo… unos argumentos algo infundados en cuanto a lo que sabemos sobre el comportamiento humano".
Roper señala que los compradores potenciales son los locales que suelen utilizar a las chicas; muchos turistas evitarán las zonas peligrosas en las que tiene lugar el tráfico sexual.
También es probable que las niñas menores de 15 años con las que se trafica no se encuentren en las playas más conocidas. "No verás a una niña de diez años en una playa", aclara Roper. "La gente que vaya en busca de turismo sexual infantil no acudirá a lugares muy concurridos".
Foto: Matt Roper
A menudo, son los propios familiares los que empujan a las chicas al tráfico sexual.
El trabajo de Roper se centra en las chicas que frecuentan la autopista BR-116, una práctica que surgió debido a la ubicación de los barrios desfavorecidos. "Hace 20 años era una zona mucho más pobre y la gente no tenía suficiente comida".
"Los únicos que tenían algo de dinero eran los camioneros que pasaban por la autopista que se encontraba frente a sus casas. Por eso, prostituirse en los arcenes de la carretera se convirtió en una actividad que casi todas las mujeres en ese nivel de pobreza llevaron a cabo".
La pobreza y la histórica discriminación sexual hacen que ciertos grupos lo vean como algo normal. "En Gran Bretaña, si un profesor tiene una aventura con una alumna de 17 años, acabará en la cárcel; pero en Brasil, muchas personas no consideran que mantener relaciones sexuales con niñas de 12 años sea pedofilia, una violación o un crimen", explica Roper.
¿Ocurrió también en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012?
Muchas agencias de Londres temían ver un aumento del tráfico sexual —y del tráfico de personas en general— durante los Juegos Olímpicos de 2012. Cundía la preocupación de que se traficara con personas de etnia romaní para que pidieran y robaran en la calle.
Londres invirtió en proyectos para prevenir esta situación y se advirtió a los ayuntamientos con el objetivo de que hicieran algo para evitar la desaparición de niños tutelados por los servicios sociales.
La Policía metropolitana de Londres no vio señales de que el tráfico sexual aumentara.
"Sinceramente, creo que creció el número de personas que intentó reclutar a niñas para aprovecharse", afirma Roper, pero no está seguro de que la prostitución en sí misma aumentara.
La Policía metropolitana de Londres afirmó que, aunque investigó un caso concreto, no vio señales de que aumentara el tráfico sexual relacionado directamente con los Juegos Olímpicos. Sin embargo, Laura Godman, portavoz de la Policía londinense, señaló que era "difícil de cuantificar" porque, a menudo, las víctimas no se dan cuenta de que son víctimas de tráfico sexual o de que "la vida que se han visto obligadas a vivir no es normal".
Georgina Perry, que dirige Open Doors, una organización que ofrece apoyo a las trabajadoras sexuales de Londres, declaró que el revuelo que causó este asunto hizo que algunas de estas trabajadoras rehuyeran de los servicios de salud por miedo a que se las criminalizara, y eso las condujo a una situación de riesgo.
¿Qué ocurrirá tras los Juegos de Río?
El problema no desaparecerá cuando acabe la ceremonia de clausura: según CAMTRA (una organización brasileña que vela por los derechos de las mujeres), Brasil es el segundo país del mundo con los índices más altos de tráfico de mujeres.
"En una ciudad pequeña de unos 15.000 habitantes puede haber 200 niñas en esta situación", revela Roper. "Cuando haces los cálculos, ves que hay miles de niñas a las que sus circunstancias, sus padres o la presión les obligan a formar parte de la prostitución infantil".
Los activistas esperan que la atención internacional que vivirá Brasil por los Juegos Olímpicos deje un legado que sirva de ayuda. Pero también preocupa que, en cuanto el país deje de estar en el punto de mira tal y como lo ha estado con las Olimpiadas, las cosas acaben mucho peor.
"En cuanto la gente se vaya y no haya motivos por los que mostrar esta imagen [positiva] de Brasil al resto del mundo, muchos creen que las cosas empeorarán debido a la compleja situación económica", explica Roper.
Después de los Juegos, no habrá inversiones adicionales para la educación, la sanidad o la seguridad, y eso significa que los más vulnerables —los niños— verán cómo se les complica la vida.
Brasil, un país asolado por la crisis, no ha prestado la misma atención que Reino Unido en cuanto a la inversión social con motivo de los Juegos: "Río de Janeiro ha perdido la oportunidad de invertir en la promoción de un verdadero legado social, con el fin de reducir la pobreza y la desigualdad e invertir en la calidad de los servicios públicos, que abrirían el camino para reducir el riesgo de que las jóvenes se vean envueltas en situaciones de ese tipo que no respetan la dignidad humana y que son un crimen", declara Arzua, de ActionAid Brasil.
Denuncia que, en lugar de invertir en proyectos sociales de ayuda a estas chicas, Río de Janeiro sufrió desahucios, reasignaciones de familias a lugares sin infraestructuras ni inversiones en proyectos de deportes, en barrios pobres o en colegios públicos.
"Río ha perdido la oportunidad de convertirse en una ciudad más segura para las mujeres".
¿Qué se puede hacer para ayudar?
Aunque Brasil tenga leyes progresistas sobre la prostitución, es raro que se investiguen casos sobre los culpables del delito y las redes en las que se trafica con niños son difíciles de rastrear.
"El Gobierno brasileño no cuenta con una estructura consolidada para tratar el problema", explica Arzua, de ActionAid Brasil.
A pesar de ello, proyectos como Meninadanca actúan en el terreno y construyen "casas rosas" en las que las niñas víctimas del tráfico pueden estar a salvo.
Con vistas a los Juegos Olímpicos, organizó una caminata de 100 kilómetros para recorrer la autopista BR-116, donde muchas niñas sufren abusos, ató lazos rosas en cada kilómetro y pidió a ciudadanos de Reino Unido que apadrinaran un kilómetro para concienciar sobre este asunto.
La organización benéfica CAMTRA está repartiendo 20.000 kits de información, en portugués y en inglés, en algunas de las zonas olímpicas más concurridas para explicar los riesgos y los indicios de prostitución. Trabaja conjuntamente con ActionAid y reparte panfletos, organiza reuniones públicas con autoridades locales y prepara seminarios y marchas.
También formó a 120 niñas durante la Copa Mundial de Fútbol de 2014 para que ejercieran de embajadoras y difundieran el mensaje contra la explotación. "Es importante empoderar a los niños, a los adolescentes y a los adultos para que rechacen las ofertas que les presentan", explica Arzua, de ActionAid.
Cualquier persona que esté en los Juegos Olímpicos o esté en Brasil y sospeche que hay un caso de tráfico infantil o de prostitución infantil, debe llamar al servicio telefónico oficial del país (100) para denunciar de manera anónima y en inglés.
¿Pueden cambiar las actitudes?
"Me gustaría pensar que sí", opina Roper. "Tienen que cambiar las personas. Obviamente, el país ha entrado en declive, pero a medida que Brasil se desarrolla, cada vez más gente utiliza el sistema educativo, este mejora, y hay más gente que sabe lo que ocurre en otros países. Poco a poco, se progresa y la gente empieza a pensar de una forma distinta".
Este artículo fue publicado originalmente en la edición británica de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno, Irene de Andrés y Marina Velasco