Lo que los zapatos de Theresa May esconden

Lo que los zapatos de Theresa May esconden

REUTERS

Año 2002, congreso del Partido Conservador británico. La diputada Theresa May se sube al estrado para pronunciar su discurso en el que deja claro, por si había alguna duda, que no se anda con medias tintas: sentencia ante al auditorio que los votantes les consideraban el “partido malvado". Y así, en mitad de tan duras palabras, sus zapatos. En política no sólo los discursos cuentan, cada gesto, cada detalle estilístico está calculado, pensado por algún motivo. Aquellos kitten heel con estampado de leopardo no son una excepción con ellos empezó a cambiar todo.

Descrita por sus colegas políticos como una mujer adicta al trabajo, perfeccionista y con una personalidad "de acero", May necesitaba algo que la humanizara, algo que demostrara que, más allá de todos esos rasgos, había una persona con sus hobbies y obsesiones, como cualquier mortal. Es el único capricho que se permite que se materialice en su imagen, que cuida hasta el límite, siendo uno de los detalles que más capta la atención. "No soy una política vistosa, no hago tours por las televisiones, no cotilleo sobre la gente a la hora de la comida, no bebo en los bares del Parlamento. Simplemente hago el trabajo que tengo delante".

Y así lo lleva haciendo desde el primer día, en el año 1992, en el que ingresó por primera vez en la Cámara de los Comunes por primera vez, siempre acompañada, eso sí, por sus tacones. La semana pasada, cuando sonaba como la preferida para suceder a Cameron, se presentó en el Parlamento con unos zapatos negros decorados con labios en distintas tonalidades de rojos. Quiá fuera toda una declaración de intenciones... ¿Mandaría besos los británicos con ellos? Desde luego, volvió a conseguir lo que sabe hacer a la perfección: no dejar indiferente a nadie.

Este miércoles se ha convertido en la primera ministra de Reino Unido, título que hasta ahora sólo había ostentado Margaret Thatcher. Más allá de las comparaciones entre ambas políticas, May llega al 10 de Downing Street dejando claro que tiene su propio estilo.

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