Las monjas que fabrican hostias, en crisis por la competencia extranjera: "Es insostenible"
Gema Juan, madre priora de las Carmelitas Descalzas de Puzol en Valencia, está preocupada. “Es nuestro medio de vida. Es que es nuestro medio de vida”, repite sin cesar. Su congregación depende económicamente de la producción y venta de las hostias que los sacerdotes utilizan después de consagrarlas para dar la comunión. Y en los últimos años una crisis está golpeando a las religiosas hasta hacer temblar su negocio: sus ventas han caído en picado, hasta reducirse a más de la mitad. ¿La razón? La competencia extranjera.
Las Carmelitas afirman que ahora muchos curas y tiendas de artículos religiosos ya no les compran a ellas las hostias, sino que optan por otras más baratas que vienen de Italia, China y, sobre todo, Polonia. “Nosotras fabricábamos en torno a 25.000 o 30.000 formas al día y ahora nuestra producción ha caído como poco a la mitad. Los ingresos, evidentemente, también”, denuncia a El Huffington Post Gema Juan. La calidad de las hostias foráneas, asegura, es inferior a las que ellas producen, pero admite que tampoco se trata de un producto “al que se le exija un exceso” de clase.
“Al fabricarlas grandes empresas, que pueden hacer más a menor coste, es difícil competir. Nuestro producto es económico, pero…” lamenta la madre priora, que subraya que todas sus compañeras están “legalizadas”, forman parte del gremio de los artesanos del pan y viven del taller que tienen en el convento.
UNA "SITUACIÓN INSOSTENIBLE"
Alertadas por la caída de las ventas, hace unos meses estas Carmelitas colgaron en su página web un comunicado en el que subrayaban que habían hecho una “fuerte inversión económica” para comprar la maquinaria necesaria, “muy cara”, y que ahora sus ventas habían caído “alarmantemente”. “La situación se hace insostenible”, advertían mientras aseguraban que “algunas tiendas de artículos religiosos” habían empezado a “comercializar formas elaboradas industrialmente en el extranjero y a unos costes tan bajos” que ellas no pueden seguir en el mercado.
Después, un reportaje en el diario Levantehizo de altavoz de las religiosas, aunque Juan afirma que la situación no ha mejorado. Este convento no es el único afectado por la importación de las hostias extranjeras y la producción de formas no es tarea exclusiva de las Carmelitas. Otras como las Clarisas o las Capuchinas también se dedican a ello. Y todos los monasterios consultados por El Huffington Post admiten que cada vez venden menos hostias, aunque la mayoría desconoce que se enfrentan a la competencia de otros países.
Una carmelita del monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, en Badajoz, reconoce que cada vez venden menos formas y más despacio, pero niega que eso se deba a la competencia extranjera. “Los mismos sacerdotes nos dicen que es porque la gente ya no va a misa como antes y se comulga menos”, asegura, desconocedora de que se enfrentan a un enemigo nuevo.
"ES UNA COSA MUY SENCILLA"
María Nieves, madre priora de las Carmelitas del Monasterio San José de Málaga, explica el proceso de elaboración del producto, que sólo contiene agua y harina. “Tenemos maquinaria que hace una masa, se cuece en unos hornos industriales, luego se humedece, se produce lo que nosotros llamamos panes y luego tenemos una cortadora y las envasamos. Es una cosa muy sencilla”, dice. Luego, las monjas se lo venden directamente a los curas o a tiendas de productos religiosos, donde también las pueden adquirir los sacerdotes, que son quienes deciden dónde y cómo las compran.
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Las religiosas afirman que son estas tiendas las que están comprando hostias en otros países. El responsable de uno de esos establecimientos en Barcelona, que prefiere no decir su nombre, explica que las formas con las que comulgan los fieles se venden en paquetes de 500 y las que utilizan las sacerdotes, más grandes, en packs de 25. En ambos casos, las cajas de hostias españolas suelen venderse a unos seis euros. Las extranjeras, afirma, pueden costar unos tres o cuatro euros. Es decir, casi la mitad de precio. “Al final, todo se resume en eso. Si es más barato, la gente lo compra”, zanja.
Él sí reconoce que en alguna ocasión ha vendido panes procedentes de Polonia, pero subraya que no han tenido “ningún éxito” porque son “de peor calidad y a los curas no les gustan”. “Esto no deja de ser un alimento, entonces hay que tener cuidado con estas cosas”, advierte. Este profesional asegura que quien introdujo las hostias de otros países en España fue “un comercial de la zona de Valencia, que se dedicaba a otra cosa y se metió en los artículos religiosos”. “Ese señor se dedica a importar formas de Polonia, que vienen muchísimo más baratas y sobre todo las ha impuesto en la zona de Valencia”, advierte.
"CADA CONVENTO TIENE SU FÓRMULA"
La responsable de una tienda religiosa de esa ciudad, que tampoco quiere decir su nombre, pone en duda eso de que las hostias extranjeras sean peores que las que fabrican las monjas en España. “Dependerá de cada caso, porque cada convento tiene su fórmula y todos son diferentes”, advierte.
No hace falta irse muy lejos para encontrar las formas extranjeras. En Amazon se pueden conseguir, aunque los profesionales de los artículos religiosos señalan que hay una web especializada -cuyo domicilio social está en Sassuolo (Italia)- llamada HolyArt, que es donde suelen comprar las hostias. Los precios son muy bajos allí. Si el pack de 25 hostias grandes nacionales cuesta seis euros, en la web se puede obtener por 2,19. Y los paquetes de 500, que también rondan los seis euros si son españolas, cuestan 3,99. Quizá sea este el milagro de los panes y los peces. Pero versión 2.0.