Dulces caprichos: las boutiques de chocolates y caramelos triunfan en Nueva York

Dulces caprichos: las boutiques de chocolates y caramelos triunfan en Nueva York

SOCKERBIT

Nueva York es esa ciudad en la que prácticamente encuentras de todo si tienes dinero. Incluido, por supuesto, dulces de lujo. La pastelería japonesa Minamoto Kitchoan se convirtió en tendencia el pasado otoño cuando la flor de loto unida a los melocotones orgánicos se convirtió un año más en Tosenka. Este dulce se consolidó hace unos meses como el último grito en la Gran Manzana. ¡Ríete tú de las trufas de Godiva edición especial! Estos pastelitos se venden de dos en dos y cada pareja cuesta 39 dólares (36 euros).

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Los Tosenka de Minamoto Kitchoan

Minamoto Kitchoan, la pastelería japonesa de lujo por excelencia, lleva desde 1993 expandiéndose por las capitales más importantes del mundo. Harbs, otra cadena de dulces nipona, que cuenta con 40 pastelerías de lujo en Nueva York, acaba de abrir sus puertas en la Tercera Avenida y en la calle 78. Desde hace tres décadas, su repertorio lo componen 14 pasteles diferentes y sus dulces (de 11 euros la ración más barata) son tema frecuente de conversación entre los mas sibaritas.

El mundo de los caramelos ha cambiado mucho en los últimos tiempos. Hasta hace poco era casi en exclusiva territorio de niños. Sólo se reservaba el terreno de los bombones para los adultos. Sin embargo, esto ha cambiado radicalmente, especialmente en Nueva York.

Las tiendas de dulces y caramelos —no exactamente pastelerías— se han convertido en lugares de peregrinación y de moda de los jóvenes millennials y sus padres, que no se quieren quedar atrás ante la moda de degustar una muffin de Magnolia Bakery o los cupcakesBaked by Melissa.

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Cupcake de Magnolia Bakery

En pocos años la Gran Manzana se ha llenado de pequeñas franquicias de dulces exquisitos que compiten con las megatiendas de Time Square como M&M's o Hershey's y que llegan incluso a mirarles de tú a tú.

Dylan Lauren, hija de Ralph Lauren, ha conseguido en década y media construir un emporio del dulce gracias a su idea de abrir Dylan's Candy Bar. La carameleríade la hija del mogul de la moda estadounidense es una oda al color, la infancia, los sabores y las formas. No hay chuche que no se encuentre entre sus estantes, aunque con un precio muy en la línea con la tendencia: carísimo.

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La tienda Dylan's Candy Bar de Nueva York

Dylan Lauren lidera junto con Sugarfina un nuevo concepto de caramelo de lujo que amenaza al negocio de 34.000 millones de dólares (31.200 millones de euros) que controlan Hershey's, Mars, Lindt y Nestlé y que arrasa en EEUU. En 2015 los estadounidenses consumieron unos 22.000 millones de dólares (20.200 millones de euros) y 12.000 millones de dólares (11.000 millones de euros) en caramelos.

Sugarfina, cuya cofundadora es la californiana Rosie O'Neill, hace las delicias de los más exquisitos probadores de dulces de la costa oeste. Desde ositos de goma de champán hasta chupetes de caramelo hechos con vino de Burdeos, la tienda cuenta con lista de espera de semanas. La inversión inicial de esta joven fue de 30.000 dólares (27.500 euros), y en cinco años se ha convertido en la proveedora oficial de dulces de lujo de Virgin Atlantic, Ferrari o Tiffany en Estados Unidos. Rosie ha conseguido enamorar con sus 140 variedades de dulces (de las que un 30% son exclusivas) a Mark Zuckerberg, y desde 2013 es la encargada de los regalos en Navidad de la empresa Facebook. En 2014 sus ventas superaron los 3 millones de dólares (2,7 millones de euros).

A esto se suma la compañía escandinava Sockerbit, que desembarcó en Nueva York en 2011. Especializada en caramelos típicos suecos, daneses, finlandeses y noruegos, su crecimiento anual en ventas de un 10% le asegura tener aún mucha capacidad de expansión en el negocio de los dulces exclusivos "para mayores".

RECOMENDACIONES DE LA SEMANA:

1. PHV

Detrás de estas iniciales se esconde Phillips Van Heusen, una compañía textil americana que ha crecido de manera espectacular desde el año 2000 gracias a la incorporación de las icónicas marcas Calvin Klein y Tommy Hilfiger.

2015 será recordado como el año en el que las empresas americanas del sector pusieron freno a las fuertes subidas de los años precedentes. Algunos ejemplos los vemos en la caída de las acciones durante el año pasado no solo en PVH, que perdió un -42% en bolsa, sino de otros competidores como Michael Kors (-46%), Ralph Lauren (-39%), y en menor medida VF Corp (-16%), propietaria de marcas como Lee, The North Face o Timberland, entre otras.

Esto se ha debido a una serie de factores que escapan al control de la propia compañía, entre los que destaca la revalorización del dólar y la debilidad que están mostrando los países emergentes.

Un dólar fuerte significa que cuando la empresa traduce a dólares sus ventas en divisa extranjera, los ingresos se ven reducidos. Por si fuera poco, uno de los principales nichos de mercado para estas firmas es la venta de productos a los extranjeros que visitan EEUU, que cada vez son menos porque actualmente les sale más caro viajar.

El otro problema principal es la mala situación económica por la que están pasando países emergentes como China o Brasil, que son precisamente las regiones donde la compañía tenía mayores perspectivas de crecimiento.

Para tratar de limitar este impacto en los ingresos, la compañía sigue trabajando a nivel comercial. "Recientemente Tommy Hilfiger anunció que la supermodelo Gigi Hadid será embajadora de la marca para la temporada de otoño 2016. Así pues, sigue los pasos de otras colaboradoras que la firma ha tenido en el pasado como Beyoncé, Kate Hudson, Naomi Campbell o Naomi Watts. De Gigi Hadid destaca su capacidad como influencer, ya que sólo en Instagram cuenta con más de 11 millones de seguidores, lo que demuestra su enorme alcance a través de las redes sociales", asegura Felipe López-Galvez de Self Bank.

2. CHINA, LA PREOCUPACIÓN QUE NO CESA

China vuelve a ser fuente de preocupación por dos razones: por un lado, la caída reciente de la bolsa gracias al sistema por el cual se cierra ante caídas superiores al 7% intradiario y, por otro lado, por la fuga de capitales que está experimentando el yuan.

El país se encuentra en un proceso de transición económica, en la cual está cambiando exportaciones y producción industrial por consumo interno. Este proceso tiene unos costes muy evidentes, generando "ganadores" y "perdedores". En este caso, los "ganadores" son las empresas de transporte, alimentación, textil, telecomunicaciones, servicios, turismo, ocio... mientras que los "perdedores" son la industria pesada, la minería o la agricultura.

El proceso de cambio en China se está produciendo gracias a la compensación que hacen los "ganadores" a los "perdedores" con el objeto de que crezca a un ritmo más acelerado la clase media, suban los salarios y se permita tener más hijos (abolición de la política del hijo único).

"Ante esta situación, el gobierno chino acomete los cambios poco a poco con arreglo a reglas de mercado, empujando a sus empresas a salir al exterior y competir con las grandes empresas internacionales. Esto es lo que se denomina la internacionalización del yuan. En este sentido, las empresas demandan cada vez más moneda extranjera frente a la moneda nacional y, por tanto, está provocando que el yuan se deprecie en su cambio offshore, es decir, el yuan que se comercia fuera de China", asegura el economista y profesor de la Universidad de Essex, Javier Santacruz, quien añade que "la intranquilidad que vivimos es más bien sobrerreacción ante un panorama de escaso volumen de negociación y de desconocimiento del profundo cambio económico que está haciendo China".

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