Las nuevas normas del toqueteo
Besos, apretones, abrazos, caricias… los toqueteos en general son una manera de transmitir vibraciones positivas, de repartir amor y felicidad. Eso, la mayoría de las veces, porque pocas cosas pueden resultar tan molestas como un roce no deseado. Todo depende del emisor del tocamiento y de la situación.
La Universidad de Oxford ha publicado un mapa de los tocamientos, resultado del estudio de 1.300 personas de los cinco continentes, que a modo de cartografía corporal, revela con qué roces nos sentimos bien. Las diferencias son sustanciales entre hombres y mujeres y, evidentemente, según sea la relación con la persona que se arrima.
Las zonas delimitadas por los estudiosos de Oxford están muy bien, pero hemos querido completarla, de manera práctica, con una guía adaptada al día a día:
CUÁNDO SÍ
- Con los amigos, perfecto. Es el gesto más inocente para saludar a una persona.
- Con la familia, como muestra de cariño (consejo: besuquea más a tus padres, que se lo merecen).
CUÁNDO NO
- No hay necesidad de saludar con dos besos cada vez que te cruzas con esa persona con la que te ves cinco veces a la semana. No.
- Cuando los dos besos se convierten en uno ya que el receptor se da por satisfecho con el primero y el segundo se queda suspendido eternamente en el aire. Como tu vergüenza. Ouch.
- Los dos besos que se transforman en uno, en un beso en la boca por un milimétrico error de cálculo geográfico. Ouch.
CUÁNDO SÍ
- Cuando se anda escaso de mimos, nada como un abrazo.
- Como abrazo también cuentan los apretujones en grupo.
CUÁNDO NO
- Del amor al odio hay solo un paso y en el mundo de los abrazos ese paso suele darlo el que reparte abrazos hasta cuando se despide para ir al bar de al lado.
CUÁNDO SÍ
- Cuando se tiene un alto grado de confianza con la otra persona.
CUÁNDO NO
- Tocar porque sí es una falta de respeto. Grábatelo. Y da igual que "uy, qué peinado más fenomenal, qué divertido, se siente tan raro al tacto". No.
CUÁNDO SÍ
- No suele implicar demasiado toqueteo, pero la intimidad que puede generar esa persona objeto de deseo cuando nos cuchichea al oído nos hace situarlo muy cerca del morreo apasionado.
CUÁNDO NO
- En todas las demás ocasiones.