Essena O'Neill, la estrella de Instagram que cerró su cuenta para denunciar la falsedad en redes sociales
Durante esta semana, el nombre de Essena O'Neill ha copado numerosos titulares en medios de comunicación de todo el mundo por su decisión de cerrar su cuenta de Instagram. ¿Es algo que merezca tanta atención? Aquí tienes las claves de por qué ha tenido tanta repercusión su marcha de esa red social y cuál es el mensaje que ha querido transmitir con ello.
1. ¿QUIÉN ES ESSENA O'NEILL?
Es una modelo australiana de 19 años que acumulaba más de 712.000 seguidores en su cuenta de Instagram, @essenaoneill, red social en la que ingresó en enero de 2013.
2. ¿POR QUÉ ERA MUNDIALMENTE CONOCIDA?
Su número de seguidores no dejaba de aumentar con cada fotografía que colgaba —llegó a publicar cerca de 2.000— porque en todas ellas mostraba una vida de catálogo: un rostro sin imperfecciones, sonrisa blanquísima, un cuerpo delgado, ropa de última moda, destinos paradisíacos...
Además de la admiración de miles de usuarios de esa red social, que la consideraban toda una It girl, las marcas se la rifaban para que luciera sus prendas en sus imágenes, una promoción por la que podía llegar a cobrar alrededor de 1.000 dólares (915 euros).
3. ¿QUÉ TIPO DE FOTOS COLGABA?
En su mayoría, fotos de ella misma. No dudaba en compartir fotos en bikini, con ajustada ropa deportiva, vestidos ajustados o escuetos shorts, que lucía en todo tipo de poses. Además de sus looks, también era frecuente que publicara primeros planos de su rostro, sonriendo a cámara o con gesto desenfadado.
También subía fotos de su día a día o acompañada por amigos en la playa o de fiesta. En definitiva, estampas de una vida en apariencia feliz y sin preocupaciones. Aquí puedes ver algunos ejemplos:
4. ¿POR QUÉ HA DADO CARPETAZO A ESA VIDA?
El 27 de octubre renombró su cuenta como Social Media Is Not Real Life (Las redes sociales no son la vida real) y borró la mayor parte de las fotografías, dejando un puñado de ellas de las que contó la verdadera historia que tenían detrás.
Según reveló, sus selfies impolutos eran el fruto de capas y capas de maquillaje para disimular su acné; para sus posados en bikini necesitaba hacer cien tomas hasta que quedaba satisfecha con lo delgada que parecía; sus fotos en ropa deportiva, ejemplo de su restricción de calorías o su pose de yoga frente al atardecer en una playa no era más que eso, una pose. Estos son algunos de los pies de foto que reescribió:
- "Difícilmente habría comido ese día. Grité a mi hermana pequeña que siguiera haciendo fotos hasta que estuve un poco orgullosa de ésta".
- "Lo único que me hizo sentirme bien ese día fue esta foto. Qué deprimente. Tener un cuerpo tonificado no es todo de lo que un ser humano es capaz de hacer".
- "Por favor, dad Me gusta a esta foto. Me maquillé, me ricé el pelo, me puse un vestido ajustado y una joya grande e incómoda... Me hice 50 fotos hasta que conseguí una que pensé que podría gustaros y la edité durante horas en distintas aplicaciones, para así poder sentir algo de vuestra aprobación social".
- "Desearía que alguien me hubiera sacudido y me hubiera dicho 'Tienes mucho más en ti que tu sexualidad' a mis 16 [...] Esta es una foto tomada con el ánimo de intentar que la gente le diera a Me gusta. No hay nada inspirador en ello".
En su última publicación de Instagram dio la siguiente explicación: "He pasado la mayor parte de mi adolescencia siendo adicta a las redes sociales, a la aprobación de los demás, al estatus social y a mi apariencia física. Las redes sociales y, especialmente, el uso que yo hacía de ellas, no es real. Eran imágenes artificiales y vídeos editados puestos unos contra otros. Es un sistema basado en la aprobación social, los Me gusta, la validación, el número de visitas, el éxito medido según el número de seguidores. Es una auto-abducción del juicio perfectamente orquestada", proseguía.
5. ¿QUÉ DECIDIÓ ENTONCES?
Además de cerrar su cuenta de Instagram, hace cuatro días Essena comenzó a colgar vídeos en la web Letsbegamechangers.com (algo así como Vamos a cambiar el juego) —en los que aparece con un aspecto totalmente natural— para hablar sobre su desconexión digital y su cruzada contra el postureo.
En el primero de ellos, titulado Why I think social media sucks (Por qué pienso que las redes sociales apestan), asegura sentirse libre sin ellas e invita a sus seguidores a probar a estar una semana sin utilizarlas e, incluso, a desinstalarlas de sus teléfonos. "Mi vida entera cambió cuando lo hice. Finalmente desperté. Vi más, escuché más, tuve más tiempo, me di cuenta de que cada vez era más creativa, estaba menos estresada y más feliz con esta nueva sensación de poder... pero sobre todo, sentí más", asegura en la web.
Dos días después colgó otro vídeo en el que, entre lágrimas, reconocía estar sobrepasada por la repercusión que había tenido su historia. "Nunca pensé que esto se convertiría en algo tan global [...] Estoy tan agradecida de pensar a cuántos jóvenes habrá podido llegar este movimiento y dejen de limitarse a sí mismos según ideas artificiales de la felicidad online. Cuando dejas de compararte con los demás, comienzas a ver tu propio brillo e individualidad. Todo el mundo tiene amor, amabilidad, creatividad, pasión y propósito. No dejes que nadie te venda nada diferente", exhorta.
Paradójicamente, su alegato ha acabado por darle aún más fama en internet.