¿Qué fue de la independencia de Quebec?
Quebec, Escocia y Cataluña. Tres lugares del mundo unidos por una misma causa: la independencia. La campaña de las elecciones catalanas que se celebran este domingo ha tenido como única protagonista la secesión. Mientras que para unos es un sueño, para otros es una pesadilla. La cuestión independentista catalana no es algo nuevo, sino que se trata de una demanda histórica, como ocurre en Quebec y Escocia.
Los escoceses tuvieron la oportunidad de manifestarse hace poco más de un año, pero entonces los partidarios de seguir en Reino Unido se impusieron a los independentistas por más de 10 puntos de diferencia (ganó el 'no' con el 55,3%) y en Quebec... ¿sabrías decir qué sucedió con Quebec? Dos fechas son clave en su historia. En 1980 y 1995 se celebraron sendas consultas en las que, como en Escocia, ganó el 'no'. Sin embargo, el tiempo pasa y la sombra de un tercer referéndum nunca termina de alejarse. ¿Cómo les ha afectado a los quebequenses? ¿Cómo han vivido todo este tiempo la causa independentista? ¿Su caso tiene lecciones de las que Cataluña puede extraer alguna enseñanza?
En el primer referéndum los independentistas liderados por René Lévesque se hicieron con el 40,5% de los sufragios, perdieron por algo más de 700.000 votos. Sin embargo, que se llevara a cabo la consulta fue para ellos un logro que percibieron como la “reafirmación de la identidad nacional quebequense”, según el politólogo de la Universidad de Quebec, Marc Sanjaume. Así, pese a la derrota, la celebración del referéndum fue una “reafirmación del Gobierno quebequense” y de sus políticas. Por su parte, Jean Leclair, profesor de la Universidad de Montreal, considera que el hecho de que saliera el “no” fue “desgarrador” para ese porcentaje de los quebequenses que buscaba la independencia.
SEGUNDO INTENTO EN QUEBEC
Sin embargo, los independentistas no tiraron la toalla. Pese a aquella primera negativa, salió adelante la convocatoria de un segundo referéndum. Pero el camino que hubo que recorrer no fue sencillo, puesto que estaban en pleno proceso de reforma constitucional. “Los intentos no salieron adelante porque la Corte Suprema recomendó la unanimidad de las diez provincias canadienses, y los electores de Quebec siempre las rechazaron, paralizando el proceso. Eso condujo a una situación de bloqueo institucional que llevó al Partido Quebequés, cada vez más radicalizado, a plantear nuevamente la secesión como la única salida”, explica Daniel Guerra, profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad de Sevilla.
Había pasado más de una década desde la primera consulta y el contexto era diferente. Además, entonces los separatistas contaban con que “podrían contar con el voto joven de una nueva generación”, como explica Guerra. Sin embargo, el 'no' volvió a ser el resultado, pero esta vez sólo por 50.000 votos, el 50,5% contra el 49,5%. Fue un golpe en la mejilla. “El segundo referéndum se vivió como una revolución política. Y al volver a ganar el 'no' se generó una gran frustración ante la imposibilidad de lograr el objetivo”, defiende Leclair.
El redactor jefe de la edición quebequense de The Huffington Post, Patrick White, recuerda aquel momento así: en 1995, el hecho de que la separación de Quebec de Canadá perdiera por un margen tan estrecho de votos “dividió profundamente a quebequenses y canadienses”.
Como el resultado de esta segunda consulta fue tan justo, los separatistas volvieron a plantear un tercer referéndum, pero esta vez no fue tan sencillo. Tal y como explica el profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad de Sevilla, Daniel Guerra, el por entonces Gobierno de Jean Chrétien, y principalmente su ministro de Asuntos Institucionales, Stephan Dion, lo sometieron a consulta de la Corte Suprema.
“La Corte determinó en su sentencia de 1998 que la separación se debía producir de forma pactada con el Estado central y con un referéndum autorizado por el Parlamento federal”, explica Guerra. Esto, al fin y al cabo, disminuyó la capacidad unilateral de los separatistas quebequenses, ya que les impedía convocar un referéndum por su cuenta. Esto es, precisamente, lo que sucedió en Cataluña. En marzo de 2014 el Tribunal Constitucional anuló por unanimidad la declaración aprobada por el Parlament en enero de 2013 que definía a Cataluña como un "sujeto jurídico y político soberano". En su sentencia, el TC comparó el caso de Cataluña con esta que había planteado Quebec para su independencia de Canadá y que fue rechazada.
Con todo, tal y como recuerda el profesor de la Universidad de Montreal, Leclair, los días posteriores a ambas consultas fueron pacíficos en Quebec: “En cierto modo todo el mundo suspiró aliviado, pese a que es cierto que el resultado fue decepcionante para una parte importante de la población. Hay que recordar que, a diferencia de España, Quebec nunca ha vivido una guerra civil (excluyendo la rebelión de 1837-38). Los quebequenses aborrecen la violencia política”. Por su parte, Marc Sanjaume reconoce que en 1995 “hubo un cierto ambiente de derrota y una tensión rara entre los partidarios del ‘sí’ y los del ‘no’”.
¿TERCER REFERÉNDUM?
La lucha por la independencia sí ha tenido consecuencias. Daniel Guerra las resume en económicas y políticas. Económicas porque “numerosas empresas decidieron asentarse en otros territorios, especialmente en Ontario”. Políticas ya que “las relaciones institucionales entre Quebec y las demás provincias también se resintieron, así como con los poderes centrales”. En el campo político, además, este profesor experto en Derecho, apunta a que la situación de bloqueo político en el camino hacia la independencia “ha debilitado de manera considerable al propio movimiento soberanista, que además se dividió con la aparición del Bloque Quebequés, en 1990”.
Ahora, 20 años después, el redactor jefe de The Huffington Post Quebec considera que la cuestión de la independencia “se encuentra en un segundo plano”. “Los ciudadanos prefieren centrarse en la economía, en el medio ambiente y otros temas. La generación más joven también tiene mucho menos interés en la separación, ya que se ven a sí mismos como ciudadanos del mundo”.
Ahora en Quebec gobierna el Partido Liberal (PLQ), que estarán en el poder hasta octubre de 2018, y para que la independencia no es un tema que esté entre sus planes. Con todo, apunta White, la causa secesionista sigue contando con un fuerte respaldo, de alrededor del 40%. El Partido Quebequés, liderado por el magnate de los medios de comunicación Pierre Karl Peladeau, es quien representa las esperanzas soberanistas y, a día de hoy, lidera las encuestas de opinión. Sin embargo, aún quedan tres años para las elecciones.
Peladeau es muy popular y cuenta con dos grandes cadenas de televisión en Quebec (TVA y LCN), y tres grandes periódicos. Ya ha asegurado que si llega al poder, celebrará un nuevo referéndum. En su contra juega una realidad que apunta White: “A día de hoy el apetito por una nueva consulta es muy baja”. Con todo, dada la popularidad de Peladeau, “si hay alguien que puede lograr que se gane un referéndum así ahora, ese es él”.
ENSEÑANZAS PARA CATALUÑA
Esa hipotética nueva consulta en Quebec le une a Cataluña, que, según los expertos consultados por El Huffington Post puede aprender “mucho” del caso quebequense.
“En primer lugar, España y Cataluña podrían aprender que la idea de un referéndum se puede considerar y no existe un argumento legal o político para no hacerlo. En segundo lugar, los independentistas catalanes podrían darse cuenta de que las amenazas y el miedo puede generar la pérdida de apoyos a última hora. Por último, tienen que ser conscientes de que las comunidades de inmigrantes y minorías no pueden ser dadas de lado o manipuladas en beneficio del “sí” o del “no”, concluye Lecleair desde la Universidad de Montreal. Por su parte, Marc Sanjaume apunta a una "lección obvia": "Deberían tener presente que las preguntas ambiguas son, a la larga, lo que generará una derrota política. También lo son las mentiras en cuanto a lo que la secesión implicaría realmente".