Pese al hambre, la discriminación y el conflicto, estas chicas apuntan alto
Las chicas de la escuela primaria de Pariang, en Sudán del Sur, se sitúan en un rango de edad que va de los 5 a los 25 años. Las mayores estudian con las pequeñas y reciben la educación elemental en bancos de madera agrupados bajo los árboles que dan sombra en el patio de recreo. Han luchado frente a las adversidades por estar ahí, saltándose muchos años de colegio por culpa de la pobreza, la inseguridad y la discriminación de género que ponen en peligro a esta joven nación.
Cuando Sudán del Sur logró independizarse de Sudán en 2011, las chicas tenían tres veces más probabilidades de morir durante el embarazo o el alumbramiento que de acabar la escuela primaria. Después de décadas de guerra con el Gobierno de Sudán, el recientemente independizado Sudán del Sur se quedó con un sistema educativo prácticamente inoperante. En 2013, un choque entre los nuevos líderes del país condujo a una terrible guerra civil que ha paralizado el desarrollo del país, incluyendo la educación.
Sólo hay 249 institutos de secundaria en un país de más de 11 millones de persones. Sudán del Sur tiene una de las peores tasas de alfabetismo en el mundo; sólo el 27% de los adultos sabe leer y escribir. La educación de las niñas ha sufrido con especial crudeza, y la situación se ha visto agravada por la prevalencia del matrimonio infantil y la tradicional resistencia a la educación femenina. Se estima que la alfabetización femenina ronda sólo el 16%.
Los grupos de cooperación y las autoridades sursudanesas están intentando revertir esta tendencia con diversas iniciativas, entre otras cosas, ayudando a mejorar las instalaciones escolares y a concienciar sobre la importancia de las organizaciones femeninas. En algunos colegios del país, las chicas y sus familias reciben incentivos económicos y alimenticios por la asistencia de las mujeres. La mayoría de las estudiantes de la escuela primaria de Pariang recibe un paquete de comida cada mes, proporcionado por la organización humanitaria World Vision.
La escuela primaria, situada en el Estado de Warrap, al noroeste, enseña a unas 200 chicas y 500 chicos en aulas al aire libre improvisadas, donde las pizarras se colocan en troncos de árbol y los suministros escolares escasean.
En The WorldPost hablaron con algunas de las chicas del colegio sobre sus retos en la educación y les preguntaron cómo esperaban usar estos conocimientos en el futuro.
"Lo mejor del colegio son las clases. Me gusta todo de la escuela. A mis padres les alegra que esté aquí. Todas las niñas deberían ir a la escuela para ser iguales que los chicos. Si termino los estudios, quiero ser médico, porque quiero que la gente tenga buena salud".
"Mis padres al principio me impidieron ir a la escuela. Yo quería ir de verdad y al final pude gracias a la ayuda de mi tío. Entré al colegio cuando tenía 10 años. Ahora mis padres también me apoyan.
Cuando termine la escuela quiero entrar en UNMISS [la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur] porque forman a la gente para que aprenda a proteger a los habitantes de Sudán del Sur. Si pudiera entrar en UNMISS, podría mantener a mi propia familia y ayudar a toda la población del país en caso de que vuelva a haber otra guerra".
"Mi único problema con la escuela es la comida. Todo el mundo debería tener comida gratis en el colegio. Pero nuestra comida no es suficiente. Me llevo la mía a casa y la comparto con mi familia, formada por 10 personas, así que nos queda muy poco. La mayoría de los días ni desayuno ni como, y me doy mucha prisa en volver a casa después de clase para ver si hay algo de comida. Mis padres no tienen trabajo, sólo cultivan nuestra tierra. En el colegio tengo hambre y la única forma de seguir adelante es soportando el día.
Mi deseo es ser gobernadora de Pariang. Si lo consigo, lo primero que haré será construir más escuelas, para chicas y chicos. En segundo lugar, apoyaré a las personas más vulnerables y cambiaré la forma de trabajo. Mis padres cultivan la tierra a mano, trabajando sobre sus propias rodillas. Cambiaré el método de cultivo. En tercer lugar, traeré más personas a la comunidad para garantizar que la gente reciba apoyo y vivamos con seguridad. El actual gobernador del Estado de Warrap es una mujer, entonces, ¿por qué no podríamos ser nosotras las futuras gobernadoras de nuestras comunidades?".
"Entré al colegio con 7 años porque quería tener educación y también mantener a mi comunidad. Mi asignatura favorita es la enseñanza religiosa. Tengo muchos amigos aquí y todos queremos ser cultos. Quizás me uno a UNMISS en el futuro. Las chicas son iguales que los chicos. Todas las niñas deben ir a la escuela, porque somos iguales".
"Empecé a ir al colegio de pequeña, pero tuve que dejarlo y pasar varios años en casa porque mi familia no tenía dinero suficiente para las tasas escolares. Después, volví a la escuela primaria. Este año, mis padres han empezado a presionarme para que vuelva a dejar el colegio, porque no tienen dinero. Pero seguiré estudiando aunque tenga que trabajar para pagar yo misma las tasas. Si no hay otra alternativa, intentaré conseguir un trabajo de vendedora de té en la calle.
Si acabo el colegio y empiezo la secundaria, iré a la universidad y seré médico. Quiero ayudar a la gente, especialmente a los que están enfermos".
Este artículo fue publicado originalmente en 'The World Post' y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano