Jaume Matas logra el tercer grado y se marcha a su casa el fin de semana
El expresidente del Gobierno balear y exministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, pasará el fin de semana en casa, tras salir en la tarde del viernes del módulo de régimen abierto del Centro Penitenciario de Segovia, donde se encuentra ingresado, desde el 28 de agosto.
Matas, que cumple una pena de nueve meses de cárcel por tráfico de influencias por el caso Palma Arena, ha salido del Centro de Inserción Social (CIS) 'José Antón Oneca', en torno a las cinco de la tarde, precedido por otros internos que han ido saliendo en forma escalonada.
Este centro, que forma parte del mismo complejo que la cárcel, aunque se encuentra en un edificio separado del resto, en el barrio incorporado de Perogordo, es un establecimiento penitenciario destinado al cumplimiento tanto de las penas privativas de libertad en régimen abierto como arrestos de fin de semana.
La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias ha afirmado que Matas ha accedido al tercer grado después de cumplir un tercio de la condena de nueve meses, en aplicación del artículo 31.1 del Reglamento Penitenciario, destinándole al CIS y abandonando de esta forma el módulo de la enfermería, donde ingresó.
Los internos que se encuentran en el CIS han comenzado a salir en torno a las cuatro de la tarde, caminando desde la puerta hasta el cerramiento de una valla metálica, que se abre después de accionar una especie de timbre.
SU ESPOSA Y SU HIJO LO RECIBEN
En torno a las 16,48 horas ha llegado un vehículo de alta gama en el que viajaban la esposa y un hijo de Matas, el mismo coche que le dejó en la puerta del centro cuando ingresó y que se ha situado junto a la puerta de acceso, ya que no se permite la entrada en el interior del recinto.
La mujer ha llamado al timbre y ha entrado con una bolsa que ha dejado en el interior antes de regresar de nuevo al vehículo, por lo que previsiblemente ha llevado ropa.
Unos diez minutos después, Matas ha cruzado la puerta del CIS y salido a la calle aunque dentro del recinto, con un libro, unos papeles en la mano y vistiendo chaqueta azul oscura, camisa, pantalón gris y un chaquetón colgado de la mano derecha.
Ha recorrido los cincuenta metros que separan el edificio con el acceso a la valla, caminando de forma tranquila, a veces sonriendo tímidamente, hasta que ha cruzado la puerta de acceso, donde ha dado las buenas tardes a los policías que se encontraban en la puerta, aunque el centro cuenta con vigilancia privada.
Con tono más alegre ha saludado a los ocupantes del vehículo y ha ocupado el lado junto al conductor.