El Supremo confirma la condena de 22 años para el falso cura que asaltó la casa de Bárcenas
El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a 22 años de prisión impuesta por la Audiencia Provincial de Madrid al falso cura que el 23 de octubre de 2013 asaltó la casa de la familia del extesorero nacional del PP Luis Bárcenas.
La Sala de lo Penal rechaza el recurso de casación interpuesto por el condenado contra la sentencia de la Audiencia madrileña, confirmando la pena por un delito de allanamiento de morada, tres delitos de secuestros, tres delitos de amenazas, un delito de tenencia ilícita de armas y tres faltas de lesiones.
Los magistrados de la Audiencia de Madrid fijaron expresamente en 18 años de prisión el límite máximo de cumplimiento efectivo de la condena del acusado, por lo que quedarán extinguidas el resto de las penas impuestas una vez cubierto dicho máximo.
En el juicio, el condenado reconoció los hechos y aseguró que escuchaba voces en su cabeza, un extremo que fue desmentido por los médicos forenses al asegurar que esta situación no sería compatible con el trastorno de personalidad que sufre.
"¡Qué me condenen a lo que quieran!. Firmo 20 años o lo que me digan. Estas voces no me dejan en paz. Por favor, no quiero oírlas más, lárguense de mi cabeza, déjenme en paz, por favor. Fuera de mi cabeza", manifestó.
"¡SE ACABÓ EL TEATRO!"
Los hechos juzgados se produjeron el pasado 23 de octubre cuando el procesado llamó sobre las 15:45 horas al telefonillo de la casa de la familia de Luis Bárcenas, en calle de Príncipe de Vergara y manifestó a la empleada del hogar que era sacerdote y que venía de parte de Instituciones Penitenciarias para tratar un tema relativo a la libertad del extesorero del PP.
Una vez en la puerta del domicilio, el acusado logró que le permitieran el acceso al mismo, toda vez que iba vestido como un sacerdote y se identificó como el padre Enrique, convocando a todas las personas que había en la casa, que eran la esposa de Bárcenas, su hijo y una empleada doméstica a reunirse en el salón.
Tras unos veinte minutos de conversación, el procesado cortó su relato de raíz y, tras anunciar firmemente "¡Se acabó el teatro!", sacó de su maletín un revólver y encañonó a los tres. Tras atarles las manos con bridas, les amenazó para que le entregaran todos los pen-drives y todo el material documental que tuvieran de Bárcenas.
Les dijo además que si hacían caso omiso a sus requerimiento, les mataría a todos y de esta manera les obligó a desplazarse por la casa hasta el despacho en el que él creía que podía estar toda la documentación.
Tras casi una hora en esa situación el hijo de Luis Bárcenas logró zafarse de las bridas y redujo al agresor hasta la llegada de los efectivos policiales.