Los otros 'gamonales': cuando los vecinos dicen 'no'
Los vecinos de Gamonal en Burgos han conseguido parar a la administración definitivamente en su intento de reconvertir una calle en un bulevar con aparcamiento. La obra finalmente no se llevará a cabo. Una victoria a pie de asfalto, que surge de conversaciones en las calles, en las tiendas, en el bar del barrio.
Son el último ejemplo de movimiento vecinal, de la fuerza que pueden tener los vecinos cuando dicen ‘no’. En la escalera también se hace política, pero no macroeconómica, sino del ‘día a día’ del lugar donde uno vive.
Pero antes de Gamonal otros grupos de vecinos han convertido también en símbolos sus luchas y han logrado que se les escuche en sus reivindicaciones. En los últimos años, el movimiento en favor de la conservación del barrio del Cabanyal en Valencia ha sido el ejemplo de resistencia ante las administraciones adoradoras de las grúas.
En la calle pusieron freno a los sueños faraónicos de Rita Barberá de ampliar una avenida que dividiría en dos al famoso barrio marinero de esta ciudad mediterránea. '¡Salvem el Cabanyal!', se convirtió en el grito de guerra de buena parte de la urbe.
Estos días también se ha revivido este espíritu en Marbella ante la intención de construir torres de hasta 50 pisos. De manera espontánea, los ciudadanos crearon a finales de diciembre la plataforma ‘No a los rascacielos’ y han presionado hasta que el ayuntamiento ha anulado la norma que había sido aprobada para permitir las edificaciones.
Son muchos los ‘gamonales’ que se ha vivido España en los últimos años, recuerda a El Huffington Post el presidente de la Confederación Estatal de Asociaciones Vecinales, José Vicente Vallín, que cita también como grandes episodios de la lucha vecinal la devolución de la subida del IBI a los ciudadanos de Salamanca y la conservación del poblado minero de Aldea Moret en Cáceres, que pasó de estar a punto de desaparecer por la construcción de viviendas a ser declarado años después Bien de Interés Cultural.
¿POR QUÉ SE UNEN LOS VECINOS?
Las asociaciones vecinales arrancaron hace poco más de cuarenta años, relata Vallín, que lidera a la confederación que agrupa a 3.500 de ellas. “Las asociaciones surgen generalmente porque hay un problema en el barrio y a partir de ahí se desarrollan”, agrega.
Para Vallín, Gamonal es un ejemplo de que los vecinos quieren que se les escuche y que “sin la participación de la ciudadanía, al final vienen las protestas”. Todo ello, recuerda, en una situación de crisis económica.
En este sentido, subraya que las propias reivindicaciones vecinales han evolucionado. “Si antes luchábamos por el contenedor, por el asfaltado o por la farola, ahora tenemos que luchar por temas de servicios públicos básicos”, revela Vallín.
“En este momento cualquier persona prefiere más tener una prestación a tener un contenedor”, declara el presidente de esta confederación, que puntualiza que esto se debe también a que la mayoría de las infraestructuras ya están hechas. Ahora muchos grupos de vecinos colaboran en suministro de alimentos a los necesitados y dirigen a aquellos que se acercan preguntando por prestaciones sociales.
¿La solución para evitar situaciones tensas como la acaecida en Gamonal? “Creer en la participación de la ciudadanía”. Vallín, en este punto, critica que los partidos políticos, sean del signo que sean, se llenan “solo la boca de participación ciudadana cuando están en la oposición”.
Algunas administraciones han cuestionado también que los vecinos tengan toda la razón en sus reivindicaciones. Vallín reflexiona que no se puede decir que las asociaciones acierten al “cien por cien”, pero asegura que “es muy raro que una que ha sido debidamente informada y que ha participado en un proceso al final se niegue y paralice”.
ALGO MÁS QUE VOTAR CADA CUATRO AÑOS
“Si hubieran podido expresarse antes del proyecto (los vecinos de Gamonal), quizá ahora no pasaría lo que está pasando”, afirma Ignacio Urquizu, profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y colaborador de la Fundación Alternativas.
Para mejorar la relación de los vecinos con los ayuntamientos se deberían establecer “nuevos canales de participación”, sostiene Urquizu, que hace hincapié en que se tiene que entender la democracia “como algo más que votar cada cuatro años”. En su opinión, “esto significa que los ciudadanos y sus representantes vecinales tengan algún tipo de lugar para estar coparticipando en la toma de decisiones, ya sea en comisiones locales, creando consejos de ciudad, haciendo presupuestos participativos…”
El segundo elemento a mejorar es la transparencia, según Urquizu. Las medidas que se tomen deben ser públicas y uno debe poder verlas “fácilmente”, desde los pliegos de condiciones hasta las razones por las que se adjudica una obra.
“Hasta ahora no se había visto en esta crisis política una erosión de los ayuntamientos y la administración local”, sostiene este profesor de Sociología, quien dice que no existe un sentimiento “generalizado” de desafección hacia los ayuntamientos, sino que es algo “incipiente”.
Lo que sí plantea “en general” es la pregunta de “qué va a pasar con la crisis política cuando pase la crisis económica”. “Y, por lo que yo veo en los datos, tengo la sensación de que ha venido para quedarse si no se toman medidas”, remata.
CONSULTAS LOCALES
Tanto Vallín como Urquizu defienden una mayor participación de los vecinos en la toma de decisiones. Los ayuntamientos pueden llegar a hacer consultas populares, según establece la Ley de Bases de Régimen Local.
Fuentes del Ministerio de Hacienda recuerdan que esta norma reconoce el derecho de los vecinos a pedir la consulta, que debería ser aprobada por mayoría absoluta del pleno y autorizada por el Gobierno central. Para conseguir luz verde del Ejecutivo, tienen que ser temas de competencia municipal, el asunto debe ser de carácter local y tiene que tratar una cuestión de “relevancia para los intereses de los vecinos”.
El pasado año, por ejemplo, el Gobierno dio el visto bueno a la celebración de una en Galaroza (Huelva), sobre la recuperación por el ayuntamiento del servicio de abastecimiento de agua, y a otra en Torrelodones (Madrid) sobre la unificación de las fiestas patronales.
Una manera de implicar a los ciudadanos, de saber lo que opinan, de escuchar… La sordera de las administraciones puede llevar a otro Gamonal.