Carlos C. Salinas, embajador de Filipinas en España: "Las víctimas son refugiados en su propio país"
Justo antes de hablar con El Huffington Post, el embajador Carlos C. Salinas recibe una buena noticia. “Una empleada de la embajada ha podido contactar por fin con sus familiares y están todos bien. ¡Qué alivio!”, confiesa. Los parientes de Salinas también se han salvado, pero no así dos millares de compatriotas, que han muerto tras el paso del tifón Yolanda, también conocido como Haiyan. Alrededor de 2.800 personas siguen desaparecidas.
-¿Cuál es la situación en estos momentos?
Filipinas es un país de 81 provincias. El tifón afectó a alrededor de 40, es decir, la mitad. Ha habido daños por todos los lugares por los que ha pasado, por lo que la tarea de reconstrucción es muy laboriosa. Las cosas se están empezando a normalizar. El aeropuerto está abierto y las carreteras se están limpiando de árboles y objetos.
-Y la ayuda internacional está finalmente comenzando a llegar.
Al tener el aeropuerto reabierto, los aviones pueden aterrizar y ya hay muchas ONG y organizaciones distribuyendo ayuda a las diferentes áreas del país.
-¿Ve colaboración suficiente desde España?
La ayuda está llegando, algo por lo que estamos muy agradecidos. España, tanto su Gobierno, como los ciudadanos y su majestad la reina se han volcado. También otros 25 países han expresado su intención de ayudar o han enviado bienes. Estuve con el ministro de Exteriores en Torrejón (Madrid) cuando salió un avión y otro lo hará próximamente. Estamos muy agradecidos.
-¿Qué es lo que más se necesita?
Lo prioritario son medicinas para los 2.800 heridos. También necesitamos comida y aún agua para tantísima gente. Todo el mundo en Tacloban [una de las ciudades más afectadas] ha perdido todo, es una ciudad en ruinas. Se han convertido en refugiados en su propio país. Ninguna casa o edificio se salvó de los daños. Y ya no es sólo lo que han perdido, sino el drama y el estrés terrorífico por el que han pasado.
-En un principio se informó de 10.000 muertos, pero los recuentos oficiales han rebajado mucho esa cifra. ¿Por qué esta discrepancia?
Hay unos 2.000 o 2.500 muertos. La diferencia se debe probablemente a una falta de percepción en los primeros dos o tres días, cuando las cosas eran terribles y era difícil saber qué pasaba en una situación de fuertes vientos y lluvia comparable a la de un pequeño tsunami. Por supuesto hay personas desparecidas y quizás muchos muertos estén bajo los escombros o estén siendo enterrados porque han pasado ya siete días.
-¿Pudo haberse evitado el impacto del tifón o, al menos, minimizado?
Cada año tenemos tifones en Filipinas, al menos 20, que pasan por nuestras provincias y generan daños. Pero ninguno como este, por la combinación de elementos. Fuimos golpeados por tres fuerzas: vientos de más de 350 kilómetros/hora, lluvia persistente y una especie de pared de agua de entre 5 y 8 metros. Era como un minitsunami que cuando golpeó arrasó con todo. Tiene que tener en cuenta que en esas provincias vive gente humilde y las casas no son tan fuertes como para resistir algo así.
-¿Hizo el Gobierno lo que debería ante una amenaza de tal calibre?
Cuando se conoció la dimensión del tifón, incluso antes de que impactara, el Gobierno comenzó a evacuar gente, pero cuando llegó fue incontrolable. Muchos empleados del Gobierno y policías sufrieron el mismo destino. Perdieron a seres queridos, resultaron heridos, sus casas fueron destruidas. Fue entonces cuando se convirtió en un problema total. Después supimos que podía haber otro tifón a continuación del que ya había asolado el país y tuvimos miedo de que los fuertes vientos provocaran aún más daños. Gracias a dios, los vientos fueron suaves y no pasó nada.
-¿Cuánto tiempo se tardará en reconstruir la zona?
No tengo datos oficiales, pero serán unos meses, al menos ocho o incluso un año. Se trata de reconstruir una ciudad. Hasta que los víctimas tengan suministro de agua, electricidad, comunicaciones, escuelas para los niños… Serán refugiados. En algunos sitios se pueden ver edificios que están en pie, pero también han sufrido daños. La lluvia cae verticalmente, pero por el viento se convirtió en horizontal, lo cual es muy indicativo. Si la lluvia puede cambiar su dirección… imagínese el desastre.