EEUU y la UE, desconcertados por Egipto, optan por la ambigüedad sobre el golpe de Estado
EEUU y la Unión Europea están desconcertados. No saben cómo responder al el golpe de Estado de Egipto que ha acabado, de momento, con la primavera árabe que occidente festeja desde hace dos años.
La Alta Representante para la Política Exterior, Catherine Ashton, emitió en la noche del miércoles un comunicado en el que cuidadosamente evitaba llamar "golpe de Estado" al derrocamiento de Mohamed Morsi, presidente electo de Egipto.
A presidente muerto políticamente, presidente puesto:
Ashton no se refirió al Ejército, o a los Hermanos Musulmanes de Morsi, sino "a todas las partes" para que vuelvan "rápidamente al proceso democrático, incluyendo la celebración de elecciones presidenciales y parlamentarias libres y transparentes y la aprobación de una Constitución de forma inclusiva para permitir que el país reanude y complete su transición democrática".
Sin embargo, hasta ahora la UE ha apoyado con matices a Morsi, la Constitución y los pasos dados por su Gobierno, en cuya composición participó de manera informal.
EEUU fue un poco más allá, y Barack Obama expresó su "profunda preocupación por la decisión de las Fuerzas Armadas de Egipto de expulsar de la Presidencia a Mohamed Mursi y de suspender la Constitución".
Consciente del papel clave de Egipto en la región, Obama también evitó condenar el golpe.
"Ninguna transición democrática llega sin dificultades, pero al final debe imponerse la voluntad del pueblo; debe surgir un gobierno representativo, honesto y capaz, en el que los egipcios encuentren lo que merecen", ha insistido.
Por ello, ha urgido "a los militares egipcios a moverse rápida y responsablemente para devolver completamente la autoridad a un gobierno civil elegido democráticamente tan pronto como sea posible a través de un proceso inclusivo y transparente".
¿PUEDE SOBREVIVIR EL ISLAM POLÍTICO?
La caída del primer líder electo de Egipto plantea preguntas sobre el futuro del Islam en política, que parecía imponerse.
Los 84 millones de habitantes de Egipto, profundamente divididos, se encuentran ahora en el centro de atención en una región traumatizada por la guerra civil en Siria.
Muchas potencias están interesadas en mantener la estabilidad de Egipto, por donde pasa el Canal de Suez y un elemento clave para la seguridad de Israel.
Abdel Fattah al-Sisi, jefe de las Fuerzas Armadas de Egipto, hizo hincapié en que el Ejército actuó para aplicar la voluntad del pueblo. Y es en el apoyo popular donde reside el quid del conflicto para Occidente, que reconocía la legitimidad de Morsi pero no puede ignorar el descontento de la calle.
Para el general estadounidense Martin Dempsey, si las decisiones del Ejército egipcio se enmarcan en un golpe de Estado, las relaciones de EEUU con Egipto se verían afectadas.
"Si esto es mal manejado habrá consecuencias", dijo a CNN. "Hay leyes que nos obligan a lidiar de cierta forma con este tipo de situaciones", agregó.