Huelga histórica en la Educación: profesores, padres y alumnos contra los recortes y la Lomce
Una huelga histórica. En un panorama dominado por los recortes, estudiantes, profesores y padres están llamados por la Plataforma Estatal por la Escuela Pública para protestar este jueves por los ajustes y pedir la retirada de la controvertida reforma educativa ideada por el ministro José Ignacio Wert.
Por primera vez todos los niveles educativos se unen para defender el sistema público. La marea verde vuelve a las calles de toda España para gritar con fuerza. Paros en los centros educativos, charlas, seminarios y marchas para decir no a la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce).
Y como gran señal del rechazo se han convocado manifestaciones en más de 30 ciudades, con Madrid a la cabeza. En la capital los asistentes partirán a las 18.30 horas de la plaza de Neptuno con un destino: la sede del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en la calle Alcalá.
Una madre, un estudiante y una profesora nos cuentan sus motivos para hacer la huelga.
“CREO EN LA EDUCACIÓN PÚBLICA”
Arancha Ventura tiene cuatro hijos, de 5, 7, 11 y 20 años. Ha decidido no llevar esta jornada a sus pequeños al colegio de Villaviciosa de Odón en el que estudian. Su primera razón es por “la situación en la que está la educación en Madrid”. Por la mañana se quedarán con su padre y, por la tarde, ella acudirá a la marcha junto a otras madres.
Relata con preocupación que ya se están notando estos recortes por la falta de becas y que ve problemas en familias por la rebaja de ayudas para adquirir libros y material escolar. Además, se están dejando de impartir clases a alumnos durante días, prosigue, al no cubrirse bajas de profesores.
Si tuviera la ocasión de dialogar con el ministro, le diría que “se sentara con las familias, los profesores y los alumnos para consensuar la reforma educativa”, comenta antes de afirmar que la nueva ley supone “un retroceso de cuarenta años”.
“Ha conseguido poner a todo el mundo en contra de lo que hace”, piensa sobre Wert.
Según Ventura, “algunos padres se implican más que otros”. Por ello, dice a aquellos “que tengan dudas, que salgan” a protestar. Asimismo, lamenta el “desprestigio” con el que se intenta empañar a la educación pública desde ciertos sectores.
“Lo que hemos aprendido es que hay que hablar en positivo de la escuela pública, que es plural, acepta a todo el mundo y cohesiona”, señala esta madre, que añade: “Creo en ello”.
“SI NO FUERA POR LA PÚBLICA, NO PODRÍA ESTUDIAR”
Para Andrés, un estudiante del último curso de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, “hay muchísimos motivos” para hacer esta huelga, tanto “por solidaridad con la gente que llega” como por razones personales.
“Lo que más me fastidia es el empeoramiento de la educación pública”, indica este estudiante, que subraya que es el “principal ascensor de movilidad social”. A su juicio, “se está atacando a lo mejor que tiene este país”. Lo dice desde la experiencia: “Si no fuera por la pública, no podría estudiar”.
Asegura que “hay recortes por todos los lados”, desde subidas en los precios del comedor hasta en los servicios de limpieza. Pero, su principal preocupación es el aumento de las tasas. Explica que este año ha pagado mucho más por un curso con menos créditos. Compañeros suyos, agrega, no han podido matricularse de todas las asignaturas del año porque sus familias “no podían permitírselo”.
"Está pasando en España lo que sucedió en los ochenta con Margaret Thatcher en el Reino Unido. Es una cuestión ideológica", opina.
Con vistas al futuro, dice que “es inviable realizar un máster” por el precio que tienen. “Si fuera más barato, me lo plantearía”, comenta este universitario, que desde los 17 años trabaja en vacaciones para conseguir un dinero extra y poder formarse.
"MERECE LA PENA LUCHAR POR ELLA"
Paqui Bueno es una ‘fija’ en las huelgas en defensa de la enseñanza pública. A sus 54 años, esta profesora de Infantil en el colegio Salzillo-Valle Inclán de la localidad madrileña de Móstoles sólo se descolgó una vez de una convocatoria de paros. Acudió a su puesto de trabajo y lo pagó: “Me sentí tan mal ese día que no quiero repetir la experiencia”, comenta. “Acudí porque pensaba lo mismo que ahora: que un día de huelga no sirve para nada”.
No cree que la histórica convocatoria de hoy vaya a contar con un apoyo masivo: “La gente ya está cansada. La huelga ha sido un arma muy útil durante mucho tiempo, pero ya no es así: hace falta ir un paso más allá”, defiende. Incluso cree que puede ser contraproducente, ya que si, como augura, el seguimiento no va a ser masivo, el Ministerio de Educación presumirá de que “en realidad no existen tanto descontento”. Aun así, no lo duda: secundará la huelga.
Por mucho que vayan a decir desde el Ministerio, Bueno cree que el profesorado sí está descontento, incluso indignado, aunque también “resignado”: “Estamos diciendo que no conseguimos nada, pero es falso. Hemos logrado que las cosas no vayan a peor. Se están frenando cosas gracias a la presión que hemos ejercido. Es necesario seguir protestando”, alienta.
En ningún momento ha sentido presión de su centro educativo para que se desvincule de los paros —“jamás”, sentencia— e incluso sostiene que los padres valoran de forma positiva que los profesores respalden la huelga.
Al lado de la mesa donde se sienta esta profesora hay un ordenador antediluviano. No es una adquisición realizada hace años por colegio Salzillo, sino un “regalo” de un padre que ya no lo utilizaba. Un signo de los tiempos que corren. Con él aprenden informática los niños de 4 y 5 años. “Con los cien euros que por aula aporta la administración poco puedes comprar”, asume.
Son muchas las necesidades de la escuela pública: “Haría falta más inspección técnica y potenciar muchísimo la formación del profesorado”, apunta entre sus deseos Paqui. La realidad, sin embargo, es mucho menos esperanzadora: “Es descorazonador ver cómo hay niños que se descuelgan y no tienes apoyos, que no llegas a todos los alumnos, que te quieres dividir entre siete y no das más de sí”.
Hoy Paqui está en huelga. “Voy por defensa de lo que es de todos, por no perder lo que es tan necesario. Siempre la escuela pública será mejor que la privada porque dejamos pensar, no adoctrinamos, buscamos el pensamiento divergente. Claro que merece la pena luchar por ella”. Y sonríe. Una sonrisa con ribetes de desasosiego.