Almunia: "Los ciudadanos deben manifestarse delante del Gobierno o partido que crean que no está a la altura, no frente al Parlamento"
Hay expresiones que en la jerga europea se han repetido tantas veces que apenas significan nada. "No hay tiempo que perder" o "no hay lugar para la complacencia" (dicha a menudo en inglés, como "no room for complacency") es una de ellas. Sin embargo, en boca de Joaquín Almunia (Bilbao, 1948), suenan diferente. Está acostumbrado a ir a contracorriente, haciendo valer de la independencia que los tratados le otorgan a la Comisión Europea, la institución de la que es vicepresidente y titular de Competencia. Estos días, Almunia percibe como urgentes dos tareas que los Gobiernos más influyentes de la eurozona han metido en el congelador. La primera es la del rescate o, como prefiere decir el comisario, la rebaja de la financiación del Estado y las empresas. "No ha perdido ningún tipo de urgencia", advierte. "España necesita reducir el coste de financiación de la deuda. Cuanto antes, mejor. Desencadenar el proceso de rescate es una decisión que sólo le corresponde al Gobierno español". La otra es la unión bancaria, que Alemania quiere tomarse con calma. "No hay tiempo que perder. Ni el resto del mundo, ni los ciudadanos que sufren la crisis tienen que esperar más", recuerda.
-Su departamento ha tomado ya medio centenar de grandes decisiones sobre bancos en la Unión Europea desde que comenzó la crisis. Ha aprobado fusiones con dinero público, recapitalizaciones y también liquidaciones. ¿Con datos tan precisos como los del informe de la consultora Oliver Wyman, qué vamos a ver en el sistema financiero español en las próximas semanas?
En paralelo al ejercicio de estrés que ha hecho la consultora Oliver Wyman, hemos venido trabajando con las autoridades españolas en la discusión sobre los planes de reestructuración de las entidades que necesitan apoyo público para cumplir con los requisitos de capital. Ahora, ese trabajo puede avanzar más rápidamente. A lo largo de este mes tenemos que analizar definitivamente y tomar decisiones sobre los planes de reestructuración. Una vez que tengamos los planes de reestructuración acabados y acordados, esas entidades tienen que poner en marcha el plan y en ese proceso, el dinero de la facilidad europea será un elemento más.
La cifra de cuánto dinero será necesario no lo sé todavía, porque hay entidades que necesitan recapitalizarse, pero que pueden conseguir recursos que no vengan del dinero público, ni del español ni del europeo. Hay que decidir qué parte de los activos dañados va al llamado banco malo, y eso tiene que ver con el cálculo definitivo de las necesidades de capital. Hay una serie de incógnitas que tenemos que ir resolviendo y lo vamos a tener resuelto -espero- a finales de este mes de octubre. Esto permitirá que a partir de noviembre se puedan hacer los envíos de fondos de las necesidades de capital que no pueden ser cubiertas por otras vías.
En los mismos términos está escrito el memorándum de entendimiento que España ha suscrito con sus socios de la eurozona. La palabra liquidación suena muy tremenda, pero habrá que verlo. No se puede anticipar si va a haber que llegar a ese extremo. En el caso de que haya que llegar no se puede anticipar en un caso o en otro.
-Alguna idea tendrá tras una radiografía de las necesidades tan completa.
Es de sentido común. Lo hemos hecho en bancos en el Reino Unido y en Irlanda, lo estamos haciendo en casos bastante grandes en Alemania, se ha hecho en su día en España, con Caja Castilla-la-Mancha o CajaSur. Hay diferentes grados de resolución y diferentes tratamientos para las entidades que no pueden demostrar su viabilidad manteniéndose como tales entidades. Lo único que nos guía es la protección de los intereses de los ciudadanos, en tanto que contribuyentes. Bastante dinero han puesto como para que no seamos lo más estrictos posibles para no gastar un euro más de lo estrictamente necesario sacándolo del bolsillo de los contribuyentes y poniéndolo al servicio de la salvación de los bancos.
-Banco de Valencia, uno de los ejemplos más citados en esta crisis, necesita 3.462 millones para sanearse. Es una cifra que se antoja astronómica, y solo se trata de una entidad. ¿Hay alguna manera de que esa inversión compense al contribuyente?
Las cifras que manejamos cuando hablamos de recapitalizar el sistema financiero nos marean a todos. Son unas cifras enormes. No hay ningún otro sector económico en los que se hable de esos recursos ingentes de dinero público. Esto es así porque la crisis es financiera y profundísima, pero sobre todo porque una economía no puede funcionar sin un sistema financiero viable. Si la economía pudiese funcionar sin tener que preocuparnos de la estabilidad financiera, nos podríamos ahorrar mucho dinero y muchos riesgos para el bolsillo de los contribuyentes. Pero hay que decirlo claramente: no hay posibilidad de imaginar una economía que pueda funcionar si no tiene unos bancos saneados, suficientemente capitalizados y solventes como para dar el crédito que se necesita.
-Varias entidades han anunciado ya el cierre de oficinas y despidos de trabajadores. ¿Veremos grandes ajustes en este sentido?
Eso hay que verlo entidad por entidad y caso a caso. Qué duda cabe que una de las evidencias de esta crisis es que teníamos un sistema financiero y bancario más grande de lo que necesita una economía para funcionar normalmente. Cuando digo teníamos me refiero a escala europea. ¿Dónde se han dado los casos más claros? En Irlanda, ahora en Chipre… y también en países, aunque a otro nivel, como España, donde ha habido un exceso de crecimiento del crédito por encima de las necesidades estrictas de una economía como consecuencia de burbujas o inflación de activos. Cuando la burbuja estalla, y en España ha estallado de manera espectacular, por desgracia, lógicamente el sistema financiero viable que queremos que esté funcionando cuando antes no puede tener la misma dimensión que cuando la burbuja estaba hinchada. Sí hay que reducir la dimensión del sistema financiero en relación al PIB español. ¿Cuánto? Lo veremos en los planes de reestructuración. No hay una cifra agregada.
-El Gobierno considera la llamada unión bancaria un elemento fundamental para la estabilidad financiera y evitaría que los rescates de la banca tuviesen un impacto en el déficit y la deuda. La eurozona se comprometió en junio a tomar una decisión en diciembre. Sin embargo, hay países, como Alemania, Holanda o Finlandia que parecen querer frenar el calendario. ¿Por qué?
El compromiso de junio no lo firmó cualquiera. No eran un grupo de funcionarios sino jefes de Estado y de Gobierno. Es una decisión de una importancia política trascendental. No se toman muchas así en una década. Igual que fue muy importante avanzar hacia una unión monetaria y moneda única, hay que reconocer la importancia de dar los siguientes pasos hacia una mayor integración financiera, económica y en particularmente de la zona euro. No es de extrañar que la primera discusión, en el mes de septiembre, sobre el supervisor bancario único haya creado un debate y se hayan reflejado diferentes posiciones de partida. Yo estoy convencido que la voluntad política sigue estando ahí. Las razones por las que se decidió avanzar rápido siguen estando ahí y son si caben más evidentes que en junio. No sé si estará aprobado antes o después del 31 de diciembre. Dada la importancia histórica, dos meses antes o después no es lo más relevante. Hay diferentes posiciones y prioridade pero no hay tiempo que perder. El resto del mundo no nos va a estar esperando y sobre todo los ciudadanos que están sufriendo la crisis no tienen por qué esperar más de lo estrictamente necesario.
-Si fuera más sencillo, no sería la UE.
Por quitar un poco de morbo a eso... Es verdad que en Europa se tarda en tomar decisiones, pero en España podemos entenderlo muy bien porque somos un país con 17 comunidades autónomas. Fíjese lo que nos cuesta tomar decisiones a nosotros, sin que haya ningún europeo más presente.
-¿Necesita España un rescate, ya sea a través de la compra de bonos o del aval parcial de las emisiones de su deuda?
Yo crreo que lo que España necesita es que se reduzca el coste de financiación de la deuda. Tanto de la deuda pública como de la deuda privada, ya que el coste de financiación de la privada está muy ligado al de la pública. Todo el mundo reconoce que en estos momentos el coste de financiación de la deuda es mucho más elevado del que debiera teniendo en cuenta cuáles son las condiciones objetivas de la economía. Intentar rebajar el coste de esa emisión de deuda es de sentido común. No conozco a nadie que esté en contra. El Banco Central Europeo ha abierto una posibilidad, con su decisión de hace un mes, pero ha fijado también un camino y unos procedimientos que no se han recorrido nunca hasta ahora. Es lógico considerarlos con todos los pros y los contras, clarificando las incertidumbres. En ese trabajo estamos volcados tanto los Estados miembros que pueden necesitar ese tipo de mecanismos como la Comisión Europea y por supuesto el BCE o el Eurogrupo. La decisión de desencadenar el proceso sólo le corresponde al Gobierno español. A nadie más.
-Como la prima de riesgo se ha relajado levemente, hay una sensación de que el rescate y rebajar esa prima de riesgo ha perdido urgencia. Algunos países son ahora mucho más reticentes.
No ha perdido urgencia. La financiación de las empresas españolas están pagando varios puntos más en condiciones similares que sus competidores franceses, alemanes, belgas u holandeses. Viendo el gráfico del coste de la financiación de las empresas españolas, no ha perdido ningún tipo de urgencia. Cuanto antes se pueda bajar el coste de la financiación, mejor. Otra cosa es qué hay que hacer.
-¿Sin ningún tipo de intervención externa… bajará solo?
Bueno, hay quien puede pensar que sí y quien pueda pensar que no. La decisión le corresponde al Gobierno español.
-Hace un par de semanas dijo que la incertidumbre es un gran riesgo.
No conozco a ningún economista que diga lo contrario.
-Lo decía en un contexto muy determinado.
Es un principio general.
-Que se aplica al rescate.
Que se aplica en general.
-¿La prima de riesgo baja por las expectativas del rescate o las expectativas del rescate bajan por la evolución de la prima de riesgo?
Lo que sabemos hasta ahora lo hemos aprendido por desgracia en nuestras propias carnes tras cuatro años de crisis, desde Lehman Brothers hasta hoy. Sabemos por qué sube y lo rápido que sube. Hoy sabemos (y lo ha reconocido nada menos que el presidente del Banco Central Europeo), que una parte de los spreads [el indicador sobre la diferencia entre lo que paga España y Alemania] se debe a cómo el mercado percibe los riesgos inherentes a cada una de las economías del euro. Otra parte de la prima de riesgo no se refiere a sus propios desequilibrios sino a los riesgos que los mercados perciben de los problemas globales de la zona euro. Al BCE le corresponde atajar esta segunda parte y lo ha dejado claro: lo segundo es una responsabilidad ineludible de los Estados miembros.
-¿Un nuevo rescate, en esta ocasión a través de la intervención en los mercados de deuda, traerá consigo nuevas medidas de austeridad?
-Hay un principio que es muy fácil de entender. Si hay responsabilidad en el desarrollo y aplicación de medidas de ajuste y de reforma que son necesarias, por parte de los países que no están obligados a hacer ese esfuerzo tiene que haber solidaridad. Y por parte de los países que necesitan solidaridad tiene que haber plena conciencia de que no habrá solidaridad sin que exista simultáneamente responsabilidad.
-Cuando ve a miles de personas descontentas con la clase política, tratando de rodear o tomar el Congreso… ¿qué piensa?
Pienso dos cosas. Primero en la llamada clase política. Es un término que no me gusta porque los políticos no pertenecen todos a la misma clase. Los hay de clase A, de clase B o de clase C. Pero eso es una reflexión para cualquier político: cómo ser capaz de asumir mejor y con más responsabilidad la tarea de realizar la acción pública. También pienso que los ciudadanos no se deben manifestar delante del Parlamento. En todo caso, se deben manifestar delante de la sede del Gobierno o del partido correspondiente que crean que no están a la altura de sus responsabilidades. El problema no es la democracia. El problema son algunos políticos que ejercen su tarea en una democracia.