La socialdemocracia habla inglés

La socialdemocracia habla inglés

"Kamala Harris no tiene mucho tiempo para afianzar su candidatura, pero esta limitación puede ser positiva en la práctica ya que obligará a enfatizar lo fundamental y a prescindir de lo accesorio".

Kamala HarrisAndrew Harnik

Cuando en Europa algunos profetas de mal agüero presagiaban la decadencia irremisible de la socialdemocracia, que estaría siendo víctima del auge de la extrema derecha, el Reino Unido, que fue la primera democracia parlamentaria de la historia moderna, acaba de poner término a un largo periodo de hegemonía conservadora iniciado en 2010 con la llegada de Cameron -periodo ingrato, en que Londres cometió el mayor error de su historia al soltar amarras con respecto a la Unión Europea-, y ha entregado el poder al Labour, que, en manos del primer ministro Keit Starmer, ha vencido con contundencia y claridad en las elecciones del 4 de julio. Daron Acemoglu, el prestigioso profesor de Economía del MIT, manifestó al respecto que el nuevo primer ministro británico, “ha llevado al Partido Laborista a una victoria resonante porque entiende una lección básica de la historia de la política socialdemócrata: si bien los votantes pueden sentirse atraídos por el radicalismo, lo que realmente quieren es un gobierno competente que genere estabilidad y una prosperidad ampliamente compartida”. De hecho, Starmer, “al asumir el mando del Labour de manos de Jeremy Corbyn en 2020, poco después de la mayor derrota del laborismo desde 1935, hizo hincapié en la moderación y en las políticas para mejorar la economía y los servicios públicos. Su victoria demuestra que es posible ganar elecciones sin extremismo. Prometió hacer que la democracia funcione mejor para todos”.

El mensaje es particularmente oportuno en la actual coyuntura, cuando Kamala Harris está tomando el relevo de Biden después de la generosa decisión de este de apartarse para no poner en peligro el destino de su partido y de su país. Kamala Harris está notoriamente a la izquierda de Biden, como lo evidencian los análisis que se lanzan estos días. La CNN, por ejemplo, ha publicado un exhaustivo reportaje titulado “Estas son las ideas políticas que Kamala Harris ha defendido: son más progresistas que las de Biden”, que, resumidamente, enumera los siguientes rasgos: Harris iba más lejos que Biden en la ampliación de la cobertura sanitaria pública; defendió con particular énfasis el derecho de aborto después de la anulación del caso Roe vs. Wade en junio de 2022; forzó una mayor reducción de los impuestos a la clase media; aportó numerosas iniciativas para rebajar los altos precios de los medicamentos; como senadora, Harris presentó la Ley de Alivio de Alquileres, que establecía un crédito fiscal reembolsable para los inquilinos que gastan anualmente más del 30% de sus ingresos brutos en alquiler y servicios públicos…, etc., etc.

Asimismo, Harris fue encargada por Biden de controlar el que para muchos norteamericanos es el principal problema: la presión migratoria por el sur, procedente de México y, por extensión, de toda Latinoamérica. Para los republicanos, Harris habría fracasado porque los flujos no han cesado (en la práctica, mantienen el caudal que ya había consentido Trump durante su legislatura), pero esos adversarios políticos de los demócratas olvidan que, de la mano de Kamala, se ha iniciado una vasta operación diplomática a medio y largo plazo en México y Centroamérica para intentar fijar a la población nativa en su territorio, no por la fuerza sino facilitando el desarrollo económico de esta zona estratégica. La explícita iniciativa USA, que tiene soporte financiero, ha facilitado la llegada de numerosos inversores privados a los países centroamericanos, con la consecuencia de que se están creando puestos de trabajo y reduciendo las tensiones demográficas hacia el Norte... que en todo caso no cesarán porque siempre los más impetuosos y creativos pugnarán por mejorar a toda costa sus oportunidades.

Como se ve, el izquierdismo de Kamala Harris no es precisamente radical… Y en todo caso, entronca con los anhelos de los jóvenes, de los electores emergentes, que han visto con decepción cómo la huella de Trump -un Tribunal Supremo lastrado por las designaciones del expresidente- afecta a sus vidas, poniendo dificultades al aborto y reduciendo los recursos materiales del Estado destinados a la Educación. La demografía beneficia a Harris ya que, en los últimos ocho años, son muchos más los nuevos jóvenes votantes que apoyan el progresismo que los mayores que han fallecido y ya no pueden votar a los conservadores. En este sentido, el paso de tiempo tiende a favorecer a los demócratas ya que hay cada vez más centristas en USA y menos energúmenos reaccionarios.

Kamala Harris no tiene mucho tiempo para afianzar su candidatura, pero esta limitación puede ser positiva en la práctica ya que obligará a enfatizar lo fundamental y a prescindir de lo accesorio. La socialdemocracia, que se resume en atribuir a lo público la preservación de la libertad y la implementación principal de la solidaridad, vuelve hablar inglés a ambos lados del Atlántico.