Taiwán: un timonel para el KMT
Las posibilidades de que Hung Hsiu-chu y el KMT protagonicen una remontada en los sondeos se antojan nulas. Sus "extemporáneas" declaraciones, al margen en ocasiones de la línea programática mayoritaria de su partido, no favorecen su conexión con el sentir de buena parte de la opinión pública por más que resulten del agrado de Beijing.
Con las celebraciones del Doble Diez sobre la mesa, el pulso de la actividad política taiwanesa sigue girando en torno a los próximos comicios, a celebrar en enero de 2016. Mientras el soberanista PDP (Partido Democrático Progresista) de Tsai Ing-wen afronta la campaña de cara a las elecciones presidenciales y legislativas con plena normalidad y confianza, el nacionalista KMT (Kuomintang) parece incapaz de sacudirse su crisis, que amenaza con agravarse por momentos. A 14 semanas del escrutinio, Tsai sigue a la cabeza en las encuestas con más de un 45% de estimación de voto, contra el 13% de Hung Hsiu-chu. Tsai supera a la suma de los dos candidatos con mejores pronósticos, incluyendo a James Soong, del PPP (Partido el Pueblo Primero), escindido en su día del KMT.
Con tan holgada ventaja, la preocupación de Tsai se dirige especialmente a obtener una mayoría parlamentaria suficiente. Para ello, promueve acuerdos electorales con otras fuerzas siguiendo el modelo aplicado en la capital Taipei con el propósito de valerse del mejor cabeza de lista, es decir, aquel con mayores posibilidades de batir al candidato del KMT. Tomando buena nota de que los indecisos rondan en torno al 20% y que en las elecciones locales de noviembre de 2014, casi el 12 por ciento de los votos fueron a parar a candidatos independientes, el PDP afina su estrategia para garantizar una victoria sin paliativos, la mayor de toda su historia. De hecho, ya adelantó que no designará candidatos al menos en 11 de los 73 distritos a la espera de consumar acuerdos flexibles.
Las posibilidades de que Hung Hsiu-chu y el KMT protagonicen una remontada en los sondeos se antojan nulas. Sus "extemporáneas" declaraciones, al margen en ocasiones de la línea programática mayoritaria de su partido, no favorecen su conexión con el sentir de buena parte de la opinión pública por más que resulten del agrado de Beijing.
Y en las filas del KMT cunde la preocupación. El presidente Ma y el líder del partido, Eric Chu, mostraron su apoyo a la candidata, asegurando que el partido no puede permitirse el lujo de vacilar sobre una nominación que fue totalmente legítima. Wang Jin-pyng, figura destacada y presidente del Legislativo, ningunea su apoyo. Mientras Hung recuerda que la Constitución de la República de China exige la unificación con China y la reclama sin ambages, su partido aboga por la defensa del statu quo y crecen internamente las pretensiones de quienes abogan por una definitiva taiwanización de la formación eliminando a "China" de su denominación. Chiang Shuo-ping, miembro de la dirección del KMT, llegó a plantear la necesidad de realizar un congreso extraordinario para revisar la candidatura de Hung, lo cual supone un duro golpe a su campaña y alimenta los rumores -y las certezas- de una grave división interna. El ex presidente Lee Teng-hui asegura que "el KMT está sin timonel". Ese cónclave extraordinario podría tener lugar a finales de este mismo mes.
Así las cosas, el cambio en Taipei parece inevitable. El discurso hábil y ambiguo de Tsai en torno a la independencia, le permite rehuir el debate a pesar incluso de las declaraciones de William Lai, su alcalde en Tainan, confesado independentista, centrando a Tsai en su defensa del statu quo. La líder del PDP es consciente de las lecciones de 2012, cuando fue derrotada, y trata de llevar la campaña y el debate a un terreno en el que pueda sentirse menos incómoda, en torno a los problemas socioeconómicos y de gobernanza, mientras el enredo del KMT acapara los focos.
Tal escenario preocupa -y no poco- en Beijing. Las expectativas del PDP aumentan el nerviosismo en el Partido Comunista. No fue de su agrado el nivel de la recepción dispensada a Tsai en Washington ni tampoco lo será su visita a Japón.
Cuando Eric Chu se reunió en mayo con Xi Jinping, ambos coincidieron en advertir el carácter crucial del momento ante el temor de una congelación e incluso retroceso en la relación bilateral. ¿Puede ser más flexible el Partido Comunista de China? Cuando el alcalde de Taipei, Koo Wen-je, visitó Shanghai en agosto, las autoridades chinas se conformaron con su expresión de comprensión y respeto hacia el Consenso de 1992, que no llegó a suscribir expresamente. ¿Una señal?
China se encuentra en una posición de ventaja frente a Taiwán en numerosos dominios y no escatima pasos prácticos para seguir ganando influencia en la isla. No obstante, medidas como el nuevo documento para los viajeros taiwaneses que transitan al continente, que les equipara a los habitantes de Macao y Hong Kong y que convierten a Taiwán de facto en una región administrativa especial, no cosechan aplausos al otro lado del Estrecho, provocando como efecto añadido el incremento de una conciencia identitaria cada vez más firme que se acompaña de una desconfianza cada vez mayor respecto al acercamiento político de Taiwán con China.
Y ese, a fin de cuentas, es el problema de fondo y no la victoria del PDP en enero.