Luces y sombras del comunicado de los presos de ETA
El colectivo por fin comienza a asumir la realidad como base de su posición política, a expresar su aceptación de la nueva situación política, a asumir su responsabilidad en las consecuencias derivadas de su actividad [delictiva], a aceptar la legalidad, a aceptar sus condenas; en definitiva, a aceptar el Estado de Derecho.
Que el EPPK (organización de personas de ETA presas) haya consensuado, escrito y publicado, presumiblemente con el consentimiento de ETA, un texto que asume la nueva situación política y fija la posición de todo el colectivo es algo que en sí mismo cabe valorar con optimismo.
También depende de los ojos con que se lea, puesto que el texto tiene luces, pero también inquietantes sombras. No habrá sido fácil, como se deduce con claridad de las concesiones, contradicciones, ambigüedades y atavismos del escrito. Podemos deducir que, en vísperas de la ya tradicional manifestación de enero, "ha ganado" el posibilismo y se han cercenado riesgos que se cernían sobre el proceso.
El colectivo por fin comienza a asumir la realidad como base de su posición política, a expresar su aceptación de la nueva situación política (que Sortu ha aceptado la legalidad española y rechazado el uso de la violencia), a asumir su responsabilidad en las consecuencias derivadas de su actividad [delictiva], a aceptar la legalidad (e incluso, a mi juicio, muy destacable, a valorarla como base del futuro), a aceptar sus condenas (y que por tanto no son "prisioneros políticos" que han de "volver a casa" concluido el "conflicto"), en definitiva a aceptar el Estado de Derecho.
No obstante, "reconocemos con toda sinceridad el sufrimiento y daño multilateral generado como consecuencia del conflicto" queda deslavazado e inane, una ambigüedad huera y autoexculpadora, síntoma de que es un punto que se percibe como necesario pero sobre el que aún no hay consenso suficiente. ¿Qué significa en este texto "reconocemos"? En realidad nada, tomamos conocimiento, o sea, nada; como se deduce del resto de la frase. ¿"Con toda sinceridad"? ¿Aporta algo la sinceridad a ese reconocimiento? Si afirmara que reconocen la injusticia e inutilidad del uso de la violencia terrorista para fines políticos, la expresión de sinceridad sería necesaria, dada la lógica incredulidad que suscitaría, pero un reconocimiento política y éticamente aséptico no requiere sinceridad. Y la "multilateralidad" y la consideración de "consecuencia del conflicto" no hace sino difuminar aún más ese supuesto reconocimiento. Al EPPK y a Sortu les exigimos que reconozcan la injusticia e inutilidad de todo el daño causado por ellos. Ese es el final del camino del que este texto es un interesante primer paso, a veces el más difícil, pero insignificante si no va seguido del resto.
La declaración de "renuncia a los métodos del pasado" se adentra en lo exigido por el art. 72.6º de la Ley Orgánica General Penitenciaria para el acceso al régimen abierto y la libertad condicional. Ahora bien, espero que sean conscientes de que con el contenido de este texto difícilmente se pueden dar por cumplidas las exigencias de la ley vigente para acceder a permisos, régimen abierto y libertad condicional (el fin del alejamiento ―primera parte de su "vuelta a casa"― es cuestión distinta, puesto que depende únicamente de la dudosamente legal voluntad del Gobierno de ligarla con la disolución de ETA).
Además, si se observa la incomprensible actitud de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias y de al menos un sector de la Fiscalía de la Audiencia Nacional respecto a los presos que hace tiempo que recorrieron el camino completo ―léase para entendernos vía Nanclares―, obstruyendo constantemente la aplicación de las vías legales de reinserción, bordeando incluso la legalidad y el respeto a las resoluciones judiciales, debería perderse toda esperanza de que los presos del EPPK vayan a disfrutar a corto plazo de ningún tipo de beneficio penitenciario.
Y los que están cumpliendo condenas en Francia y están pendientes de extradición a España, como parte de los portavoces del EPPK, deberían asumir que tras cumplir sus penas en Francia y su extradición a España les espera cumplir 20, 30 o 40 años de condena en España (según hubieran cometido sus delitos antes de 1996, después de 1996 o después de 2003). Aceptar la legalidad y las condenas debería llevarles a solicitar su traslado a España en aplicación del Convenio sobre Traslado de Personas Condenadas firmado en Estrasburgo el 21/03/1983 con el fin de tener más posibilidades de que el tiempo cumplido en Francia les compute para el límite de los 20, 30 o 40 años.
Sin duda este texto coloca una pelota en el tejado del Gobierno de España ―si no le traslada cierta presión, cuando menos constituye una sonora interpelación―. Interpelación que a la vista de la praxis política de los dos últimos años, si es respondida, será para decir que llueve. Ahora bien, una sincronizada acción de desarme de ETA ―el texto también pone esa pelota en el tejado de ETA― convertiría el inmovilismo gubernamental en inexplicable para la mayoría de las fuerzas políticas, que seguramente le trasladarían una presión creciente. A ETA, a Sortu y al conjunto de la izquierda patriótica cabe exigirles la continuación de la ruta unilateral que ha de concluir con el desarme, la disolución y la deslegitimación de ETA, pero ello no da derecho a los demás a no hacer nada.