No son medios, son 'fakemedia'
El debate sobre las fakenews trae aparejados otros debates obligados sobre los canales que propician su viralización, pero también sobre los soportes que las contienen y sobre cómo la audiencia puede discernir las informaciones de las difamaciones o manipulaciones. La controversia incipiente que se ha producido sobre la difusión de estas supuestas noticias condujo al magnate de las redes sociales, Mark Zuckerberg, a las cámaras de EEUU para dar explicaciones de cómo a través de la plataforma Facebook se habían viralizado contenidos a usuarios potencialmente receptivos a esas desinformaciones a través de la revelación de sus datos personales. El cierre de Cambridge Analitica forma parte del prólogo de una transición incierta sobre la utilización de las redes sociales para fines políticos de manipulación, como ya apuntaba el filósofo Byung-Chul Han en su ensayo Psicopolítica.
Sin embargo, poco se está hablando de las plataformas que contienen y difunden originariamente las fakenews. Unos supuestos medios de comunicación on line que se han propagado sin control y sin la pedagogía suficiente para que el ciudadano-audiencia sepa diferenciarlos de un medio de comunicación serio. Su aspecto y nombre imitan a medios de comunicación, con páginas de inicio que bien podrían ser los de un diario digital, pero que esconden plataformas de contenidos engañosos o publicitarios y falsas noticias sin firmas de profesionales. Alertar sobre la peligrosidad de estas plataformas es imperativo en nuestra sociedad, pues se trata del origen de la manipulación burda de la opinión pública, fuera de los límites deontológicos de la profesión o de la directa extorsión a individuos o empresas a cambio de ingresos publicitarios.
La RAE define a los medios de comunicación como un instrumento de transmisión pública de información, como emisoras de radio o televisión, periódicos, internet... y es esa labor de transmisión pública de información la que impide llamar a estas plataformas de fakenews medios de comunicación. Resulta capital adoptar un concepto que empiece a definirlos de forma clara, como fakemedia, para que la audiencia sepa a lo que se atiene cuando viraliza y consume sus contenidos.
Ahora es necesario contar con el consenso necesario público y profesional para distinguir a los media de los fakemedia, de lo contrario, su alto índice de popularidad por las barbaridades que publican los sitúa en los algoritmos en pie de igualdad con los medios de comunicación cuya labor pública es tan imprescindible en una democracia.
Qué se puede hacer para luchar contra el origen de las fakenews y dotar al ciudadano de elementos de diferenciación entre lo que son noticias y medios de comunicación y lo que no lo son, llámese fakemedia o como sea. Los y las profesionales del periodismo son los primeros interesados en no seguir perdiendo credibilidad ante la opinión pública y qué mejor que el propio sector para garantizar que aquellos que son considerados medios de comunicación realmente lo son. Quizás llegó el momento de llamar a las cosas por su nombre y llamar fakemedia a las plataformas que incumplan el código deontológico del periodismo, aquel que ostenta un compromiso ético con la búsqueda de la verdad.