Los derechos no se ceden
Hay escenas que en 2016 asombran y duelen. Un famoso entrevista a un conocido futbolista que está casado con una conocida periodista. El famoso, que presenta el programa en la televisión pública, le pregunta al futbolista, cuando ella ya ha salido del cuadro, si ahora que ha sido madre cree que volverá a trabajar.
Hay escenas que en 2016 asombran y duelen. Un famoso de televisión entrevista a un conocido futbolista que está casado con una conocida periodista. El famoso, que presenta el programa en la televisión pública, le pregunta al futbolista, cuando la periodista ya ha salido del cuadro, si ahora que ésta ha sido madre cree que volverá a trabajar. Con toda la lucha feminista que nos precede, duele escuchar a día de hoy comentarios de este tipo, que legitima un ente de comunicación pagado con el dinero de todas.
El derecho a la crianza es todavía un derecho que se puede transferir. ¿Han probado a transferir su derecho a la salud o a la educación? ¿El derecho a las vacaciones o a la jubilación? La palabra "derecho" responde rápido a este contrafáctico: son derechos, por tanto son intransferibles. El único que se salta esta propia condición inherente de lo que es un derecho es el de la crianza y cuidado cuando hablamos de permisos por maternidad y paternidad. ¿Y qué ocurre en una sociedad patriarcal que cuenta con una pronunciada brecha salarial cuando el derecho al cuidado es transferible? Sí, que el cuidado, la crianza, el permiso laboral para la misma, recae sobre la mujer.
Presentamos una proposición no de ley recogiendo la iniciativa de la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción, porque entendemos que la igualdad reside en garantizar que los derechos sean -me tomo la licencia de la redundancia- iguales. El mismo número de semanas para cada persona cuidadora.
Estamos pensando en el derecho que tienen las niñas y los niños a que sus padres y madres les cuiden por igual, a pasar tanto tiempo con una como con otra persona cuidadora. Pensamos en el derecho de los padres a ejercer esa crianza, a romper los clichés heteropatriarcales con la propia vivencia, porque con hechos es como se cambian las dinámicas. Para evitar los tristemente frecuentes comentarios -y aquí habla una por experiencia propia- en los que un bebé llorando en brazos de su padre es porque, evidentemente, éste no sabe lo que está haciendo, porque no tiene ni idea del cuidado que la criatura demanda.
Los roles de género excluyen a los hombres del cuidado, y la manera de cambiar esto es garantizando su derecho a ejercer dicho cuidado. Pensamos en los derechos laborales de las mujeres y defendemos que esta medida contribuye, y mucho, a acabar con la discriminación por género en el mercado de trabajo.
Con la propuesta del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos de contar con esos permisos, haciéndolos transferibles, lo único que se ahonda es en la desigualdad y la brecha salarial. A esto sólo podemos decir un rotundo NO. Y dudo sinceramente que el activismo feminista que está en la militancia del Partido Socialista lleve con gusto esta medida que, como bien sabrán, implica una tremenda deslealtad hacia la lucha histórica de un movimiento que sabe lo necesaria que es la independencia económica y la verdadera emancipación de la mujer para lograr la igualdad.
Pienso ahora en Rosario Acuña y su defensa por la libertad e independencia de la persona dentro de su consciente discurso feminista, a principios del siglo XX. Por escribir una historia que no siga siendo la de las mujeres que, por tener un criatura, abandonan su vida profesional. Por la memoria de nuestras abuelas, por los derechos de nuestras hijas, por el presente de nuestras hermanas y hermanos. A esto nos debemos.