Unas bolas de hierro de 5000 kilos llevan rodando bajo la tierra desde hace más de 150 años
La red subterránea de 2484 kilómetros, creada por Eugene Belgrand, aún define el saneamiento moderno.
Bajo las calles de París, una red de alcantarillas de más de 2.400 kilómetros se extiende como un sistema vital que combina ingeniería histórica y modernidad. Este vasto entramado, diseñado para drenar aguas residuales y prevenir inundaciones, fue concebido en el siglo XIX por el ingeniero Eugene Belgrand. Su trabajo estableció un sistema de doble suministro de agua, separando la potable de la no potable, y sentó las bases del actual alcantarillado de la capital francesa.
El diseño inicial no solo se enfocó en el saneamiento, sino también en optimizar el suministro de agua potable en una época en la que el río Sena servía como fuente principal y receptor de desechos. Con técnicas innovadoras como las bolas de hierro de 5000 kilos, que se desplazan empujadas por el agua para limpiar los túneles, el sistema se mantiene operativo desde hace más de 150 años. Además, se han incorporado avances como chorros de agua a alta presión y camiones de bombeo que eliminan la arena atrapada en las cuencas.
El mantenimiento de esta red es exhaustivo: cada sección es inspeccionada al menos dos veces al año, y anualmente se extraen 5700 metros cúbicos de residuos. Con más de 100 kilómetros de tuberías adicionales y galerías que albergan servicios como telecomunicaciones, pero excluyen gas y electricidad por seguridad, el sistema es una auténtica "red multiservicio".
Hoy, el Museo de las Alcantarillas de París permite a los visitantes explorar este impresionante mundo subterráneo. Más allá de su funcionalidad, la red es un testimonio de cómo la ingeniería y la visión urbana transformaron la vida en una de las ciudades más icónicas del mundo.