Un piloto corre 40 minutos en el aeropuerto para encontrarse con la responsable de que siga vivo
Sí, la clásica escena del final de la película, pero en la realidad.
Emotiva historia la que protagonizaron un piloto de aviación comercial y una científica en el aeropuerto texano de Houston -sí, también "tenemos un problema"-. Incluyó una de esas clásicas escenas de final de la película, en la que se desencadena una carrera frenética por las instalaciones hasta reencontrarse en el último momento. Solo que en la realidad, claro, y ¿con happy end?
Se trata de lo que le ocurrió a David Whitson, capitán de United Airlines, y la científica Allie Reimold, tal y como recoge la cadena estadounidense CNN en su edición lusa. Él regresaba de Dallas a Houston, donde ella aguardaba para tomar el vuelo 2223. Un avión que Whitson no podía permitir que partiese sin haberse despedido de su pasajera más especial, a la que no veía desde hacía 4 años y que salía en 40 minutos.
Pero, ¿quién era Reimold? Cuando solo tenía 18 años, era una joven estudiante de ciencias que había decidido inscribirse en el registro de donantes de médula ósea que había conocido mientras organizaba una maratón de danza para recaudar fondos para un hospital infantil. Aquella decisión desembocaría años más tarde en una llamada y una respuesta afirmativa que salvó una vida. La de David Whitson.
Un diagnóstico demoledor: solo un 5% de posibilidades de sobrevivir
Previamente, la vida del piloto se había truncado a una velocidad de vértigo. Pasó de ser un hombre de 44 años en perfecto estado de salud a estar conectado a un respirador en el hospital. El motivo se llamaba leucemia mieloide aguda, un cáncer raro y de rápido crecimiento de la sangre y la médula ósea que se origina a partir de células madre sanguíneas anormales.
Solo el 29% de los que lo padecen sobreviven pasado un lustro. En su caso era peor. Tras la quimioterapia supieron que el suyo contaba con una mutación poco frecuente. Su esperanza de supervivencia se movía en torno al 5%. "Ni siquiera podía dar cinco pasos. No podía moverme. Apenas podía mover las piernas", rememoró, indicando que "no podía sentarme, ni siquiera podía levantarme de la cama". Hasta que supieron de la sangre de ella.
Ni la sangre de su propio hermano le valía, pero la suya le salvó. Y ese gesto acabó uniéndoles de una forma increíble. Primero hablaron por las redes sociales y esa relación de amistad fue a más y se conocieron en persona. Para David, Allie era como de la familia, le había permitido volver a disfrutar de su mujer y su hijo. Hasta la metió en su paquete de beneficios de viaje de United Airlines y cuando vuela con su aerolínea lo hace "como mis hijos o mi familia".
A la carrera
Cabe destacar que Allie en la actualidad ya es una científica con un doctorado y un trabajo como investigadora de salud pública en prevención del cáncer en la Universidad de California. Y así fue como se la reencontró aquel día. Tras encontrarse en el complejo escenario de estar en una punta del aeropuerto y ella en otro, emprendió una carrera de 40 minutos hacia la puerta de embarque, no sin antes haber contactado con su homólogo, el capitán del avión.
Tras completar el embarque, Allie estaba ya sentada en su asiento esperando mientras se escuchaban los típicos sonidos de la maquinaria del avión preparándose. Hasta que escuchó su nombre. "No todos los días podemos abrazar a alguien que puede salvarnos la vida", resumió él. "No puedo creer que haya pasado tanto tiempo", expresó Allie para subrayar, convencida, que "todavía lo haría todo de nuevo hoy".