La reina que boicoteó a la primera capital de aceite de oliva en España
Una historia de intrigas, levantamientos populares, chanchullos políticos y muchos árboles arrancados.
Hubo un tiempo en que la metafórica corona de los olivos -y por ende, del aceite de oliva- no estaba indiscutiblemente posada sobre el sur de España. La historia guarda numerosos vestigios del potencial de este cultivo en una parte del territorio que probablemente sorprenderá a más de uno. Efectivamente, en el norte.
Se trata de Galicia, una tierra que si bien en las últimas décadas sí ha desarrollado una importante actividad oleica -hay firmas de peso y renombre produciendo en la comunidad, actualmente-, en su pasado acusó la carencia de una industria del aceite de oliva. Ojo, no de los olivos, que a pesar de su reducido número, sí queda una importante huella de su pasado en forma de árboles centenarios.
También en la toponimia que hace referencia a olivos o olivares se erige en otro factor histórico clave. Precisamente, en un reportaje de Quincemil, de El Español, se apuntan las teorías o hipótesis alrededor de la gran pregunta: ¿Había producción aceitera en Galicia en el pasado? Y las que se derivan de ella: ¿Por qué se fue todo al traste?
Una venganza 'real' a las Revoltas Irmandiñas o la 'jugada' del conde-duque
"En algunos sitios nos cuentan que elaboraban aceite para autoconsumo y había almazaras en zonas como Quiroga, Valdeorras o Verín", señala María del Carmen Martínez, investigadora científica del CSIC y jefa del Grupo de Viticultura y Olivo de la Misión Biológica de Galicia, en declaraciones al citado medio. "Tenemos ocho variedades de olivos autóctonos descritas y llevamos marcados más de 150 por todo Galicia", desgrana la experta del ambicioso proyecto que llevan a cabo desde hace un lustro.
En este sentido, existen distintas teorías históricas y socioeconómicas sobre lo que puedo ocurrir en el pasado para que se dejase a un lado el cultivo del olivo y del aceite de oliva. En lo relativo al segundo cariz, se apunta a que "se dejó de cultivar por los terrenos, había mucho minifundismo, y coincidió con el descubrimiento de América, a raíz del cual se dieron a conocer otros cultivos que eran más rentables, como el maíz o la patata", según explica el presidente de la Asociación de Productores de Aceite y Aceituna de Galicia (APAAG), José Antonio García, a 'Quincemil'.
Pero si se atiende a los antecedentes históricos, la principal teoría tiene que ver con los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, de quien se cree que promovieron una centralización de la producción de olivas que forzó a arrancar numerosos árboles en Galicia. Detrás de esta estrategia estaba fomentar la repoblación y florecimiento económico de las zonas que se iban recuperando en la Reconquista a los árabes.
También se cree que esa decisión tenía como telón de fondo una venganza ante las Revoltas Irmandiñas, una serie de levantamientos populares (1467-1469) considerados los mayores de Europa en el siglo XV y motivados por los bailes de sillas de la nobleza derivados de que la Corona de Castilla se hiciese con el territorio de Galicia. Se cree que los irmandiños destruyeron más de un centenar de castillos y fortalezas en tan solo dos años.
Sin embargo, lo que sí está totalmente documentado es la orden que dio uno de los validos más conocido de España, el de Felipe IV, inmortalizado por el pincel de Diego Velázquez o la pluma de Arturo Pérez-Reverte. El Conde-Duque de Olivares instauró un impuesto al olivo en Galicia. De un total de cuatro reales por cada árbol. Por cierto, el mismo cultivo del que él se enriquecía en Sevilla.