La montaña de quesos de EEUU nacida de la venganza de Putin contra Europa

La montaña de quesos de EEUU nacida de la venganza de Putin contra Europa

Y nadie sabe qué hacer con ella... 

Expositor de quesos en una tienda de Palmer (Alaska), en una imagen de archivo.Michael Siluk / Getty

Ya sabemos que el efecto mariposa tiene esas cosas: pequeñas acciones, incluso lejanas, desencadenan grandes cambios. Eso es lo que está pasándole a Estados Unidos con uno de sus alimentos estrella: el queso. Directamente, no sabe qué hacer con tanto, informa la BBC. 

Esta sobreabundancia de stock es una consecuencia inesperada del conflicto diplomático con Rusia, que ha contribuido a que el país acumule un inventario de 540 millones de kilos de queso, el mayor en décadas, al que no puede darle salida. 

No hay que mirar a la actual guerra en Ucrania y sus sanciones. Viene de antes. Todo procede de las tensiones que surgieron en Europa Oriental en 2014, después de que EEUU y la Unión Europea impusieran sanciones contra Moscú por la anexión de Crimea y el apoyo a los rebeldes en el Donbás. El gobierno del presidente ruso, Vladimir Putin, se vengó imponiendo sanciones contra los productos de la UE. Ojo por ojo. 

Entonces, los productores europeos de queso, que se quedaron de pronto sin uno de sus mercados importantes, volcaron su producción hacia Estados Unidos, contribuyendo a un enorme superávit de queso en ese país, que lo usa para todo, pero hay límites. 

Los analistas citados por el medio británico advierten que cada persona en el país tendría que comer 1,3 kilos extra de queso este año para terminar con las existencias del producto. Incluso en una nación que consume en promedio más de 16 kilos y medio del derivado lácteo por habitante cada año, pocos creen que el inventario se reduzca sustancialmente en el corto plazo.

Junto con hechos geopolíticos como el conflicto entre Europa y Rusia, la situación se ve acrecentada ahora por circunstancias económicas. El dólar estadounidense ha estado apreciándose frente a las demás monedas en el último año, lo que ha abaratado sustancialmente las importaciones de ese país.

Los estadounidenses han usado el dólar caro para comprar más alimentos en el exterior, justo cuando estaba empezando a aumentar la producción agrícola local debido a inversiones que se hicieron en años anteriores, cuando la situación del dólar era la inversa.

Hace apenas unos años el dólar barato hacía muy competitivas las exportaciones estadounidenses de alimentos, por lo que muchos productores habían invertido generosas sumas para aumentar su producción, previendo un auge de exportaciones.

"Hoy los agricultores estadounidenses enfrentan una especie de tormenta perfecta, con sobreproducción interna y crecientes importaciones. Y, como en el caso del queso, sus bienes están acumulándose en bodegas a lo largo del país", indica la información.

Impacta también en esta crisis el efecto de muchos años en los que el gobierno federal subsidió la producción de leche. Tanto así, reporta el diario Washington Post en artículo reciente, que el mismo gobierno lleva años incentivando el consumo de queso para buscar que hacer con los excedentes de leche del país. En años recientes, agencias apoyadas por el gobierno en Washington ayudaron a desarrollar productos como las quesadillas dobles vendidas en la cadena Taco Bell o las pizzas con queso extra ofrecido por Pizza Hut, según reporta el diario estadounidense.

Al leer esto es fácil que te surja la pregunta de por qué no se regala, entonces, a los más necesitados, si tanto sobra. Ya se hizo, en el pasado. Se intentó, más bien. Durante la década de 1980, en otro periodo de sobreproducción, era el mismo Gobierno el que almacenaba queso en grandes bodegas estatales, buscando así regular el mercado y mantener la estabilidad en los precios. Se guardaron quesos, maíz y otros alimentos, a veces en cavernas alquiladas por el gobierno, a falta de espacio suficiente en las bodegas. Hasta que tampoco cupo ahí, y los costos logísticos de ese almacenamiento se hacían cada vez más complejos.

Paradójicamente, en esa década durante el conservador gobierno de Ronald Reagan, cuya filosofía se centraba fuertemente en acabar lo que él veía como una dependencia nociva de los pobres frente a la ayuda estatal, el Tío Sam regaló miles de toneladas de queso a personas pobres dentro y fuera del país, para acabar con esos inventarios.

"Los posibles países receptores de los regalos de alimentos pueden no ver ese escenario con tanto agrado. Pues si bien la perspectiva de ver llegar comida estadounidense a bajo precio podría reconfortar a consumidores de pocos ingresos, ciertamente le causaría problemas a los productores de esas posibles naciones receptoras de alimentos. Posiblemente verían la llegada de productos estadounidenses como competencia desleal", informa la BBC.

Y esta vez, por supuesto, la mayoría del queso sobrante está guardado en manos privadas, no por el Gobierno de Joe Biden. Por ejemplo, en Directo al paladar explican que "el país continúa guardando gigantescos alijos de queso bajo tierra, reunidos casi todos en antiguas minas y canteras de Springfield, Missouri. Algunas siguen siendo estatales, otras muchas están alquiladas a empresas privadas, como Kraft Heinz". 

Las cosas han cambiado. Por eso, las perspectivas apunten a que Estados Unidos siga atesorando esta verdadera montaña de queso. Y sin saber qué hacer con toooodo eso.