La historia tras la foto de la esperanza: "Espero que no les abandonen porque merecen todo"

Nueve vecinos de la calle Galicia del municipio valenciano de Cantarroja, uno de los más afectados por el paso de la DANA que arrasó a la región el pasado martes, y un bombero. Todos alrededor de una mesa colocada delante del número 88 de la vía sobre la que se ven sándwich, tres botellas de agua, una de vino y otra de cerveza. Parece una estampa más propia de una fiesta de pueblo de verano, pero se ha convertido en la escena de la esperanza tras la tragedia. 

La Diputación Provincial de Teruel subió la foto, que se tomó el martes a la hora de comer, a su cuenta de X, pero fue el presidente de Aragón, Jorge Azcón, el que la republicó y la convirtió en un fenómeno viral. "Vecinos que salen a comer a la calle, tras la limpieza, para poder compartir su esperanza con el personal de emergencias. Pequeñas victorias que dejan ver la luz después del desastre", ha escrito el dirigente aragonés en un tuit que lleva más de 7.000 me gusta y 250.000 reproducciones. 

Juan Millán es el bombero protagonista de la foto. Este turolense de 51 años, natural del municipio de Martín del Río, se desplazó el pasado lunes junto a 20 bomberos de su Parque a esa localidad. La función principal de su equipo, que lo conformaban él junto a Raúl García, Javier Alarcón y Marcos Terrer, era la de registrar los vehículos que había en el barranco del Pollo para notificar si había personas dentro y marcarlos en caso de que fuera así. Tal y como cuenta, hicieron 2.500 coches. 

Sin embargo, durante parte de los tres días que estuvieron o de las casi 60 horas de actividad que desarrollaron como voluntarios en Cantarroja, los cuatro también trabajaron en las labores de limpieza de las calles que habían sido asignadas a las delegaciones aragonesas. Concretamente les tocó las vías Galicia y Trinquete. Y eso les llevó a conocer a sus vecinos, sus historias y a empatizar con ellos. 

"Una vez nos dijeron esas calles nos recomendaron a mi equipo, del que era el oficial, a que limpiáramos esas calles que estaban llenas de enseres porque la gente sacaba los mueble destrozados para dejarlos ahí. Nosotros los sacábamos con palas cargadoras para transportarlos a avenidas más grandes para que se los llevaran ya con máquinas más grandes. También verificábamos que no había sótanos para achicar el agua que había porque había compañeros haciéndolo y era una forma de coordinarnos", describe Millán, que regresó a última hora de este miércoles a Teruel y volvió a su actividad ya el jueves. 

Vecinos de esa calle Galicia como Pedro o Mari Carmen les ayudaron y colaboraron con ellos en la medida de sus posibilidades. "Era imposible no empatizar con esas personas que estuvieron trabajando con nosotros incansablemente. Por ejemplo, Pedro nos acompañó toda una mañana a buscar hidrantes y fue una colaboración muy bonita", asegura el responsable del equipo, que lleva 24 años trabajando como bombero y es oficial del Parque de la capital bajoaragonesa. 

Tras despejar parte de esa calle, Millán y sus compañeros se fueron a comer al puesto para voluntarios que había a unos 100 metros de ahí. Hasta dejaron el camión en la calle. Cuando regresaron se encontraron con la estampa de los vecinos comiendo fuera porque, como narra, tenían sus casas totalmente "llenas de barro". 

Entonces fue cuando le pidieron una foto para el recuerdo: "No sé quién la hizo, llegué y me pidieron posar para hacerme esa foto. Estaban Pedro, Mari Carmen y el resto de vecinos. Simplemente salió así".

Millán, que no tenía cuenta en X hasta ahora, no era consciente que se había hecho viral sin saberlo, pero celebra el significado de la imagen: "Muestra que empatizamos con esas personas que ayudamos", asegura, reconociendo que a las espaldas del fotógrafo la calle seguía llena de escombros. 

Además, confiesa que se ha hecho él con sus compañeros de equipo la promesa de bajar a comer una paella cuando todo pase. "Desde que nos fuimos no he vuelto a hablar con ellos, pero bajaremos y los buscaremos", asegura. 

"No nos podemos olvidar de ellos"

Millán y su equipo trabajaron esos tres días 60 horas, desde la 7 de la mañana hasta pasada la 1 de la madrugada que regresaban al colegio en el que dormían. A pesar de todo el trabajo y de que cuando se fueron los 120 que bajaron juntos llegó otra delegación, queda mucho camino por recorrer para que esos vecinos puedan volver a la normalidad. 

"Ven que llega gente de fuera, ven la ayuda, algo de esperanza y son majísimos y encantadores, pero queda mucho trabajo. En cuestión de minutos les llegó un tsunami de más de 6 metros y algunos se han quedado sin casa, sin coche y sin empleo, es que hay casas que están arrasadas completamente. Queda un trabajo de días, meses y años y espero que no les abandonen porque merecen todo", sentencia.

Añade que aunque para ellos han sido momentos duros con escenas "dantescas", al final los vecinos son los que se van a quedar ahí: "Tienen que seguir viviendo ahí y encima está la incertidumbre de que les puede volver a suceder. Nuestros políticos tienen que valorar como gestionar eso para que no vuelva a pasar". 

Millán, que quería bajar desde el pasado miércoles que se conoció la tragedia, finaliza apuntando que ni mucho menos descarta volver a bajar. "Lo hemos hecho como voluntarios y si me vuelven a movilizar iré. Se lo merecen", concluye.