Esto es lo que dice la ley sobre la cantidad mínima de cloro que debe tener una piscina
La ventilación adecuada es crucial para reducir la concentración de cloro en el aire y minimizar los riesgos para la salud.
El cloro es el desinfectante más comúnmente utilizado en las piscinas, tanto públicas como privadas, debido a su eficacia para mantener el agua libre de microorganismos. Sin embargo, su uso también conlleva riesgos para la salud, especialmente en piscinas cubiertas donde la ventilación puede ser insuficiente. La normativa vigente establece que la cantidad de cloro libre en el agua de las piscinas no debe exceder de 0,20 a 0,60 miligramos por litro, según el Boletín Oficial del Estado. En Cataluña, el reglamento sanitario de piscinas para uso colectivo fija los límites de cloro residual libre entre 0,5 mg/l y 2 mg/l, y el cloro total no debe exceder en más de 0,6 mg/l el nivel medio de cloro residual libre2.
El cloro, al reaccionar con las sustancias orgánicas presentes en el agua, forma cloraminas, que son menos efectivas como desinfectantes y son responsables del olor característico de las piscinas y de la irritación ocular y de las mucosas. La exposición a altas concentraciones de cloro puede causar irritación de las vías respiratorias, tos, y en casos extremos, edema pulmonar. Los nadadores, monitores de natación y personal de mantenimiento son los más expuestos a estos riesgos debido a su prolongada estancia en el ambiente de la piscina.
El uso de cloro en las piscinas se realiza de manera automática y constante, pero pueden ocurrir fallos en el sistema de cloración que resulten en una cantidad excesiva de cloro en el agua y en el aire. La ventilación adecuada es crucial para reducir la concentración de cloro en el aire y minimizar los riesgos para la salud. Sin embargo, muchas piscinas presentan una ventilación insuficiente, lo que aumenta la concentración de cloro en el aire a lo largo del día.
El ejercicio de la natación es altamente beneficioso para la salud, pero la exposición prolongada al cloro puede tener efectos adversos, especialmente en personas con asma o hiperreactividad bronquial. Los deportistas de alto nivel que practican natación pueden desarrollar una respuesta exagerada de las vías respiratorias debido a la inhalación de grandes cantidades de cloro durante sus entrenamientos intensivos. Esta hiperreactividad bronquial puede manifestarse como tos y dificultad para respirar, afectando su rendimiento deportivo.
Además de los nadadores, los monitores y el personal de mantenimiento también están expuestos a concentraciones relativamente altas de cloro, lo que puede provocar efectos crónicos en su salud. La normativa establece valores límite para la exposición al cloro en ambientes industriales, pero estos valores pueden no ser adecuados para los entornos de piscinas, donde la actividad física intensa y la alta ventilación respiratoria de los nadadores aumentan la inhalación de cloro.
La cloración del agua de las piscinas es esencial para prevenir la transmisión de enfermedades infecciosas, pero es importante controlar y mantener los niveles de cloro dentro de los límites establecidos para proteger la salud de los usuarios y trabajadores. La implementación de sistemas de ventilación eficientes y el mantenimiento adecuado de los equipos de cloración son medidas clave para reducir la exposición al cloro y sus efectos adversos.