Esta es la ciudad de España con más semáforos: hay uno por cada 750 ciudadanos
No es Madrid ni Barcelona.
A menudo, los semáforos pueden ser responsables de retrasos en nuestras citas y compromisos. Si necesitamos desplazarnos por una ciudad grande, es crucial salir de casa con suficiente antelación para evitar que estas señales de tráfico nos hagan llegar tarde. Sin embargo, esquivar estas señales de tráfico en algunas urbes se puede convertir en una auténtica odisea.
Es el caso de una capital española que, según el libro ¿Cuánto sabes de la Comunidad Valenciana? Logros, méritos y récords extraordinarios, publicado en 2019 por la periodista Marta Landete, tiene el honor de ser la ciudad de Europa que más semáforos tiene por habitante y la segunda en el mundo en la que los conductores tienen más probabilidades tienen de pararse en uno.
Tal como apunta el título del libro de Landete, la ciudad con más semáforos por habitante de Europa no es ni Madrid ni Barcelona, que tienen respectivamente un semáforo por cada 2.700 personas y uno por cada 2.000. A la capital española y catalana las supera de largo Valencia, que con 1.100 intersecciones reguladas por estas señales lumínicas tiene uno por cada 750 ciudadanos.
A pesar de ser la ciudad con más semáforos por habitante en Europa, Valencia no fue la primera de España en tener estas señales de tráfico en sus calles. En 1930, se instaló el primero en la Plaza de la Reina para regular el tráfico en el cruce con la calle San Vicente. Un lugar emblemático de la capital del Turia, ya que además de ser el punto cero de la red de carreteras de la Comunidad Valenciana, establece la numeración de todas las calles de la ciudad.
El primer semáforo de España se instaló en 1926. Se trataba de un sistema de señales manuales que regulaba la circulación entre las calles del Barquillo y Alcalá, en Madrid. El primero eléctrico se instaló en Barcelona en 1929, con motivo de la Exposición Internacional. Se importó de Estados Unidos y se colocó en el cruce del Paseo de Gracia y Gran Vía, una zona muy transitada de la ciudad.
El primer semáforo fue desarrollado en 1868 por el ingeniero británico John Peake Knight para regular el tráfico en el puente de Westminster en Londres. Este dispositivo constaba de dos señales iluminadas que se controlaban manualmente y se colocaban en lo alto de una torre para indicar a los conductores cuándo debían detenerse y cuándo podían continuar.
En 1910, el policía de tráfico estadounidense Lester Wire ideó un nuevo tipo de semáforo eléctrico, que constaba de una luz roja y una verde que se alternaban. Este sistema se instaló en la ciudad de Cleveland y fue el primero eléctrico que se utilizó de forma efectiva en la regulación del tráfico.
Desde entonces, los semáforos han evolucionado y se han extendido por todo el mundo, convirtiéndose en una herramienta esencial para gestionar la circulación en las ciudades. Los modernos emplean tecnología avanzada, como sensores de tráfico, para optimizar el flujo de vehículos y reducir los tiempos de espera en las intersecciones.