Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Consigue trabajo en un campo de Bangkok, acaba torturada y obligada a cometer estafas: "Allí se practican torturas extremas"

Consigue trabajo en un campo de Bangkok, acaba torturada y obligada a cometer estafas: "Allí se practican torturas extremas"

Las redes criminales en Asia captan a trabajadores con falsas ofertas de empleo y los fuerzan a cometer fraudes en condiciones inhumanas.

Vista ponarámica de Bankok, en Tailandia.roberto trombetta

Sarah, una mujer africana a la que la televisión en Francia le han cambiado el nombre para garantizar su seguridad, nunca pensó que la oferta de trabajo de la que le habló su vecino, que implicaba mudarse a Tailandia, la llevaría al mismo infierno. Pero después superar una entrevista laboral, aceptó el empleo y se trasladó a Bangkok junto a quien creía que era su contacto de confianza en el país asiático. Sin embargo, lo que no sabía era que la persona que la acompañaba formaba parte de una red criminal. Así que después de un largo viaje por carretera y otro en barco, Sarah llegó a un complejo del que no pudo salir. Hasta hoy.

El lugar estaba abarrotado. "Había miles de personas allí, muchas en la misma situación”, ha contado Sarah a Complément d’enquête, un programa de investigación que se emite en la televisión pública francesa y en el que cuenta como en el recinto convivían personas de Sri Lanka, Ghana, Etiopía, Rusia, Ucrania, Marruecos y otras nacionalidades. Todas, con una característica común: haber caído en la misma trampa, aceptar un puesto de trabajo inexistente. Porque en realidad, lo que le obligaban a hacer era participar en una de las redes de fraude online más sofisticadas del sudeste asiático.

Los retenidos, cuenta el programa de televisión, trabajaban sin horario y sin descanso. Su objetivo, trabajar en estafas internacionales con víctimas repartidas por todo el mundo. El perfil de Sarah, al dominar varios idiomas, era especialmente valioso para la organización criminal, por lo que le asignaron el papel de afianzar los engaños a través de llamadas de teléfono y videollamadas. "Solo decía mentiras, sin parar, todo el tiempo" ha confesado.

Las víctimas creían que hablaban con una persona real. De hecho, en las videollamadas, sustituían su rostro por uno creado con inteligencia artificial, lo que elevaba la credibilidad del fraude. Mientras, Sarah leía el guion que le habían escrito otras personas atrapadas en el complejo, con mensajes diseñados para manipular emocionalmente a los estafados y convencerlos de que les enviasen el dinero.

Torturas extremas como castigo y control

Las condiciones de los trabajadores, dentro del complejo, eran brutales. "Era como una cárcel. Literalmente, una cárcel", explica Sarah mientras recuerda la presencia de guardias fuertemente armados, que hacían registros nocturnos en las habitaciones y, que además, aplicaban castigos físicos a quienes intentaban rebelarse o no cumplían los objetivos.

El punto más temido era el Cuarto Oscuro, una sala de torturas que se utilizaba como un método de control, con palizas constantes y castigos extremos como herramienta para atemorizar a los trabajadores retenidos. "Allí se practican torturas extremas. Si te resistes, te golpean hasta que ya no puedes moverte”, ha asegurado Sarah en el documental. 

Las imágenes que se han visto en el programa, emitido a finales de febrero, muestran la magnitud de este problema, así como los complejos donde se desarrollan estos fraudes operan con total impunidad, explotando a personas que acaban atrapados en estas redes.