La ciencia descubre la clave para combatir el calor global: recuperar la siesta española
Más de una persona entonará un sonoro: "¡Lo sabía!".
Se aproximan los últimos días de julio y el calor acaba de empezar. Ni hay alivio ni se le espera en esta primera ola de calor de verano: las noches siguen siendo tórridas y las temperaturas no dejan de aumentar. Se ha hablado mucho de los remedios frente al calor, pero hay uno sobre el que la ciencia ha puesto el foco en los últimos años... y a más de una persona le va a resultar una delicia.
´La ciencia, tras estudiar el impacto del calor extremo en las zonas del norte de Australia, una de las zonas más calurosas del mundo, ha sacado una serie de conclusiones de las que se hace eco el medio de divulgación científica The Conversation.
Después de comprobar que a pesar de que los aires acondicionados proliferaban mucho más que en décadas pasadas en el norte de la inmensa isla Australiana, las muertes asociadas al calor no habían dejado de aumentar conforme pasaban los años. Sin embargo, si se miraban los datos con detalle, esto el efecto de las altas temperaturas variaba según la población, existiendo una incidencia mortal de las altas temperaturas en la población de ascendencia europea que en aquella que ligaba sus raíces a las culturas aborígenes.
Un posible remedio muy español
El aire acondicionado entre la población aborigen no es tan común en el norte de Australia, según el informe, y esa es una de las claves. El cuerpo humano, prosigue el documento, precisa adaptarse poco a poco al calor para poder sobrellevar mejor la temporada estival, algo que con aire acondicionado se hace más difícil y que produciría directamente un empeoramiento de salud por parte de la población con ascendencia europea.
Sin embargo, el resto de población combatía el calor sin aire acondicionado mediante un remedio que podría considerarse 'Made in Spain': la siesta. Durante las horas de más calor, la población de ascendencia aborigen aprovecha para resguardarse en casa para evitar el sol directo, pero el hecho de no tener aire no les libra del todo del calor.
"En naciones como España, la tradicional siesta, un método cultural comparable para enfrentarse al calor, ha sido prácticamente erradicada por su repercusión económica", explica el estudio en The Conversation. "Sin embargo, a medida que el planeta experimenta temperaturas cada vez más elevadas, es probable que necesitemos redescubrir el arte del descanso vespertino".
De esa manera, el organismo consigue adaptarse poco a poco a las altas temperaturas y evitar un colapso traducido en golpes de calor que puedan conllevar problemas de salud grave. Por tanto, las siesta podría ser un remedio ideal para tratar de refugiarse en las horas más calurosas del día y, al mismo tiempo, facilitar la adaptación al clima.