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Así fue la muerte agónica de Felipe II, el rey español del mayor Imperio conocido

Así fue la muerte agónica de Felipe II, el rey español del mayor Imperio conocido

Su muerte marcó el final de una era y dejó un legado que perduraría en la historia de España y del mundo.

Reinado: 1556 -1598 Llegó al trono después de que su padre, el emperador Carlos V, abdicase y se retirara en el Monasterio de Yuste (Cáceres). Antes de ser Felipe II España fue rey de Nápoles, título que le concedió su padre en 1554 (ent...Anónimo (Taller de Tiziano, Vecellio di Gregorio). 1549 – 1550. Museo Nacional del Prado

Felipe II, nacido en Valladolid en 1527, fue un monarca cuya vida estuvo marcada por la tragedia personal y la responsabilidad de gobernar un vasto imperio. A lo largo de su vida, sufrió la pérdida de cuatro esposas y varios hijos, lo que dejó una profunda huella en su carácter. Su salud, siempre delicada, se deterioró significativamente en sus últimos años.

El rey padecía de gota, una enfermedad que le causaba intensos dolores articulares y que lo obligaba a ser transportado en una silla especial. Además, sufría de hidropesía, una acumulación de líquidos en el cuerpo que le provocaba hinchazón y malestar. Estas condiciones, junto con otras dolencias como cálculos biliares y fiebres intermitentes, contribuyeron a su estado de debilidad.

En el verano de 1598, consciente de que su final estaba cerca, Felipe II ordenó ser trasladado al Monasterio de El Escorial, un lugar que él mismo había mandado construir y que consideraba su refugio espiritual. Allí, rodeado de su corte y de los cuidados de sus médicos, el rey enfrentó los últimos días de su vida. La situación se agravó cuando su cuerpo comenzó a llenarse de úlceras y llagas purulentas, que desprendían un olor insoportable y le causaban un dolor atroz.

Los médicos de la corte, siguiendo los procedimientos de la época, intentaron aliviar su sufrimiento con diversos tratamientos. Se le aplicaron cataplasmas y ungüentos para tratar las llagas, y se le administraron purgantes para intentar reducir la hinchazón causada por la hidropesía. Sin embargo, estos tratamientos resultaron ineficaces y, en muchos casos, solo aumentaron su sufrimiento.

Durante su agonía, Felipe II mantuvo su devoción religiosa. Pasaba largas horas en oración y recibía los sacramentos con regularidad. Su fe católica, que había sido un pilar fundamental de su reinado, le proporcionó consuelo en sus últimos momentos. A pesar de su dolor, el rey se mantuvo firme en su creencia de que su sufrimiento era una prueba divina.

El 13 de septiembre de 1598, después de 53 días de agonía, Felipe II falleció en su amado Monasterio de El Escorial. Su muerte marcó el final de una era y dejó un legado que perduraría en la historia de España y del mundo. La noticia de su fallecimiento se difundió rápidamente por todo el imperio, y se realizaron ceremonias y misas en su honor en todas las provincias.

La muerte de Felipe II no solo fue un evento significativo en la historia de España, sino también un reflejo de las dificultades y sufrimientos que enfrentaban los monarcas de la época. Su vida y su muerte son un testimonio de la complejidad del poder y de la fragilidad humana, incluso en aquellos que ostentan el mayor de los poderes.