Alerta máxima entre los científicos por lo que está cayendo del cielo: es peor que la lluvia ácida
Moja, pero es que además contamina.

Si en los últimos años del siglo XX la lluvia ácida representó una grave amenaza ambiental por las emisiones de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, ahora la lluvia trae consigo otro factor agresivo contra el medio ambiente: los microplásticos.
La lluvia ácida causó en su día la muerte de especies acuáticas, destruyó bosques y deterioró infraestructuras. Solo pudo evitarse con medidas políticas para reducir las emisiones que la provocaban.
Pero, como todo, también la amenaza ha evolucionado. Ahora, numerosos estudios han descubierto la presencia en la lluvia de microplásticos, una contaminación que proviene principalmente de residuos plásticos en carreteras y océanos, que se descomponen en partículas diminutas y son transportadas por el viento hasta la atmósfera.
El problema con los microplásticos es que son muy resistentes a la degradación y representan riesgos significativos para la salud humana y el medio ambiente. Aunque las plantas de tratamiento de agua potable eliminan una parte de estos contaminantes, no logran erradicarlos en su totalidad. De hecho, la persistencia de estos productos en el medio ambiente es muy alta, pudiendo permanecer ahí durante varias generaciones.
Es por eso que el desafío requiere enfoques integrales que incluyan la reducción en la producción y uso de plásticos, mejoras en la gestión de residuos y avances en la tecnología de purificación del agua.