El abismo entre las Españas del 28M: de ganar 26.367 euros en Pozuelo de Alarcón a 7.097 en Níjar
Los datos demuestran profundas brechas entre autonomías que pasan por el paro, el nivel de industrialización o la posibilidad de irse una semana de vacaciones.
España es una y no 51, pero casi. Más allá de los conflictos y reclamos políticos de los partidos independentistas, nacionalistas o regionalistas, España acusa en 2023 una desigualdad muy acentuada entre sus territorios. Se aproximan las elecciones municipales y autonómicas del 28M y el ruido de esas formaciones y del resto es cada vez más fuerte.
Sin embargo, debajo de todo el teatro electoral descansa un profundo poso de inequidad que afecta a millones de ciudadanos: las cosas del comer. La publicación de la Encuesta de Condiciones de Vida por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE) iluminó una realidad que parte en dos a la población, algo que en los últimos años, a pesar de que baja la tasa de riesgo de pobreza, ha ido a más.
Baja el paro y sube la contratación indefinida, pero la inflación supone un torpedo que da de lleno en la línea de flotación de los más vulnerables, que son cada vez más. Las carencias, como no poder tener al menos una semana de vacaciones al año o hacer al menos dos comidas de carne, pollo o pescado a la semana, afectan a más población. Sin embargo, la media es engañosa y existen divisiones de decenas de puntos porcentuales entre autonomías.
El mal endémico del paro
El desempleo es uno de los problemas que más preocupa a las personas encuestadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), y no es para menos. El mercado de trabajo haya experimentado una importante mejoría tras la reforma laboral, y que la afiliación a la Seguridad Social haya batido en abril el récord de 20,6 millones de personas ocupadas en España, la tasa de paro se situó en el 13,26% en el primer trimestre de este año según los datos de la Encuesta de Población Activa.
Ese porcentaje frío del primer trimestre (que no contempla los datos de paro de abril) se calienta cuando se traduce en valores absolutos: lo encarnan 3.127.800 personas. Sin embargo, si se rasca un poco y se mira por comunidades autónomas, las diferencias entre territorios empiezan a aflorar con un claro eje norte-sur.
Ceuta y Melilla se llevan la peor parte, con tasas del 26,06% y 23,97%, respectivamente. Por comunidades, Extremadura (19,53%) y Andalucía (18,31%) coronan la tabla, y contrastan con el 8,44% y el 8,94% del País Vasco y Navarra.
El mapa que se dibuja cuando se marcan los municipios con más y menos renta por habitante también demuestra una clara diferencia en sus concentraciones. De los cinco más ricos, cuatro están en la Comunidad de Madrid y el quinto en Cataluña, Sant Cugat del Vallés (21.122 euros por habitante). Pozuelo de Alarcón lidera la tabla, con 26.367 euros.
En el lado diametralmente opuesto, las cinco localidades con menos renta por habitante son andaluzas, siendo Níjar (Almería) la que presenta el menor nivel de ingresos: 7.097 euros por persona, casi cuatro veces menos que en Pozuelo.
No es de extrañar, por otro lado, que cuando se comparan los municipios con más y menos renta se hallen diferencias grandes, al fin y al cabo, son los casos más extremos de cada lado. Sin embargo, si se hace zoom out y se mira cada autonomía, hay 15.530 euros menos de renta por habitante entre la que más tiene, la Comunidad de Madrid (39.856 euros), y la que menos, Extremadura (24.326).
Norte industrial, sur agrario
Estas diferencias de renta se apuntalan en los modelos productivos. Mientras que tradicionalmente el sur ha estado más ligado a la actividad agraria y turística, dos sectores especialmente estacionales, el norte de España tiene una mayor concentración industrial, menos estacional y con un valor añadido más elevado que el sector primario.
La nota discordante en esta comparativa cardinal se encuentra en la Comunidad Valenciana, un territorio donde tanto la industria como el sector turístico tienen un peso relevante. En esta autonomía levantina, de los cinco municipios más y menos industrializados, se encuentran dos de cada categoría.
Por un lado están Alcoy y Sagunto, en cuyas economías la industria representa el 23% y el 22,9% respectivamente; y Torrevieja y Benidorm, destinos de sol y playa por antonomasia donde el sector secundario apenas constituye el 3,1% y el 3,6% de su actividad.
En este aspecto, las diferencias son muy palpables por autonomías. Siguiendo con la comparación anterior, en Andalucía los porcentajes de ocupados en el primer trimestre de 2023 en la industria y en la agricultura fueron del 9,4% y del 7,9% respectivamente, mientras que en la Comunidad Valenciana fueron del 16,3% y del 2,1%.
Carencias materiales
El reflejo de estas cuestiones laborales y económicas dejan su huella más allá de las cuestiones estadísticas. Afectan directamente al momento de servir la mesa: al desayuno, la comida y la cena.
La Encuesta de Condiciones de Vida del INE recoge siete tipos de carencias que pueden sufrir las familias españolas. Entre ellas se encuentran algunas como no poder irse de vacaciones al menos una semana al año, no poder disponer de un automóvil, de un ordenador personal o la imposibilidad de hacer mantener su vivienda a una temperatura adecuada, entre otras.
En todas ellas se muestran diferencias abismales entre territorios. Mientras el 45,2% de las personas andaluzas y el 42,3% de las extremeñas no pueden irse de vacaciones al menos una semana al año, en La Rioja y el País Vasco esa cifra desciende hasta el 18,3% y el 18,7%.
El 57% de las canarias y el 47% de las ceutíes no pueden afrontar gastos imprevistos frente al 18,7% de las vascas. La lista de carencias es continua y las desigualdades notables.
El INE también recoge en la Encuesta hasta qué punto estas carencias pueden afectar simultáneamente a una misma persona, ya que de esa manera se puede construir un paisaje que dé pistas sobre hasta qué punto se encuentran ahogadas las familias. Si se comprueban estos datos en la categoría de afectados por al menos tres de estas carencias, el resultado es el siguiente mapa.
La brecha es gráfica y permanece más allá del ruido de la guerra electoral. Los ganadores de los comicios que se acercan, una vez venzan, tendrán que afrontar todas estas cuestiones. En España cada hay más dificultades que capear, algunas de tal envergadura que una campaña electoral queda a la altura de un juego de niños.