Por qué educo a mis hijos como si fueran chicas

Por qué educo a mis hijos como si fueran chicas

¿"De chicas" = algo malo o inferior? Es difícil ir en contra de lo que nos han enseñado. Es difícil saber si habríamos tomado otro camino si nos lo hubieran mostrado antes. Es difícil porque la educación de nuestros hijos tiene mucho que ver con nosotros mismos.

Siblings wrapped in blanket in gardenPeter Muller via Getty Images

Gloria Steinem -periodista y escritora judía e icono del feminismo en Estados Unidos- publicó hace poco su lista de deseos de Año Nuevo. Es una lista fantástica, pero uno de los puntos me llamó especialmente la atención al ser madre de tres niños.

"Me alegro de que hayamos empezado a criar a nuestras hijas como a nuestros hijos, pero esto nunca funcionará hasta que no empecemos a criar a nuestros hijos como a nuestras hijas".

Las expectativas que tiene la sociedad en nuestras hijas son de todo menos perfectas. Se espera que las mujeres sean guapas, amables y nada mandonas. Sin embargo, hemos avanzado mucho desde los años 50, cuando los únicos objetivos para una mujer consistían en casarse y tener una familia.

Me criaron para que supiera que podía hacer todo lo que quisiera. Me felicitaban por tener grandes planes en los ámbitos del derecho y la política, tradicionalmente dominados por los hombres.

Pero no podemos decir lo mismo de nuestros hijos.

A los niños se les dice que hay ciertas cosas que están fuera de su alcance. Se les enseña de mil maneras distintas que pueden hacer lo que quieran, siempre que no sea algo para niñas.

A Amos le encanta pintarse las uñas, pero ha dejado de hacerlo porque la gente (tanto niños como adultos) le dice que eso es de chicas. A Griffin le gustaba My Little Pony hasta que se enteró de que eran unos dibujos para niñas. Constantemente veo cómo gente con una educación envidiable me dice que no dejaría que su hijo llevara una camiseta concreta o que hiciera algo que se pudiera considerar de chicas.

De chicas = algo malo, inapropiado, inferior.

Esta actitud es perjudicial, no sólo para esos niños a los que se les dice sutilmente cómo tienen que ser y qué les tiene que gustar, sino también para esas niñas a las que se les dice sutilmente que su identidad y las cosas que les gustan no son lo suficientemente buenas para un chico.

Hace poco, escuché en la radio a Anne-Marie Slaughter, una abogada estadounidense de renombre, y coincidí completamente con su opinión sobre este tema:

He llegado a la siguiente conclusión: tengo dos hijos y cuando los miro pienso: "si tuviera una hija, seguro que su educación sería completamente distinta a la que recibió mi madre, incluso sería algo diferente a la mía", aunque mi padre era muy progresista y quiso que hiciera una carrera. Pero cuando miro a mis hijos pienso: "he criado a mis hijos igual que criaron a mi padre, básicamente". Es verdad que los estamos educando para que tengan un papel más activo como padres. Mi padre no ha cambiado un pañal en su vida, pero mi marido ha cambiado muchísimos y espero que mis hijos también lo hagan. Pero seguimos diciendo a los hombres que su "valor en la sociedad reside en la capacidad que tienen de mantener una familia y de ganar dinero. Depende de cuánto dinero ganen y de lo lejos que lleguen en su trayectoria laboral". Esta es la causa de que tengan muy pocas opciones. Es parecido a lo que se les decía a las mujeres cuando mi madre era joven: "Tu valor en la sociedad depende de si te casas y de si tienes hijos o no". Lo que quiero decir es que todos deberíamos poder optar a las dos cosas. Como mujer, quiero competir, quiero tener una carrera y una trayectoria profesional. Ha sido genial. pero no quiero tener todo eso a expensas de ser madre, mujer, hermana e hija. Por eso, ahora les digo a mis hijos que "si creéis en la igualdad, os casáis con alguien, independientemente de que sea hombre o mujer, y creéis que vais a apoyarle en su trayectoria profesional, puede que eso signifique que tengáis que ser el cuidador principal y que vuestra pareja sea quien traiga el dinero a casa". Así ha sido mi matrimonio y mis hijos entienden que no podría haber tenido esta trayectoria profesional si Andy no me hubiera apoyado. Lo que quiero decir a los hombres es que si creen en la igualdad, no pueden decir "sí, sí, creo en la igualdad, pero voy a ascender todo lo que pueda y si te ascienden a ti y nos tenemos que mudar, no estoy dispuesto a hacerlo".

Cuando les decimos a los niños pequeños que las cosas "de chicas" no se pueden hacer, no sólo estamos limitando sus juguetes; también estamos limitando su camino hacia la autodeterminación y la felicidad.

Tenemos que educar a los niños para que sepan que educar y que ser el cuidador principal de la familia son cosas tan valiosas como la ambición y la obtención de dinero. Tenemos que enseñarles que la única elección válida es con la que se sientan realizados como personas.

Es difícil olvidarse de lo que hemos aprendido. Es difícil reflexionar sobre nuestras elecciones y preguntarnos si habríamos tomado otro camino si hubiera estado disponible. Es difícil porque la educación de nuestros hijos tiene mucho que ver con nosotros mismos.

Pero tenemos que intentarlo. Deja que tu hijo se pinte las uñas. Deja que tu hija se corte el pelo. Dile a tu hijo que será un padre fantástico. Dile a tu hija que será una jefa envidiable. Tenemos que permitirnos sentirnos incómodos cuando nuestros hijos vayan más allá de las expectativas sociales, aunque se burlen de ellos.

Me suelen decir que estoy criando a mis hijos para que se metan con ellos. Para empezar, no he conocido a nadie que no haya sufrido la crueldad de sus compañeros del colegio. Para seguir, no quiero enseñar a mis hijos que tienen que cambiar su comportamiento por la opinión de los demás.

En una entrevista reciente, Gloria Steinem afirmó: "Espero que algún día cambiemos la sociedad para que acepte a las personas tal y como son, y no para que las personas encajen en la sociedad. Todos formamos parte de ella e intentamos encontrar soluciones a nuestros problemas, y debemos ayudarnos para encontrarlas".

Eso es lo que quiero. Para mí, para todos y especialmente para mis hijos.

Quiero a mis hijos y me encantan todos esos aspectos que les hacen ser ellos mismos.

Pueden hacer lo que quieran, incluso cosas de chicas.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros

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