España no es China pero puede fabricar productos de lujo
En los últimos años fabricar en España se ha convertido en un verdadero lastre para las empresas, ya que según los expertos los costes son muy elevados. Sin embargo la demanda de productos de calidad con denominación de origen va en aumento y es ahí donde España tiene mucho que decir.
En 1837 un joven aprendiz de fabricante de cajones se trasladó a París con la idea de abrir un negocio de maletas. Tenía un objetivo claro, buscar la excelencia en sus productos basándose en tres pilares básicos: diseño excepcional, calidad sublime y perfección en los acabados. El nombre del joven era Louis Vuitton y hoy en día su marca es líder indiscutible en el mundo del lujo.
El grupo LVMH (iniciales de Louis Vuitton y la marca de champagne Moet Hennessy) factura más de 28.000 millones de euros y sus beneficios en el pasado ejercicio ascendieron a 3.900 millones. LVMH es sinónimo de lujo y calidad. Con el paso de los años el grupo se ha hecho con el control de las marcas más emblemáticas de sector. Su última adquisición ha sido Bulgari, toda una ofensa para el orgullo Italiano, creadores junto a los franceses del universo del lujo. Al mismo tiempo y para sorpresa de muchos, desde 1990 Louis Vuitton confía la mayor parte de su producción de cinturones y otros productos de piel a sus fábricas situadas en las cercanías de Barcelona.
Como el resto de las empresas, las del sector lujo tienen un único fin: obtener beneficios. Y para eso necesitan dos variables: mercados donde puedan vender sus productos a precios desorbitados (países receptores) y lugares donde puedan fabricar sus productos con la seguridad de tener la calidad demandada por sus clientes (países productores).
Da igual si eres un país receptor o un país productor de lujo, lo importante es estar dentro del sector. Eso te asegura un posicionamiento inmejorable como país. El mejor ejemplo lo tenemos en los relojes suizos donde marcas de todo el mundo se ven obligadas a fabricar en el país helvético para demostrar su calidad.
Hay que ser honestos. Más allá de las compras de turistas que visitan Madrid o Barcelona ninguna empresa de lujo estará pensando en estos momentos en España como país estratégico para vender sus productos. Sin embargo esas mismas empresas ven la industria española como una alternativa de calidad para producir sus creaciones.
El caso de LVMH y sus plantas de producción en España no es aislado. Las mejores marcas de zapatos italianos fabrican en nuestro país, pequeñas empresas españolas del sector gastronómico reciben premios internacionales por su calidad en productos con tan poca tradición para nosotros como el caviar o el foie e incluso los sanitarios de los prestigiosos hoteles Armani, uno de los más caros del mundo, son fabricados por una empresa española.
En los últimos años fabricar en España se ha convertido en un verdadero lastre para las empresas, ya que según los expertos los costes son muy elevados. Es cierto, pero siempre y cuando queramos competir en la mismas categorías de producto y calidad que superpotencias como China.
Lo importante es la especialización, encontrar el valor añadido. Algunos países se decantan por el precio como valor. La mano de obra barata es muy atractiva en estos momentos, pero en ese sector España no tiene nada que hacer. Sin embargo y pese a que el mercado del lujo es limitado, la demanda de productos de calidad con denominación de origen, es decir "Made in", va en aumento y es ahí donde España tiene mucho que decir.