La revolución sanitaria ya ha empezado
Permitir que los profesionales lideren los procesos complejos en beneficio de pacientes, sistema sanitario, gestión y de los propios profesionales es lo más inteligente y produce valor. En Cataluña lo están consiguiendo. Mientras en algunos pueblos de Castilla-La Mancha se atienden más de 90 pacientes al día.
El doctor Cubí en su consulta
La caducidad del actual modelo de gestión sanitaria es evidente. Ríos de tinta e incontables charlas de café hablan de la necesaria revolución sanitaria. Desde Eric Topol a Jay Parkinson pasando por Kaiser permantente y el exconsejero Bengoa... todos se consideran apóstoles de esta revolución, pero lo cierto es que no prende, la llama no termina de arrancar. Se han olvidado de incluir a los profesionales sanitarios y sin combustible no hay fuego que arda.
Hace unos días tuve un insight. Asistí a la Jornada sobre Informática Sanitaria y Prescripción Electrónica que la OMC convocó en el Colegio de Médicos de Madrid. Comprobé de primera mano los últimos avances de eCap, el sistema de historia clínica catalán (uno dos millones de euros de inversión, software libre, liderazgo clínico) que saca bastante delantera al mío en Madrid (16 millones de euros, software cautivo de la empresa Stacks, liderazgo informático/gestión).
En Cataluña se basan en el modelo colaborativo (de Kaiser permanente). Se acabó el modelo basado en receta (electrónica) como vale descuento. Todo se basa en un plan de medicación personal al que acceden todos los profesionales que trabajan para un paciente (enfermera, médico de familia, urgencias, consultas y plantas de hospital...). Y lo hacen accediendo a la historia mediante su firma electrónica (con tarjeta virtual, un pin que da el colegio de médicos, adiós a las tarjetas físicas, usb y otros gadgets) que deja huella.
El sistema incluye inteligencia activa, que es una hoja que monitoriza al enfermo y busca variables específicas de su estado guiando al profesional. Y también una idea tremendamente brillante para las peticiones exprés, que unifican en una sola plantilla la petición de diversas pruebas e indicaciones reduciendo el número de clics y pantallas de forma notable.
Están barajando quitar las impresoras de la consulta, cosa que me parece brillante. Y de postre pilotan en este momento acceso remoto para 1.000 profesionales que pueden acceder a la agenda de pacientes del día desde una tableta o móvil. El doctor Rafael Cubí me tendió su móvil donde pude ver que efectivamente el acceso a su escritorio era completo. "Así puedo supervisar en tiempo real a mi residente", me comentaba en un aparte. Dar acceso completo a los profesionales de urgencias y UVIs móviles me parece brillante. Sobre todo sin gastar un euro (al contrario que en Andalucía con su historia clínica de movilidad que no ha sido barata, otro programa informático...). El doctor Cubí lidera el programa de historia clínica electrónica a la vez que pasa su consulta de primaria. De este modo detectan y corrigen errores a gran velocidad. Y lo que es más importante, avanzan en beneficio del paciente. La historia clínica es un instrumento complejo clínico y de gestión. Si es predominantemente de gestión dificulta la relación asistencial y no prima la seguridad, fluidez ni calidad asistencial. Si predomina lo clínico permite que el profesional esté más cómodo, fortalece la seguridad con módulos de intereacciones, up to date y otras ayudas desde el programa y coordinación entre todos los niveles asistenciales.
Permitir que los profesionales lideren los procesos complejos en beneficio de pacientes, sistema sanitario, gestión y de los propios profesionales es lo más inteligente y produce valor. En Cataluña lo están consiguiendo.
En Madrid no me consta que haya profesionales sanitarios asistenciales liderando estos procesos. El equipo multidisciplinar de informáticos, gestores, farmacéuticos, políticos y asesores deja poco espacio para los asistenciales. Esto produce grandes retrasos, pérdida de energía y dinero y resultados de calidad pobres. No sé a que esperan para pedir a Rafa Bravo, José Luis Quintana, Epi Ávila, Clara Benedicto o a un sinfín de profesionales competentes ayuda para mejorar y liderar el proyecto.
El mismo día que asistía a estas maravillas veía con dolor lo que están haciendo en Valencia con los protocolos de control de la medicación que seguramente han desarrollado un flamante equipo de informáticos liderados por la gerente económica farmacéutica de la Consejería. Una tortura china para los profesionales que consume mucho tiempo y que inevitablemente obligará a estos a mentir y buscar atajos para sobrevivir y ayudar a sus pacientes. El sistema fuerza a sus profesionales a hacer mala medicina. Los responsables no deberían estar tranquilos. No ahorrarán dinero a largo plazo, quemarán a sus profesionales y harán que la asistencia a los pacientes sea peor, razones que justificarían más de una dimisión.
Mientras pasan estas cosas en algunos pueblos de Castilla-La Mancha se atienden más de 90 pacientes al día. También esto debería hacer pensar a más de un responsable. Claramente no se están gestionando bien las cosas si permitimos que se atienda a la ciudadanía como si fuera ganado. O mejoramos o todo el país acabará en los tribunales.