No llenemos el mundo de parados españoles
No vendamos la moto de que en el extranjero todo es jauja. Hacerse un hueco en una sociedad desconocida depende de la suerte, de la formación y de la persistencia que pongamos.
Acabo de leer el texto de Ignacio Oliveras titulado Un español en Isla Mauricio. El artículo intenta producir un efecto llamada a lo Españoles en el mundo dando una imagen idílica de un destino paradisíaco.
Ciertamente, ver que algunos españoles describen la protección social en Noruega, los salarios de Suiza o las playas de Madagascar como el súmmun de la felicidad y la fortuna, es un acicate para hacer las maletas y marcharse de España, donde según muchos, no hay futuro. Aunque intuyo que realmente lo que no hay es presente.
Pero antes de hacer las maletas hay que pensárselo dos veces para no encontrarnos en medio de una fría noche escandinava con una mano por delante y la otra por detrás buscando el consulado español más cercano. Y esto es algo que los que pretenden vendernos paraísos siempre se olvidan de decir: piénsatelo dos veces. Además, emigrar no es sólo una cuestión de necesidad, también es una cuestión de carácter.
Básicamente, al reflexionar sobre si emigrar o no emigrar, debemos respondernos a las preguntas siguientes: qué queremos hacer, qué sabemos hacer, qué idiomas hablamos y si conocemos a alguien en el destino que nos eche un cable para saber por dónde empezar.
Si hablamos el idioma del destino, podemos tener acceso a más ofertas de trabajo, tantas como nuestra formación nos permita. Además, no necesitaremos a nadie. Si no conocemos el idioma del destino, no tendremos muchas opciones y dependeremos de alguien que nos introduzca en el mercado laboral para realizar trabajos menores generalmente no cualificados. Y por último, si no hablas ni idiomas, ni conoces a nadie, ni tienes ninguna profesión cualificada, ¿para qué sales de tu país? La respuesta correcta sería "para hacer turismo".
Otra opción para trabajar en el extranjero es buscar el trabajo desde España en una empresa con sedes en otros países. Sin duda es lo mejor, pero entonces se supone que ya tienes trabajo en España.
Finalmente, debemos hacer referencia a las becas Erasmus, las cuales son también una ayuda si se aprovechan. Polonia, donde resido, está llena de erasmus españoles que podríamos dividir entre los festivos, aquellos que lo único que recordarán de su estancia son las fiestas y a los que se les conoce popularmente como los orgasmus; y los integrados, aquellos que aprovechan el tiempo y son capaces de aprender polaco, mejorar su inglés e incluso de encontrar trabajo. Estos últimos, lo que realmente están haciendo es abrirse el abánico de posibilidades en el futuro, cuando hayan acabado la carrera y busquen trabajo, porque ellos siempre podrán venir a Polonia. La opción polaca no es ni mucho menos descabellada. En los últimos meses he colaborado con la organización de la Eurocopa 2012 y muchas consultas que he recibido desde España eran sobre por dónde empezar a buscar trabajo en Polonia y algunas del tipo "no sé hacer nada pero haría cualquier cosa". Por cierto, imagino que también habrá orgasmus integrados pero sospecho que serán los menos.
Pero por favor, no vendamos la moto de que en el extranjero todo es jauja. Hacerse un hueco en una sociedad desconocida depende de la suerte, de la formación y de la persistencia que pongamos. Y si no he convencido a alguien de que siga mis consejos -que me parecen obviedades, para qué negarlo-, siempre se puede ir a Isla Mauricio, donde ya tenemos a alguien que nos dará alojamiento a cambio de compañía.