Teresa Ribera, la candidata socialista que todos ven como comisaria tras las europeas

Teresa Ribera, la candidata socialista que todos ven como comisaria tras las europeas

Es respetada, querida y conocida en Bruselas, ya ha tenido una experiencia importante en la negociación de leyes climáticas y energéticas clave y se entiende que será la cuota natural de España en la CE, con rango de vicepresidenta.

La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, durante una entrevista con 'El HuffPost'.SERGI GONZÁLEZ

Se acabaron meses de especulaciones: Teresa Ribera, la actual vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, se convertirá formalmente este martes en la candidata del PSOE a las elecciones europeas del próximo junio. Sus compañeros la avalan, prietas las filas, porque conoce bien los mecanismos de las instituciones de Bruselas, porque es una convencida del proyecto común que sustentan y porque sabe latín de materias clave para el presente y el futuro de todos como la energía y el cambio climático. 

Por eso, en la burbuja europea se dice estos días que, más que una cabeza de lista dispuesta a dar mítines y a trabajar en el hemiciclo, lo que está presentando el socialismo español es directamente una aspirante a comisaria de energía o de medio ambiente, una de las siete personas que en la Comisión Europea alcancen el rango de vicepresidente. Ribera tiene todas las papeletas para ocupar ese puesto porque pocos hay que le puedan hacer sombra en ese campo.

Inicialmente, la vicepresidenta iba a ser proclamada el sábado, pero la decisión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de tomarse unos días para pensar su futuro tras el acoso a su esposa, Begoña Gómez, hizo que se retrase la reunión de los socialistas. 

Siempre en la vía verde

Teresa Ribera Rodríguez nació en Madrid el 19 de mayo de 1969. Nació en el seno de una familia numerosa  y es a mayor de cinco hermanos. Sus padres son Teresa Rodríguez, experta en el krausismo y la Institución Libre de Enseñanza, y José Manuel Ribera, médico miembro de la Real Academia de la Medicina e impulsor de la geriatría moderna en España. 

De su niñez recuerda los paseos por el campo con su abuelo, aprendiendo nombres de árboles y pájaros. Sus primeros pasos en el activismo fueron con apenas 14 años, en protestas contra las armas nucleares o contra la entrada de España en la OTAN y por la preservación de las ballenas, que era la gran causa ambiental del momento. Ella misma confiesa que cuando la "conciencia" verde tomó más peso fue con el movimiento del 0,7% para que los estados destinaran ese porcentaje del PIB a ayuda al desarrollo a los países más empobrecidos.

Ya en la universidad, se licenció en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y también se especializó en Derecho Constitucional y Ciencia Política por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales de Madrid. Siempre ha estudiado en la pública, lo mismo que sus tres hijas. A los 26 años sacó la oposición de Administradora Civil del Estado (TAC). Su primer trabajo en un ministerio fue en el de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, en diversas tareas de gestión de agua y biodiversidad, entre 1996 y 2004. 

Entonces dio su primer salto, en un currículum que ya ocupa muchas páginas: ascendió a directora general de la Oficina Española de Cambio Climático, entre 2004 y 2008, y luego, a secretaria de Estado de la materia, de 2008 a 2011. Ese año conoció al actual presidente del Gobierno y ya nunca ha dejado de estar a su lado. 

Fue curioso: el hoy mandatario se había quedado fuera del Congreso pero la exministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, fue nombrada miembro del Consejo de Seguridad Nuclear y dejó un hueco en el hemiciclo. Lo ocupó el siguiente en la lista electoral, Sánchez. A su entrada, tuvo que asumir el papel de Narbona al frente de la Comisión de Cambio Climático, un tema que el economista no dominaba, y Ribera fue la encargada de ponerlo al día. Desde entonces, ha sido siempre su mujer en la materia. 

La vuelta del PP al poder la apartó de la gestión en España, pero se mantuvo conectada con a política con el Consejo de Sabios y el Gobierno en la Sombra del PSOE (2015-2016), un partido al que se afilió en 2011. 

Entonces inició una carrera de especialización internacional que hoy es una de sus marcas más valoraras: entre otros organismos, ha sido miembro del consejo asesor para el clima del Foro Económico Mundial entre 2014 y 2016, y sigue formando parte de diversas organizaciones globales por la transición energética, como la Iniciativa Momentum for Change del Secretariado de Cambio Climático de Naciones Unidas, donde preside la junta asesora. También es miembro de la Comisión Mundial de Geopolítica de la Transformación Energética de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA); del consejo asesor del Stockholm Environment Institute y del Instituto francés de Investigación del Desarrollo (IRD), del consejo de liderazgo global de la Red de Naciones Unidas de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (UNSDSN) y co-preside el consejo asesor de la Red Española para el Desarrollo Sostenible.

Ribera, que también tiene experiencia como profesora universitaria de Derecho Público y Filosofía, ha sido asesora y directora ejecutiva del prestigioso Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), con sede en París, lo que le llevó a vivir fuera de España. Ribera, desde estas posiciones, participó muy activamente en la conversación política en torno al Acuerdo de París, alcanzado en las conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 2015. En la capital francesa estuvo entre 2013 y 2018. 

Teresa Ribera, en junio de 2018, llegando a La Moncloa para su primer Consejo tras ser nombrada ministra por primera vez.Pablo Blázquez Domínguez / Getty Images

La llegada al Gobierno

Entonces la llamó Sánchez y se convirtió en ministra, es una de las cuatro que se mantienen desde la primera legislatura del presidente. Tenía las cosas claras: para abordar de lleno el medio ambiente y la energía, su cartera debía depararse de Agricultura y Pesca. Su jefe le hizo caso y partió las materias. Con los años, además de ponerla al frente del superministerio verde, la ha convertido, sucesivamente, en vicepresidenta cuarta y tercera de su Gobierno. Una apuesta doble por confianza y por importancia de sus políticas. 

Los acontecimientos le han dado la razón: si ya el calentamiento global evidenciaba la necesidad de contener la temperatura y hacer políticas de menos emisiones, la invasión rusa de Ucrania en 2022 llevó al mundo, y en particular a Europa, a replantearse sus dependencias y servidumbres energéticas, por suministradores y por fuentes, y Ribera ha estado liderando a nivel comunitario esa apuesta por el cambio sostenible. A la par, reforzaba sus lazos con Sánchez: su cercanía al presidente quedó reflejada al acompañarlo como número dos en las listas del PSOE por Madrid en las últimas elecciones generales de julio de 2023.

Es considerada la artífice de la Agenda Verde en España: ha impulsado leyes como la del Cambio Climático y Transición Energética y ha liderado la llamada solución ibérica, junto con Portugal, que "supuso un ahorro de más de 5.000 millones de euros para la mayoría de hogares españoles en el peor momento de la crisis energética de Europa y logró abaratar la factura de la luz casi un 30%", según destaca el PSOE en el comunicado en el que informa de su elección como candidata a las europeas. Durante su mandato, España también influyó de manera decisiva en la reforma del mercado eléctrico aprobada por la Unión Europea el pasado año, durante la presidencia española del Consejo de la UE, y que protege al usuario contra la volatilidad de precios.

En 2019 confirmó su buena imagen fuera de España con la organización en tiempo récord de la COP25 en Madrid, después de que Chile renunciara a celebrarla por el estallido social que se vivió en sus calles. La vicepresidenta no se lo pensó, vio la necesidad y la oportunidad y dio el paso, ayudando a Naciones Unidas en el trance y dejando a nuestro país en un estupendo lugar, aunque las conclusiones finales no fueran especialmente ambiciosas

Ribera, a quienes sus colaboradores definen como "extremadamente perfeccionista, con enorme capacidad de trabajo, alto nivel de autoexigencia y de exigencia a su gente", es conocida por su beligerancia contra la energía nuclear y los combustibles fósiles, así como por su protagonismo en la puesta en marcha de leyes ambientales. En los últimos tiempos ha logrado también éxitos en materia de agua, como el pacto con la Junta andaluza por Doñana. "Es complicado decirle que no a Ribera. Sabe mucho", confiesa un asesor de la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul, que ahora comanda el PP de Juanma Moreno. 

Es muy cercana a la lucha verde de los jóvenes y las asociaciones ecologistas, porque su ambición es compartida, y siempre ha sido muy contundente y didáctica contra los negacionistas, los que no creen que haya emergencia climática, y los retardistas, los que saben lo que hay pero actúan con cortoplacismo por el beneficio inmediato. Decía en una entrevista que hay que ser "valientes, generosos, optimistas y propositivos" en este mundo, ahora y para los que vienen detrás. 

Pedro Sánchez y Teresa Ribera, el 21 de julio de 2023, de campaña en Getafe para las elecciones generales.Ricardo Rubio / Europa Press via Getty Images

Referencia internacional

Ribera es más que una política. Es una experta, sin ser una científica, y por eso cuando habla, se la escucha. Siempre ha tenido fama de buena teórica y, con los años, la ha ganado también por el énfasis y la claridad con que expone los datos, las normas, las apuestas. También por su dureza, que otros suavizan como contundencia, "por el convencimiento de lo que está en juego", "Es una believer. Tanto que se ríe la derecha de los pines de los Objetivos de Desarrollo de a ONU... no hay nadie en el Gobierno que lo luzca con más convencimiento", sostiene una fuente de La Moncloa. 

Es impronta la deja en el Ejecutivo español y la ha demostrado también a nivel comunitario. Además de en la reforma del mercado eléctrico, la aún vicepresidenta ha sido una de las impulsoras del llamado Pacto Verde, un paquete de iniciativas políticas cuyo objetivo es situar a la UE en el camino hacia una transición ecológica, con el objetivo último de alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050. El comisario neerlandés de Frans Timmermans fue el encargado de defenderlo y encontró en la española una muleta imprescindible a la hora de convencer a otros estados más renuentes. 

También ha cobrado protagonismo en la última legislatura con la defensa de la Ley Europea de Restauración de la Naturaleza, que la derecha y la ultraderecha internaron boicotear y que ha servido a la ministra, también, para enfatizar las diferencias respecto a los progresistas, una línea que le será muy útil en la campaña por emprender de aquí al 9 de junio. 

Sin haber sido comisaria, ya tiene hitos europeos que lucir, como los anteriores, o como cuando su impulso resultó clave en la última Cumbre del Clima de diciembre pasado en Dubai (Emiratos Árabes). Wopke Hoekstra se acababa de convertir en el comisario del ramo, después de que su paisano Timmermans decidiera presentarse a las elecciones en su país por los socialistas locales -quedó segundo- y abandonase el cargo. Ribera fue su apoyo total en la COP28, llevando la diplomacia comunitaria, hasta el punto de que fue felicitada por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, por sus aportaciones al acuerdo final para dejar atrás los combustibles fósiles. España tenía entonces la Presidencia temporal del Consejo Europeo. 

Teresa Ribera y Antonio Guterres, en la COP28 de Dubái.UN Climate Change / Flick

Todo esto hace que Ribera, hoy, se vea en Bruselas como la sustituta natural de Timmermans, la futura comisaria de Pacto Verde, Energía, Cambio Climático o como se denomine en la legislatura por venir, un puesto que tiene además rango de vicepresidencia comunitaria. "Es ampliamente vista como la candidata ideal", escribe sin duda POLITICO.  Su visión es muy similar a la de su supuesto antecesor, el hombre que ha impulsado las medidas más potentes de la UE contra el cambio climático en los últimos 15 años y cuya marcha dejó un importante agujero en Bruselas. 

Desde hace meses, ante las insistentes preguntas de la prensa española y bruselense, la ministra siempre se ha desmarcado tanto de esa aspiración como de liderar las listas del PSOE en las elecciones europeas. Siempre se ha escudado en que era una decisión de su "jefe" Sánchez. En ocasiones, dejaba caer que no tenía intención de salir de España, tras años en el extranjero, pero siempre dejaba la puerta abierta a servir a su partido como mejor se entendiera. 

Al final, ha dicho sí y ya casi se la ve en Berlaymont, el edifico principal de la Comisión. "Madrid respalda a Ribera como comisaria española", sostiene directamente Euractiv. Además de la trayectoria de esta "veterana" en lo ambiental, la prensa comunitaria destaca que Ribera es una política "de alto rango", con "conocimiento", y que concurre a los comicios por un país grande, esencial para el reparto de puestos en la Comisión que debe darse después de que los ciudadanos voten. España, por su peso poblacional, es uno de los que pueden determinar la elección de la presidencia de la CE, que aspira a revalidar la conservadora alemana Ursula von der Leyen. Y por eso también puede presionar para llevarse una buena cartera, como la de Pacto Verde. 

Ahora mismo, quien representa a España en Bruselas es el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, que ocupa uno de esos preciados top jobs de las instituciones; los demás son la propia presidencia de la Comisión, la del Consejo, la Eurocámara y el Banco Central Europeo. El socialista ya ha dicho que no le interesa postularse nuevamente para el cargo -ha pasado un mandato marcado por las guerras de Ucrania y Gaza y el coronavirus, por decir algo- pero ha confirmado que estará en su cargo hasta que le llegue el relevo en octubre, por lo volátil de la situación. "Tengo un trabajo al que no puedo renunciar", resume. Su salida hace que la de Ribera pueda ser ahora la apuesta española para la CE. 

Tiene apoyos. Fuentes comunitarias consultadas por este diario sostienen que Ribera está "bien conectada" con sus colegas europeos y que ha sabido tejer alianzas en todos los frentes, del Mediterráneo a Centroeuropa. "Pocos pueden competir con ella". Suma a ello las excelentes relaciones que tiene con América Latina, "que ha ayudado a forjar compromisos con países en desarrollo" y con economías que crecen, añade EFE. 

"Pocos pueden competir con ella"

"Es respetada, es conocida y hasta es querida, pese a los roces que pueda tener con quienes retrasan los compromisos o renuevan apuestas que no le gustan, como las nucleares", indican estas fuentes. "Es valorada porque se ha echado a la espalda grandes debates, ha ayudado a la CE como bloque por encima de intereses nacionales y ha llevado a cabo contactos hasta en lo personal que han ayudado a limar asperezas", dice otra. 

Ribera no es inflexible -aunque algunos la sigan llamando talibana, como a tantos activistas ambientales-, porque ha ganado en cintura diplomática con sus años de gestión, "donde los márgenes de lo posible se estrechan", pero sí ha sido "clara" con naciones que, por convicción o por coyuntura, han tratado de "suavizar o pausar" avances como los del Pacto Verde, que ha costado mucho sacar adelante. Los hechos aplastan: Europa es el continente que se calienta más rápido, rompió récords de estrés térmico en 2023 y toca trabajar o trabajar contra eso.

Si llega a comisaria, sus líneas maestras ya están sobre la mesa, como dejó de manifiesto en Euractiv. Con una defensa de la democracia y el Estado de derecho como marco general, lejos de extremismos, quiere una especie de Pacto Verde 2.0, mejorado, que redoble la apuesta por la acción climática y la justicia social -un añadido que nunca olvida y que es una de sus señas de identidad- y que restaure la confianza en la democracia europea y en la diplomacia verde. Que sea una cartera "mucho más verde" y "más socialmente comprometida". "Quiere hacer más hincapié en la dimensión social: compensar a las personas por los costos de la acción climática y utilizar la transición para impulsar la igualdad y la inclusión social", escribe el citado medio. 

Ribera siempre ha defendido, conforme más ha tenido que tratar con empresarios como los energéticos, que la mayor prosperidad económica es la sostenible y que sin cuidados para el planeta no hay competitividad ni riqueza porque no hay planeta, sencillamente. "No hay prosperidad económica que sea duradera si no tomamos en consideración los aspectos ambientales", defiende. Pone especial énfasis en el cambio del bloque hacia la energía limpia, en las renovables, considerándolas como "una forma de construir una Europa orgullosa (…) de modernizar nuestra economía, de reindustrializar o modernizar la industria existente, de reducir las brechas sociales y de trabajar contra las desigualdades". 

Igualmente, es partidaria de un "poder blando" que ayude a que terceros países comercien con materias primas críticas con Europa a cambio de desarrollo económico y oportunidades de energía limpia. Este enfoque "podría construir la paz en todo el mundo", sostiene la política española. 

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Ribera, colchonera, amante de los libros y las caminatas, de la sierra y del mar, de la cocina, los amigos y la familia, es a sus casi 55 años una mujer con las cosas muy claras. Si las elecciones son para ella la puerta a nuevas obligaciones de Gobierno, a Veintisiete si las quinielas aciertan, será con sus principios o no será.