¿Qué hay detrás de la ruptura de Vox con el PP?
El terremoto de la ultraderecha saliendo de los gobiernos autonómicos se lee mejor en clave nacional.
Vox rompe con el PP en las comunidades autónomas. Un terremoto político que los de Feijóo ya han resuelto con los "ajustes quirúrgicos" que anunciaban en privado tras el anuncio que Abascal realizaba el pasado jueves por la noche y que encamina ahora a una legislatura con gobiernos de signo popular en minoría, obligados a pactar con todo el arco parlamentario.
Una ruptura que tiene grandes lecturas en el plano nacional y explica el por qué de este viraje del partido de ultraderecha para diferenciarse en el eje de la derecha tras las diferentes citas electorales en las que Vox ha salido perdiendo a la baja junto al PP.
No es nuevo que el partido minoritario de las coaliciones acabe fagocitado por el dominante. Ya ocurrió, por ejemplo, en Madrid en el año 2021 cuando Ciudadanos desapareció de mapa político pese a formar parte del ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso. La tendencia y el histórico de coaliciones señalan que cuando los ciudadanos están contentos con quienes les gobiernan en coalición votan en masa al partido mayoritario, que acaba siendo el más reconocible de ese gobierno. No obstante, los gobiernos suelen discurrir de forma tranquila y serena hasta que se acerca el fin de la legislatura donde escenifican su ruptura para diferenciarse y volver la vista a los votantes para pasar por las urnas. Ningún escenario como este ocurre ahora porque incluso en Castilla y León, donde Vox llevaba más tiempo en el poder, quedan dos años de legislatura.
Precisamente a esto se refería este viernes el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que tachaba como "disparatado movimiento" el romper estos pactos autonómicos con el PP. "No han medido la decisión, se han pasado de frenada y han descarrilado. Pero a nosotros eso no nos va a hacer desviar ni un milímetro la atención", explicaba al respecto asegurando que van a continuar con el pacto de Gobierno firmado con Vox pese a que no estén en sus respectivas comunidades.
Tal y como indicaba este medio horas antes de que Abascal comunicara su decisión, el gesto de Vox era visto en Génova como una oportunidad para Feijóo que permite vender un alejamiento de la extrema derecha y desactivar la consigna del PSOE, que reprocha constantemente los pactos de la derecha con la ultraderecha. De esta forma, se puede recuperar, y ya se ha visto en la repuesta de Feijóo, el perfil que tenía el líder del PP cuando llegó a Madrid tras ser presidente de la Xunta, de hombre de Estado que cumple de manera solidaria con el reparto de menores extranjeros y que mira al centro, donde se encuentra el caladero de votos del PP. Un viraje contra Vox que recuerda al 'no' que dio Pablo Casado a los de Abascal cuando estos presentaron una moción de censura.
Romper con Vox también abre la puerta a poder hablar con otras formaciones como el PNV, que se negaba a pactar porque en la ecuación estaba Vox. También con Junts, con quien el PP mantuvo encuentros discretos para intentar lograr una investidura en septiembre y mostraba sus reticencias a que estuviera Vox, con la cuestión soberanista aparte.
Ahora Vox, que ha logrado una base en los comicios a pesar de tener el Se Acabó la Fiesta de Alvise Pérez pescando de su caladero de votos, busca una diferenciación a la derecha del tablero político y poner el foco en banderas populistas que les identifiquen en temas sensibles como es el del reparto de menores extranjeros.
Las comunidades autónomas se asumirán alojar a 347 menores. Por poner en contexto, 357 personas entran en cinco buses de viajeros, en dos vagones de metro o en un avión estándar. En las comunidades del PP a las que Vox ha retirado su apoyo el número más alto de personas que se van a acoger se da en Aragón con 20 niños, niñas y adolescentes. La región tiene 1,3 millones de ciudadanos. En Castilla y León, donde el ya exvicepresidente García-Gallardo aseguraba que acoger a otros veinte menores iba a provocar que las ciudades tuvieran problemas como ocurre en grandes plazas como Mälmo o París, viven 2,4 millones de personas.
El giro europeo
Casi a la vez que cuando Vox apretaba con su discurso migratorio, los de Abascal se unían en Europa al grupo de Orban. Patriotas para Europa que en realidad es una vuelta de tuerca de Identidad y Democracia se nutre de partidos ultranacionalistas, populistas y racistas que piden "otra Europa".
El control de la inmigración o la asfixia del Pacto Verde son puntos en común del nuevo grupo de ultraderecha.
De hecho, en el reparto de puestos que llevan un mes negociándose en Europa. ERC, el grupo de Meloni, ostentaba en la pasada legislatura vicepresidencia del Parlamento y la presidencia de la comisión de Presupuestos. Ahora reclaman quedarse con Presupuestos, de nuevo, pero, según contaba este medio el sábado, quieren también la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior, la "responsable de salvaguardar los derechos fundamentales, promover la privacidad y la protección de datos, y gestionar la migración y el asilo", como la define el Europarlamento. Una lucha entre grupos de ultraderecha europeo que definden las nuevas estrategias de la ultraderecha en España.