Homeodemocracia
Vivimos en una homeodemocracia. La homeopatía es una visión de la ciencia médica fundada a finales del siglo XVIII por Samuel Hanehmann, que se apoya en dos ideas a cuál más chiripitifláutica. Primera, las enfermedades se solucionan mediante sustancias que provoquen sus síntomas, no que los eliminen. Segunda, un fármaco será tanto más potente cuanto menor sea su dosis. En caso de amigdalitis, por ejemplo, convendrá consumir un producto que aumente la fiebre, la inflamación de las amígdalas y el dolor al tragar, consumido, eso sí, en cantidades tan ínfimas que el fármaco adquiera una eficacia inusitada. La preparación se diluye y se diluye y se diluye, hasta que incluso puede no hallarse ni un solo átomo del fármaco en la solución homeopática. No importa. El agua tiene memoria.
Si me permiten jugar con los conceptos, me gustaría proponerles la idea de que España se está convirtiendo poco a poco en una homeodemocracia. En primer lugar, los problemas se solucionan promocionando y abrazando en un paroxismo de felicidad a quienes no sólo los provocaron, sino que mientras están siendo estrujados en el abrazo dicen explícitamente que los volverán a provocar. En segundo lugar, nadie negará que las formaciones políticas tienen una capacidad para lograr sus objetivos inversamente proporcional a su representación. A menor número de escaños, mayor fuerza para imponer su programa. Propongo diluir y diluir y diluir un escaño hasta que no quede ni una célula del diputado en él. Seguro que arrasa en todos sus proyectos de ley. El agua tendrá memoria, pero la política actual, no.
Hay médicos eclécticos, que utilizan la alopatía —la medicina habitual— para ciertas enfermedades y la homeopatía para otras. Por ejemplo, ante el grave problema del auge de la ultraderecha en Europa, ciertos especialistas recetan habituales soluciones alopáticas: ni un paso atrás, cordón sanitario, ni la menor cesión, alerta antifascista. Da igual el número de votos. A mayor presencia del racismo y el ultraconservadurismo, mayor intensidad en la respuesta. Pero ante el grave problema del auge de la ultraderecha secesionista catalana y vasca, igualmente racista y ultraconservadora, ven en la homeopatía el acercamiento más recomendable: no se puede negar que son muchos, están ahí y no se van a disolver; ¿qué hacemos, los metemos en la cárcel a todos?; cedamos, pactemos, abracémonos.
Los fascistas europeos también van a seguir estando ahí y no van a desaparecer porque sí, pero, por algún diagnóstico diferencial que se me escapa, en este caso la terapia de elección siempre es la antibiótica. De colega a colega, coincido en el abordaje. Pero ante Junts y el PNV, sin embargo, el PSOE se volvió homeopático el 23J. Sumar directamente se puso del lado del patógeno, como era esperable del partido de la sonrisa y la ilusión. La homeopatía prueba que terapias no sólo inútiles sino perjudiciales, ya que demoran la aplicación de otras útiles en procesos con el tiempo en contra, pueden sobrevivir siglos, contar con encendidos defensores —los Martín Pallín de la medicina— y millones de bien intencionados testimonios a favor. Con la homeodemocracia no tenemos tanta experiencia acumulada. Por ahora.