Feijóo, atrapado sin salida
El PP está en 'shock', arrepentido de haberse cegado por un triunfalismo construido a golpe de encuestas
“Feijóo si no puede gobernar se marcha”, aseguraba los días previos al 23J uno de los dirigentes gallegos de máxima confianza del presidente popular en Galicia. Sin embargo, que se cumpla su deseo es bastante complicado. Tiene por delante meses duros, con la credibilidad tocada y sin margen para mantener las expectativas, en los que cumplir con los pasos institucionales correspondientes a pesar de carecer de opciones reales de gobernar. Se enfrenta también a pasar a la historia como el presidente más breve del PP, superando la marca de Pablo Casado que estuvo tres años y siete meses en el cargo.
“En caso de que se tuvieran que repetir las elecciones a principios del 2024, sólo tendría que estar unos meses en la oposición. Y si Sanchez forma gobierno, no durará más de dos años”, aseguran en Génova quienes dicen que Feijóo aguantará. Demasiado tiempo como segundón para alguien que estaba ya apuntando los nombres de sus ministros y que durante 13 años ha estado al frente de Galicia. El asunto es encontrar una alternativa para la agonía que le espera.
La compleja situación dificulta una salida digna a medio plazo. ¿Se arriesgaría Juanma Moreno o Isabel Díaz Ayuso a sustituirle ante la posibilidad de que se repita el ejemplo del gallego, que abandonó la Xunta para nada? El modelo centralista que abandera Ayuso, que sitúa a Madrid en el ombligo del universo y al resto de comunidades como satélites alrededor, no es compartido por el resto de barones populares que la observan con recelo. De hecho, el centralismo radical que defiende Vox ha despertado la respuesta contraria en las urnas.
En su entorno más próximo no ha cabido duda desde que llegó a Madrid de que, si no lograba cumplir el objetivo de alcanzar la Moncloa, Alberto Núñez Feijóo no estaba dispuesto a pasarse la próxima legislatura como jefe de la oposición. Las expectativas que se crearon tras el resultado de las autonómicas y municipales diluyeron la posibilidad de una derrota. En el PP se dejó de contemplar esa posibilidad, engullida por la fatal certeza de que el destino del gallego era gobernar. Pero la leyenda no se ha materializado.
A nadie interesa ahora un congreso extraordinario en el PP. Primero hay que medir los apoyos y los equilibrios de poder y gestionar la tremenda decepción que ha provocado la imposibilidad de gobernar España. El partido está en shock, arrepentido de haberse cegado por un triunfalismo construido a golpe de encuestas. Un silencio sepulcral se instaló anoche hasta en la más pequeña agrupación en busca de dar con argumentos para levantar cabeza.
“Ha perdido crédito en estos últimos días de campaña con sus equivocaciones y mentiras. Ya no es un líder ilusionante, es un perdedor a pesar de tener más votos y escaños. Los fallos que ha cometido con el narcotraficante Dorado y los datos falsos, entre otros, no tendrían consecuencias si hubiese logrado ser presidente, pero a partir de ahora le pesarán. En el resto de España ha descubierto al Feijóo que ya conocíamos en Galicia”, asegura un socialista gallego. Mantener la cabeza alta en el sillón de la oposición le costará. Encajar la ironía de Sánchez una legislatura no estaba previsto.
El PP tendrá que decidir a partir de ahora si asumir el discurso trumpista de la ultraderecha que González Pons ha agitado estos dos meses como estrategia y si mantendrá el bloqueo institucional que ha practicado durante la última legislatura. Del resultado de la autocrítica, en caso de que la haya, depende el nombre del líder mejor capacitado para desarrollarla. ”Feijóo, a punto de cumplir 62 años, ya no es esa figura capaz de impulsar de nuevo un cambio. Ayuso dijo que solo tenía una oportunidad. Puede que Casado no sea el presidente más breve”, recuerda un ex dirigente casadista. Y es que Feijóo está atrapado en la construcción de su propio relato, un relato como corresponde a la gente de bien.