Las familias con hijos e hijas trans piden que les dejen "existir" en "paz"
Denuncian en 'El HuffPost' las mentiras y el clima de "odio" que genera la ultraderecha hacia la "infancia trans".
Familias con hijos e hijas trans se han puesto en contacto con El HuffPost para denunciar las mentiras y los ataques que sufren. Es algo que les inquieta y angustia, especialmente después de las palabras del líder de la ultraderecha, Santiago Abascal, durante el debate a tres del pasado miércoles.
El ultra afirmó, entre otros bulos, que los hombres podrían usar la "autodeterminación de género" para poder beneficiarse de supuestas ventajas en oposiciones o en competiciones deportivas, entre otras afirmaciones de dudosa veracidad. Llegó a afirmar que la ley trans "confunde a los adolescentes y condena a la mutilación irreversible y al tratamiento farmacológico irreversible".
La ley trans pone coto a este tipo de comportamientos y, meses después de su entrada en vigor, no se han detectado fraudes masivos al respecto de lo que señaló Abascal. A continuación, reproducimos íntegramente los testimonios de las familias.
"Ser trans no es una moda"
Soy M.C.V. la orgullosísima mamá de dos muñecas: C. de 12 años e I. de 10. Mi hija C. hizo su tránsito hace tan sólo 9 meses y no he conocido a nadie más fuerte, más valiente, más segura de sí misma que mi hija. Cuando declaró su identidad me dijo “mamá, me encantaría ser un niño como mi primo. Él da patadas a un balón, se viste de azul y es feliz, pero yo no soy eso. Lo he intentado, con todas mis fuerzas, pero es imposible”. Mi hija desde pequeña soñó en femenino, jugó en femenino, se identificó con personajes femeninos.
Ser trans no es una moda, no es una pose, no es un virus como el COVID-19 que se transmita, ni siquiera se transmite a través de redes sociales. La identidad es lo más básico, forma parte del individuo y no se puede modificar. Mi hija lo intentó, puedo dar fe de ello, y lo intentó sólo porque la sociedad le negaba SER quien SIEMPRE fue, porque lo que ella sabía desde que tenía tres años estaba mal, era erróneo, defectuoso.
Señor Abascal, mi hija no es un hombre que se autodefine como mujer, mi hija es una MUJER y siempre lo fue. Cuando con 11 años, un juez te pregunta “entonces ¿quieres ser una niña?” y tú le contestas “no, yo ya soy una niña. A mis amigas nadie les preguntó qué querían ser”. Cuando esto ocurre, señor Abascal, es porque eres una MUJER. Las mujeres no somos mercancías, las mujeres no somos ganado, a las mujeres no se las puede definir por lo que tienen entre las piernas.
Mi hija no ha sido acusada de violencia de género, no es deportista de élite (ni lo será porque salió a mí en los deportes) y no pretende opositar a ningún cuerpo de seguridad del Estado. De hecho, ella quiere ser cineasta y hacer cine inclusivo. Mi hija no pretende aprovecharse de nada, sólo reivindica su derecho a gritar quién es ¿es eso tan malo? ¿Es eso un delito?
Pedimos que, si algún dirigente político se atreve a hablar públicamente de la ley trans que se la lea por favor, que la ley no fuerza a medicarse, ni a realizar ningún tipo de intervención quirúrgica, que eso es una decisión de cada individuo. Que los menores trans no tienen ningún tipo de enfermedad mental, no tienen disforia, que los enfermos son otros que escupen odio y generan desconfianza, miedo, rechazo y división.
Pedimos respeto, pedimos que los menores no sean moneda de cambio en política, que nos dejen vivir libres porque es la libertad más básica la de decir quién soy. Hay una canción de Jarcha que se ha convertido en himno, fue compuesta en un momento muy difícil en nuestro país y, por desgracia, hoy sigue siendo de actualidad. La letra dice “pero yo sólo he visto a gente muy obediente hasta en la cama, gente que tan sólo quiere vivir su vida sin más mentiras y en paz”. Eso pedimos.
"Yo sufrí represión, rechazo y odio, ¿cómo es posible volver a oír lo mismo?"
Soy F.V.R., tengo 69 años y soy la abuela de C., chica trans de 12 años. Yo nací y crecí en un país que no era libre. Yo viví en un país gobernado por el odio, por rencores de una guerra donde el vecino, el amigo o el dueño de la tienda de ultramarinos podía ser un enemigo, podía ser subversivo y, por tanto, había que apartarlo porque era peligroso. Yo sufrí represión, rechazo, odio, ¿cómo es posible volver a oír lo mismo? ¿Cómo es posible hablar con esa autoridad condenando a criaturas inocentes sólo por ser quienes realmente son? Que alguien me lo explique porque no lo puedo entender.
Los de mi generación hemos sufrido las consecuencias de una guerra terrible, pasamos miedo, luchamos, sufrimos mucho para que nuestros hijos vivieran en una España mejor, en una España libre. Después de años de trabajo y sacrificios ¿me van a decir que mi esfuerzo no sirvió de nada? ¿Me van a volver a obligar a luchar otra vez por la libertad? Primero por mis hijos y ¿ahora? ¿Por mi nieta?
Ella, como cualquier niña, merece vivir libre, pero de verdad, no con esa falsa idea de libertad que reprime y castiga. Cuando yo era pequeña viví en una nación que era una, grande y libre ¿es esa la nueva libertad que tratan de imponernos? El odio es un arma poderosa, pero tiene más poder el amor. No podrán parar a miles de familias que luchan al lado de sus criaturas, somos una marea humana.
"Ante el clima de bulos y odio que se está creando me siento impotente"
Soy mamá de A.. una niña trans de 6 años que ya con cinco años realizó su feliz tránsito. Ella desde siempre supo quién era. Con tres añitos le preguntaban “¿qué quieres ser de mayor?” Ella les decía “yo de mayor voy a ser una mujer”. Le gustan las princesas, las sirenas, el cole, leer, escribir, cuidar el medioambiente… De mayor quiere ser actriz o modelo y ayudar a niños enfermos con cáncer.
Ante el clima de bulos y odio que se está creando me siento impotente. No entiendo que en el año 2023 retrocedamos de esta manera. Que se digan tantas mentiras sobre el colectivo LGTBIQ+ y, sobre todo, que lo más castigado sea la infancia trans. Me da miedo un gobierno de derechas que cumpla sus amenazas y suprima los poquitos derechos que tenemos.
Mi hija es una mujer, yo tengo otros dos hijos que no son trans y no veo ninguna diferencia entre ellos, mi hija es una persona exactamente igual. De la misma forma que hay muchos tipos de animales y plantas hay muchos tipos de personas, hablamos de derechos humanos básicos.
No entiendo como no quieren que en la escuela se hable de esto si es fundamental educar en la diversidad. Tenemos miedo que en el colegio mi hija no sea tratada como una niña más, que se cuestione su identidad, que se nos cuestione a nosotros como padres, incluso en algunos medios se han llegado a publicar declaraciones brutales pidiendo que se nos quite la custodia. Esto es un sinsentido.
Yo para vivir en paz sólo pido que mi hija sea vista como sus hermanos, que no haya diferencia, que es una niña y es tan mujer como yo, no importan sus genitales. Eso no tiene relación con la identidad.
"Lo único que pido es que le dejen vivir"
Soy mamá de una niña trans de nueve años cuyo tránsito tuvo lugar a los siete cuando dijo quién era. Al principio fue algo que desconocíamos todos, pero por mi parte y la de mi familia fuimos informándonos y entendiendo lo que sucedía. Mi hija quiere ser maestra de mayor, aunque hay ocasiones en las que dice que no sabe, aún es muy pequeña. Mi pequeña viene de una familia separada cuya parte paterna no comprende ni admite para nada quien es.
En el próximo curso escolar quiere empezar a hacer atletismo, un deporte que, si se le da bien, se encontrará con el problema añadido de que no la dejarán competir en la categoría femenina por no tomar terapia hormonal. Ella es feliz con su cuerpo, con la actual ley no tendrá que pasar por un tratamiento para cambiar su sexo en el DNI cuando sea algo mayor, porque, por ahora solamente puede cambiar su nombre.
Yo tengo miedo a que, ante el panorama actual de bulos y desconocimiento de la población, todo lo logrado hasta ahora se evapore. Miedo de que llegue a su adolescencia y la insulten por “notarse” algo que para ella es natural y hermoso entre sus ropas, miedo a que le peguen por vivir en libertad, miedo a que me quiten la patria potestad por no permitirle ser quien es, miedo de que no le dejen hacer lo que a ella le gusta (atletismo) o ser una maestra en su edad adulta y pueda ejercer como tal con libertad y mostrar al alumnado la diversidad de personas que hay. Miedo a que la sociedad cambie tanto que la asfixien cuando recién está empezando a respirar.
Lo único que pido es que le dejen vivir, que la tengan en cuenta para poder competir como ella desea y que haya unas leyes que le otorguen los mismos derechos que cualquier persona debe tener y que la protejan. Quiero que llegue a la sociedad que la infancia trans existe y que no le hacen daño a nadie porque son simplemente personas.
"Sus principales derechos, y el de cualquier persona, es existir"
M.R.C y R.V.B somos los padres de 2 niñas trans y de 2 niños cis. C.R.V inició su tránsito al cumplir 12 años, antes de acabar sexto de primaria. A.R.V no pudo esperar tanto; lo inició con 8 años, antes de acabar segundo de primaria. Están muy bien acompañadas por su familia, y por todas las personas que forman parte directa de su vida, tanto en el entorno personal como en el colegio e instituto, o conservatorios de música y danza, cursan respectivamente 2º de Profesional de Danza, y 2º de Elemental de Violín.
Nosotros, sus padres, como cualquiera, acompañamos a nuestros hijos en su crecimiento personal, aprendiendo día a día de todos ellos. Desde que hemos conocido en primera persona esta realidad, somos conscientes de la enorme injusticia que ha sufrido el colectivo trans, a nivel social y a nivel legal. Nuestra inquietud nos lleva a conocer en profundidad la legislación que históricamente debería haber amparado sus derechos, y vemos con auténtico pavor cómo todas estas personas han sido, y siguen siendo, discriminadas.
Sus principales derechos, y el de cualquier persona, es existir. También a nivel administrativo y legal. Y eso es lo que ponen en tela de juicio en la actualidad los políticos de la derecha y ultraderecha en España y en otros países europeos. A la pregunta ¿quién soy? sólo podemos responder cada uno de nosotros, no puede ser objeto de debate, ni usarse con fines electorales.
Solo pedimos RESPETO a nuestras infancias, que puedan VIVIR EN LIBERTAD, sin tener que esconderse como han tenido que hacer durante tantas décadas. Y eso significa que no se les puede hacer co-responsables de los posibles fraudes de ley que puedan intentar individuos sin escrúpulos que hay en nuestra sociedad (como el caso al que se refiere Abascal), a quienes, además, la legislación tiene sus herramientas para detectar.
Mis hijas no existen para robar ninguna medalla a otra niña, ni para aprovecharse de algún beneficio en algún concurso/oposición, ni para aprovecharse de resquicios legales como delincuentes. Son niñas, sin más, con la esperanza de poder crecer en una España que las respete, en igualdad de condiciones sin importar el color de su pelo, de sus ojos o de su piel, la altura que alcancen, el número de calzado que calcen como adultas o su género.
"Ha sido un cambio para nosotros y nuestro entorno que nos ha hecho mejores personas"
Somos la madre y el padre de un chico trans de 14 años. Nuestro hijo pasó un periodo de soledad cuando, a los 13 años descubrió que su identidad era distinta a la asignada y, él sabía el rechazo que podía producir en las personas que le importaba. Cuando pudo reunir valor para decirlo fue como una bomba que cayó en el centro de nuestras vidas.
Hemos tenido que conocer mucho, aceptar mucho y aprender mucho. Ha sido un cambio para nosotros y nuestro entorno que nos ha hecho mejores personas. Anhelamos que nuestro hijo sea feliz ¿le resulta conocido este sentimiento a algún padre o madre? Sabemos lo duro que es el camino para cualquier joven y, por qué no reconocerlo, nos preocupa. Nos aterra lo que pueda tener que afrontar a causa de su identidad.
Nuestra experiencia nos ha enseñado que las personas rechazan lo que desconocen, pero sólo tenemos que escuchar a los que nos están hablando y así los entenderemos.
Las palabras de A.R.A. cuando tenía 13 años, ahora tiene 20
Desde siempre he tenido más amigos que amigas. Me he sentido incómodo con las chicas y he preferido estar con los chicos. Pensaba que debía sentir como una niña y que el problema estaba en el hecho de que me gustaban las de mi sexo.
Nunca comenté esto en mi casa, ya que no se hablaba con frecuencia de este tema y me parecía raro, así que fingía ser lo que no era. Solía decirles que me gustaban los niños simplemente para ser “normal”. A partir de los últimos cursos de primaria me volví más rebelde, demasiado.
Me sentía incómodo, no soportaba mirarme al espejo, no me gustaba llevar el pelo largo, odiaba llevar vestidos y falda, pulseras o pendientes, me costaba salir a la calle. Mi familia y mis amigos ni se imaginaban lo que estaba viviendo y yo ni me planteaba compartirlo.
En la adolescencia, cuando el cuerpo y los pensamientos empiezan a cambiar, fue cuando empecé a tener muchos problemas internos. ¿Alguna vez os habéis quedado atrapados en un ascensor, gritabais y nadie podía oíros y sólo pensabais que se iba a acabar el oxígeno? Pues a mí me ocurría algo parecido. Pensaba que nadie me entendía y que era un bicho raro. Eso me llevó a ser más inseguro. Quería ser yo, necesitaba ser yo, el chico que ahora escribe.
La tristeza fue tan evidente que mi entrenadora de baloncesto se dio cuenta de que no estaba bien. Fue la primera persona con la que me sinceré. Después mucha gente me apoyó, principalmente mis padres y mi hermano. Cambié mi nombre y mi aspecto. Ahora visto con la ropa que me gusta. He sido capaz de contar a mis compañeros mis sentimientos y ellos me han aceptado.
A día de hoy, me siento afortunado de ser un chico trans. Reconozco que si no fuera por mi familia, amigos y profesores, no sería la misma persona y probablemente no sería capaz de escribir esto.
Sí, puede que a veces se sufra por comentarios, insultos, burlas o críticas, pero de todo se aprende. Sé que aún me queda un largo camino por recorrer, pero pienso que la vida es una y que cada uno elige cómo vivirla. Lo más importante de todo esto es que ahora tengo fuerzas para ser lo que quiero ser. Voy a luchar por ello. Pienso cumplir mis sueños y me gustaría ayudar a persona que sufren por ser diferentes.
AHORA SOY FELIZ.
"Mi más sincero miedo al despertar el 24 [de julio] en el año 1800"
Buenos días, soy Cande tengo 18 años y soy non binarie. Este domingo voy a ejercer mi derecho al voto, y expreso mi más sincero miedo al despertar el 24 [de julio] en el año 1800.
Estamos en un país donde miembros del colectivo, incluido personas pertenecientes al paragua trans, gozan de derechos como la ley trans, del colectivo LGBTQIAP+... Aún así, a día de hoy, siento miedo al salir de la calle, y no poder expresar quién soy, puesto que me gusta dar voz cuando me preguntan por mí, y que la libertad de expresión se limite en mí.
Yo siempre sentiré orgullo de quién soy y mi identidad como persona, y si todes ponemos de nuestra parte podremos seguir progresando.