El impacto de la DANA vuelve a mostrar las costuras de España: las lecciones pendientes ante este tipo de catástrofes
Lo vivido en las últimas horas contrasta con lo que ocurrió hace unas semanas en Estados Unidos. El huracán Milton causó la muerte de 23 personas en una ciudad con 23 millones de habitantes. En la Comunidad Valenciana, con 5,3 millones de habitantes, más de un centenar de personas han perdido la vida.
Los graves daños causados por el impacto de la DANA (depresión aislada en niveles altos) más grave del siglo en España han vuelto a mostrar las costuras. Las fuertes precipitaciones han derivado en unas inundaciones que han causado la muerte de al menos 158 personas en Valencia, Albacete y Málaga.
Unas cifras devastadoras que han convertido lo ocurrido en las últimas horas en la gota "más adversa" y más peligrosa del siglo. Una tragedia histórica que provoca el mismo debate que surgió en situaciones anteriores, como en la de la DANA de septiembre de 2019 o la riada del camping de Biescas, en Huesca, en agosto de 1996, que provocó la muerte de 87 personas, ¿se podría haber hecho algo más?
Pese a las críticas de algunos dirigentes políticos contra la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), como la del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, con la que aseguraba que faltaba información exacta sobre el impacto del temporal, el organismo público ya había advertido 12 horas antes de que la Generalitat Valenciana mandara la alerta de protección civil de que se aplicaba el "aviso rojo" en la zona interior de Valencia.
La Conferencia Hidrográfica del Júcar también alertó sobre las 12.00 horas del martes de que la situación estaba empezando a complicarse por las fuertes lluvias y avisó en redes sociales de que había "barrancos desbordados". "Las lluvias dejan grandes acumulados en varios puntos de la Demarcación y ya hemos detectado problemas en cauces. El barranco de Barxeta desbordado a su paso por la Pobla Llarga y con gran caudal en Carcaixent", aseguró.
Pese a ambas advertencias, el aviso de protección civil de la Generalitat Valenciana no se envió a los teléfonos móviles de la ciudadanía hasta a las 20.12 horas del martes, cuando la situación se había agravado por completo, con calles anegadas por los desbordamientos en numerosos puntos de Valencia.
Para entonces, los servicios de emergencia no daban abasto y el teléfono 112 colapsaba al recibir cientos de llamadas de gente que pedía ayuda. Los ciudadanos trataron de refugiarse del agua y la acumulación de coches que quedaron varados por el agua en algunas calles.
Tropezar con la misma piedra
Ante catástrofes de este tipo, sólo se pueden seguir algunos pasos basados en la preparación y la concienciación. Pero, una vez más, España vuelve a sufrir unos hechos devastadores que muestran unas costuras y una falta de aprendizaje que siguen siendo inasumibles.
Joan Escuer, geólogo y profesor de la Universitat Carlemany, asegura que los especialistas que se ocupan de los desastres y los riesgos han hecho "enormes esfuerzos" para explicar que "los desastres provocados por eventos naturales no son fenómenos 'naturales', sino más bien sociales, y que la exposición y la vulnerabilidad al peligro son los principales factores que condicionan los altísimos niveles de riesgo".
"La creciente urbanización, las desigualdades sociales y las disparidades en los medios de vida amplifican los impactos de los desastres naturales y generan mayores pérdidas, especialmente en las regiones costeras y ribereñas", asegura.
El experto hace hincapié en "la falta de preparación de los Estados y la falta de concienciación del público". "Conducen en muchos casos a desastres locales, nacionales, regionales y mundiales. La preparación y la concienciación son factores importantes en la mitigación del riesgo de desastres y ayudan a garantizar que las personas puedan actuar de forma adecuada ante las alertas emitidas", señala.
Joan Escuer reconoce que el nivel de conciencia pública sobre los riesgos y la preparación para las inundaciones "resulta ser extremadamente bajo" porque "ocurren sin previo aviso". "La población local no es suficientemente consciente de a dónde escapar en caso de inundaciones y otras emergencias. La educación pública en reducción del riesgo de desastres es un componente esencial para crear conciencia sobre los riesgos potenciales de los eventos extremos", resalta.
Las lecciones pendientes
La DANA de esta semana ha sido la más grave en lo que va de siglo, pero no ha sido el único temporal de características parecidas que ha asolado algunas España. El 7 de agosto de 1996, una crecida repentina del torrente de Arás provocó una riada en el camping de Biescas, en Huesca, y causó la muerte de 87 personas y 187 heridos.
En el año 1957, Valencia registró sufrió una riada que anegó la ciudad. Las inundaciones provocaron al menos 81 muertos. Hubo miles de personas que se vieron afectadas y sufrieron daños materiales.
Pero la principal duda que ha surgido en algunos analistas es la diferencia entre lo que ha pasado en las últimas horas en España y hace unas semanas en Florida, Estados Unidos, con el huracán Milton.
Se convirtió en uno de los más potentes que se han vivido en el país norteamericano, pero la previsión con la que se actuó sirvió para salvar numerosas vidas. Unos 23 millones de personas viven en Florida y los efectos del huracán causaron la muerte de 23 ciudadanos.
Joan Escuer advierte de la importancia de implantar medidas preventivas. "No son una panacea para los desastres, pero en la mayoría de los casos, funcionan lo suficientemente bien como para salvar vidas y propiedades", defiende.
"Los gobiernos de los países afectados por desastres no deberían ocultar la incapacidad de sus instituciones estatales para gestionar los riesgos de desastres empleando la idea de que los desastres 'naturales' son inevitables o que el cambio climático es un factor impulsor de los desastres. La administración debe alentar a los científicos, ingenieros y planificadores a identificar las vulnerabilidades locales y regionales, a monitorear y reducir estas vulnerabilidades y a proponer una política regulatoria mejorada de reducción del riesgo de desastres", advierte el geólogo.
Joan Escuer avisa de que el objetivo de las investigaciones que se lleven a cabo a partir de ahora debe ser el de no buscar culpables, ya que "la responsabilidad de las pérdidas por desastres está ampliamente repartida entre las instituciones en lugar y tiempo". "Las investigaciones deberían proporcionar el conocimiento de las causas fundamentales de los desastres para prevenir o mitigar significativamente eventos similares en el futuro", añade.
"Ninguna acción política o gubernamental para reducir los riesgos de desastres puede ser productiva sin el uso de verdadero conocimiento científico, medidas preventivas de desastres, preparación y conciencia pública", sentencia.
España ha vuelto a vivir uno de los episodios más trágicos de su historia reciente. Los servicios de emergencias continúan trabajando en la búsqueda de desaparecidos, mientras algunas zonas del país siguen en alerta roja por los últimos coletazos de una DANA que quedará para el recuerdo y de la que hay mucho que aprender.