El caos o yo: 23J, la campaña más dura
El miedo a que sigan Sánchez y sus socios o el miedo a que Abascal sea vicepresidente. PSOE y PP entran de lleno en la campaña.
Los españoles no han tenido apenas tiempo de digerirlo. De sopetón, otra cita electoral. La definitiva, las generales, el 23 de julio. En plenas vacaciones de verano, ha habido aluvión de peticiones de voto por correo y se han multiplicado los reportajes sobre cómo esquivar una mesa electoral. Aún estaban retirando las banderolas de los candidatos a las autonómicas y locales, y la nueva campaña ya era un hecho. Durísima, embarrada desde el primer momento y sin propuestas encima de la mesa.
Pedro Sánchez sí ha conseguido algo. Pasar de pantalla. A pesar del batacazo electoral y de la nula autocrítica. El presidente ha entrado de lleno en la precampaña, con un ataque rotundo al PP, al que asimila a Vox. Y su partido, noqueado en muchas estructuras por la pérdida de poder, trata de levantarse como puede. “Era esto o morir lentamente” hasta diciembre, tal y como publicó El HuffPost. La ovación de los diputados y senadores a su líder el martes se convirtió en un grito de resistencia.
Ese será precisamente el Sánchez que veremos de aquí a la cita de con las urnas. El candidato de la resistencia, al que ya se le ha dado por amortizado muchas veces y luego siempre surge de sus cenizas. En Moncloa aseguran que, analizadas las encuestas al detalle, hay margen de victoria. Si bien, prácticamente todo el mundo, incluso destacadas voces socialistas, dan por seguro que las próximas encuestas que se publiquen en los medios apuntarán a un PP fuerte y en ascenso, tras su éxito arrollador en los comicios del 28 de mayo.
En Moncloa plantearon la campaña de las autonómicas y locales como un marco perfecto para vender gestión. Cada sábado y domingo, Sánchez hacía anuncios de calado en materia económica y social. Era, de hecho, la estrategia que se trazó a finales del año pasado para pasar página de las polémicas que acechaban al Gobierno, como las reformas de los delitos de sedición y malversación o la ley del sólo sí es sí. Pero no funcionó. Al PSOE le arrolló la polémica por las listas de Bildu o la compra de votos en algunos municipios.
Ahora, Sánchez emula a José Luis Rodríguez Zapatero, cuando ganó por segunda vez a Mariano Rajoy alertando de que podían regresar Eduardo Zaplana y Ángel Acebes, y ha entrado de lleno en la campaña del miedo, de yo o el caos. Su objetivo es que el votante de izquierda salte como un resorte al imaginar a Santiago Abascal como vicepresidente del Gobierno y acuda a votar el 23 de julio. El presidente no se ha andado con rodeos, y repite prácticamente el mismo mensaje desde su golpe de efecto solo horas después de cerradas las urnas el domingo. Y con él todos sus portavoces, dando por descontado que PP y Vox son de facto ya lo mismo.
Incluso para hablar de la economía, el presidente introduce el elemento del miedo. “La mejor España es la que tiene 20,8 millones de trabajadores por primera vez en la historia. La mejor España crea más de 200.000 empleos en mayo, reduce el paro en 50.000 personas y beneficia a jóvenes y mujeres. La mejor España o la peor derecha de VoxPP”, escribió el viernes en Twitter. Un alto cargo de Moncloa remata la idea: “La mayoría reconoce que España está mejor, que la economía va bien, lo que tenemos que hacer es animar a los nuestros con un discurso ideológico”.
Y, además, que ese votante al que denominan progresista “concentre” el voto en el PSOE. “Hemos perdido gobiernos porque a nuestra izquierda están destrozados. Peor que nosotros. No tenemos que perdernos en qué hará Podemos o cómo llegará Sumar a las elecciones. Tenemos que aspirar a que todo vaya al PSOE, a remontar en las encuestas y que nos sigan viendo como una opción real de Gobierno. Los nuestros tienen que reaccionar, activarse. Estamos en desfibrilar al partido y a los votantes”, según un diagnóstico de un alto cargo socialista.
En el PP “entienden” el plan de Sánchez y su “agresividad” pero no creen que le vaya a surgir efecto. “El problema es él, como ya se han dado cuenta sus barones”, según fuentes de la cúpula nacional. Emiliano García Page, uno de los pocos socialistas que lograron mayoría absoluta, ya se ha revuelto reclamando “moderación” y apelando a los consensos de Estado. También históricos socialistas como Juan Carlos Rodríguez Ibarra se han mostrado críticos con el presidente. Si bien, como consecuencia del adelanto electoral, las voces críticas no han sido masivas.
“El Sanchismo ha entrado en una fase de desintegración”, según el diagnóstico del principal partido de la oposición. Si bien, después de la euforia por los resultados del 28M, los populares están ahora en la fase de negociación para gobernar allí donde no han alcanzado la mayoría absoluta. “La clave es no equivocarse”. Y por ello andan con pies de plomo, evitando pillarse los dedos, a fin de no regalarle la campaña a Sánchez evitando un pacto con Vox antes de los comicios.
Sobre esta cuestión, no hay consenso en el PP. Están quienes creen que Vox ya no da miedo, que el enfado con Sánchez es infinitamente superior y que no se puede estar ninguneando a un socio prioritario. Y, por el contrario, los que aspiran a llevar el órdago hasta el final y se niegan a introducir a los de Santiago Abascal en sus gobiernos. “Que se atrevan a votar con la izquierda”, amenazan.
Con todo, el plan es retrasar al máximo la toma de decisiones y que las autonomías asuman los riesgos de la negociación. “Los dirigentes territoriales tuvieron autonomía para tomar sus decisiones en campaña y también ahora para explorar cuál es la mejor fórmula para garantizar la gobernabilidad”, se escudan desde Génova, después de que María Guardiola, que aspira a liderar Extremadura, haya retrasado que gobierne la lista más votada.
“Feijóo plantea la lista más votada para retratar al PSOE, que no va a aceptar. Allí donde podemos gobernar, gobernaremos, eso nadie lo discute. Incluida Extremadura. Hay que estar tranquilos y no meternos en charcos”, en palabras de un alto cargo, en conversación informal con este diario. “Estaría bien que todos nos tomáramos un par de días de descanso porque hemos empezado muy arriba la campaña y acaba de empezar”.