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Año nuevo, ¿vida nueva en la política?

Año nuevo, ¿vida nueva en la política?

2024 cerró en un clima de extrema crispación, división y bloqueo. El nuevo año no parece que irá por otros derroteros, aunque arranca con la duda de si el Gobierno logrará sacar los Presupuestos o si el PP seguirá acercando posturas con Junts.

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en el CongresoGetty

Año nuevo... ¿vida nueva? La política cerró el año 2024 en un clima de extrema crispación, división y bloqueo. La difícil aritmética parlamentaria resultante de las elecciones generales del 23-J y la conformación de un gobierno de izquierdas en un Congreso escolado a la derecha ha convertido el ring político en una especie de lodazal donde el ruido y los bulos imposibilitan el entendimiento y los pactos transversales. Y 2025 no parece que vaya ir por otros derroteros pese a que el rey Felipe VI aprovechara hace unos días su discurso navideño para pedir "serenidad" y "consenso", con el objetivo de que la "contienda política" no resulte "atronadora".

Más si cabe cuando el año saliente deja una herencia envenenada: el populismo orquestado desde la desinformación ha encontrado acomodo en el parlamento europeo con Alvise Pérez, la extrema derecha gana peso en un contexto global y el poder ejecutivo empieza a provocar fricción con el judicial (o viceversa). Un cóctel de alto voltaje que augura un nuevo año de difícil indigesta y marcado por las desavenencias y los cálculos electorales. Algo curioso porque, en principio, será el primer año desde 2013 con un calendario político vacío de citas electorales en España. Pero sólo a priori, porque la inestabilidad de los gobiernos autonómicos podría deparar un adelanto electoral en algunas de las regiones, como por ejemplo Castilla y León o Baleares.

Si 2024 arrancó con la polémica ley de amnistía como protagonista, lo que llevó al PP a convocar diversas manifestaciones por toda España y a Vox a apoyar las concentraciones frente a la sede de Ferraz, el nuevo año comienza con la prórroga de los Presupuestos de 2023 y el objetivo del Gobierno de aprobar unas nuevas cuentas con el fin de garantizarse una larga legislatura.

Se trata de la décima prórroga presupuestaria de la democracia, ya que sucedió anteriormente con las cuentas de 1978, 1982, 1995, 2011, 2016, 2017 y en dos ocasiones los de 2018. El Gobierno insiste en que siguen trabajando para elaborar y preparar unos nuevos Presupuestos, "cuya aprobación sigue siendo una prioridad".

Primero tendrá que intentar sacar adelante la senda de déficit y techo de gasto que Junts tumbó, de la mano del PP, el pasado mes de julio. La condición de los de Puigdemont para dar el "sí", además de que el Ejecutivo cumpla con el resto de compromisos adquiridos como la cesión de las competencias de inmigración a la Generalitat, es que las comunidades autónomas puedan disponer de un tercio del límite total del déficit.

  El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras.Eduardo Parra/Europa Press via Getty Images

La gran pregunta es si el Gobierno lo conseguirá. "Pedro Sánchez, además de ser un superviviente nato, también ha demostrado que hay nuevas formas de gobernar. Así que estoy convencido de que si no salen los presupuestos, tendrá otro plan alternativo. No supondrá el final de la legislatura", augura para El HuffPost Luis Barroso, consultor de comunicación política y estrategia. En todo caso, el analista considera que habrá de nuevo un acercamiento entre Gobierno y Junts para salvar las cuentas, aunque también recomienda poner un ojo en el PNV, "que es al que menos atención se le está prestando" y podría alinearse de nuevo con el PP como ya hizo para tumbar el impuesto a las energéticas.

Daniel Valdivia, politólogo y profesor en la Universidad Pablo de Olavide, cree posible que finalmente haya Presupuestos porque Junts necesita que la legislatura tenga recorrido "en un momento de máxima debilidad y en plena reestructuración del partido", asegura. Su apuesta es un "acuerdo de mínimos" que alejará al Gobierno de sus ejes programáticos, como ese gravamen temporal energético u otros impuestos que ayudarían a financiar una nueva batería de medidas sociales, pero que permitirá dar un respiro a Sánchez.

Más allá de si salen o no los Presupuestos, para el asesor en estrategia y comunicación política, Manuel López Funes, la clave está en la "incapacidad política" del Gobierno para hacer frente a los retos que le marca la sociedad, como el encarecimiento de la vida o la dificultad para acceder a una vivienda. "Sánchez está centrado en sobrevivir, que es lo que mejor se le da. Pero no llevar a cabo grandes avances o mejoras en cuestiones esenciales para la ciudadanía hace que se empiece a desconfiar de ti. Primero quemó la baza del 'ojo que viene la ultraderecha'. Luego la del Covid. ¿Qué te queda después?", se pregunta. 

  Manifestación en defensa de la vivienda.EFE

La vivienda es, precisamente, el otro gran asunto que marcará el 2025 después de que en el CIS de diciembre se haya erigido como la primera preocupación de los españoles. "Es un tema que enfrentará a los partidos con sus bases. Y no sólo dentro del PSOE. También en el PP y los partidos independentistas", augura Barroso. "Puedes ayudar a que suban los sueldos o a mejorar las condiciones laborales, pero si destinas más de la mitad de tu salario a pagar una casa no estás consiguiendo que la gente viva mejor. No basta sólo con crear vivienda pública. El precio de las casas tiene que bajar y el Gobierno tiene tres años para conseguirlo", apunta López Funes.

Para Valdivia, mientras, la vivienda se acabará convirtiendo en un "problema ideológico", porque los votantes de izquierda lo sitúan como su principal problema y para los de derecha no está ni entre sus principales. "Hay una brecha ideológica que también se traduce en una brecha política. Y va a ser complicado resolver esta cuestión cuando las CC.AA., la mayoría en manos del PP, tienen mecanismos para frenar las políticas impulsadas por el Gobierno. Ya lo hicieron con la ley de vivienda. Además, el PP ha conseguido que la gente eche la culpa de esta situación a Sánchez. Así que a la derecha no le va a suponer ningún coste electoral que el problema siga creciendo. Todo lo contrario, le favorece", explica Valdivia.

Los tres expertos también coinciden en señalar que el ruido político y la temperatura de la crispación van a mantenerse en este 2025. "El PP va a seguir calentando el día a día político porque es una estrategia que le funciona y es fácil de ejecutar. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Así no entra en debates, que es donde Feijóo patina", señala Valdivia. De igual modo piensa López Funes, aunque cree que el líder del PP corre el riesgo de no definir un proyecto político que vaya más allá del mero ruido. "Debe construir un liderazgo propio que no esté marcado ni por Ayuso ni por Vox. De momento, no tiene proyecto. Sólo Begoña, Koldo, Ábalos o De Aldama", explica.

  El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en la última sesión de control del año en el Congreso.EFE

Barroso, en todo caso, cree que el PP - pero también el PSOE con el caso del novio de Ayuso - deberá virar en su estrategia ante la dilatación de los casos judiciales. "La gente está polarizada, pero también muestra cierto hartazgo por este juego de desgaste político. Y estos casos acaban generando desafección y una crisis de confianza en las instituciones y en los partidos", añade.

De hecho, Barroso considera que este cambio de estrategia podría desembocar en una moción de censura promovida por el PP contra Sánchez, aunque quizá sin cumplir su propósito. "La Justicia es muy lenta y la gente se cansa pronto de los temas sobre corrupción. Una buena manera de mantener la tensión sería con esta moción de censura e intentando ganarse el apoyo de Junts", asegura.

Valdivia no cree que Puigdemont pueda acabar favoreciendo ese cambio de Gobierno, pero sí las "coincidencias" de PP y Junts en las votaciones del Congreso, como así se refirió a ellas Feijóo en su rueda de prensa a modo de balance político del año. Algo que a Vox, por otro lado, le está permitiendo crecer de nuevo tras el 'desinfle' posterior al 23-J, marcando distancias con el PP por sus supuestos acuerdos con el Gobierno para renovar el CGPJ o para el reparto de menores migrantes. Lo que cristaliza, a su vez, en la falta de entendimiento entre las derechas para sacar adelante los Presupuestos de las Comunidades Autonómas en las que los votos de Vox son decisivos.

  La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.Alberto Ortega/Europa Press via Getty Images

Pero entre la izquierda también hay división. Podemos llega a 2025 vivo, subiendo en las encuestas y distanciándose de Sumar. Mientras, la formación de Yolanda Díaz tiene pendiente su congreso de marzo para renovar su liderazgo y para sentar las bases de una nueva estrategia política que no les hunda en la irrelevancia. "Sumar se juega en este 2025 su visibilidad como socio de gobierno. Debe demostrar que su determinación influye en las decisiones que toma el Ejecutivo. Sin embargo, eso no está ocurriendo. De hecho, su comunicación es tan difusa que a sus dirigentes casi ni se les ve en los medios", señala Barroso.

"Sumar está carente ahora de cargos y de figuras mediáticas relevantes. Necesita con urgencia una refundación e ir más allá de la mera institucionalidad. Porque como Podemos ya demostró, después de perder el gobierno hay un vacío muy grande", añade Valdivia.

Para López Funes, en conclusión, es imperativo para Sumar sacar adelante la reducción de la jornada laboral antes de que acabe 2025, tal como prometió Díaz y firmó con los sindicatos en los últimos días del pasado año. "El éxito de Sumar dependerá de que demuestren que pueden arrancarle victorias al PSOE. Y ese mensaje no va a llegar si tu gran reforma no sirve para nada", concluye.

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Licenciado en periodismo por la Universidad Carlos III. Actualmente, es jefe de política en El Huffington Post, tras nueve años como coordinador en ABC, cuatro como director digital en el grupo COPE y seis meses en Mediaset. Puedes contactar con él en javier.escartin@huffpost.es